Las aventuras de un cuerpo
Daniel Pennac ha escrito un libro apasionante y muy inteligente en el que un hombre no nos cuenta su vida sino que una vida nos va contando al hombre que la porta
![El protagonista del libro de Pennac habla, escribe y lleva un diario.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7XMZQB6DVHGPVVERFLOGTUBVD4.jpg?auth=38cb52d03e9c0ada68eeec044175eb139d27a2b145ec21a3a31ac7849a4709eb&width=414)
Diario de un cuerpo. Daniel Pennac. Traducci¨®n de Manuel Serrat Crespo. Mondadori. Barcelona, 2012. 329 p¨¢ginas. 21.90 euros. (electr¨®nico: 13,99)
Las aventuras que tiene el protagonista del ¨²ltimo libro de Daniel Pennac (Casablanca, 1944) est¨¢n al alcance de cualquiera: la fiebre, los mocos, los v¨®mitos, mear, cagar, masturbarse, trepar a los ¨¢rboles, boxear, bailar, escupir, saborear un caf¨¦, lavarse, la angustia, el sexo, la paternidad, bostezar, callos, p¨®lipos, ac¨²fenos, anemia, herpes, olvidos, cataratas, cicatrices, operaciones quir¨²rgicas, un dedo roto, el miedo, una cistograf¨ªa, un bloqueo vesical, una sonda port¨¢til, el c¨¢ncer o la agon¨ªa que precede a la muerte. Aventuras, como se ve, que suceden en un territorio tan cercano, tan lim¨ªtrofe con las fronteras de la piel, que creemos saber de qu¨¦ van o en las que, al menos, no tenemos la sensaci¨®n de estar perdidos como si de una selva o un oc¨¦ano se tratara. Lo que Pennac, sin embargo, se propone con Diario de un cuerpo es mostrar hasta qu¨¦ punto estas aventuras tienen lugar en nosotros sin que las atendamos como se merecen, es decir, sin pararnos a aprender el lenguaje con el que nos interpelan.
Y puesto que el cuerpo habla, tambi¨¦n puede escribir y llevar un diario. Eso es lo que ha hecho Pennac: poner el cuerpo de un var¨®n nacido en 1923, cuando referirse al cuerpo era tab¨², a reflexionar en voz alta desde que tiene 12 a?os hasta que cumple los 87 y fallece en 2010, ¨¦poca en la que el tab¨² es no referirse obsesivamente al cuerpo como ¨²nico centro v¨¢lido de producci¨®n de sentido. Un cuerpo que, en este libro, provoca sensaciones pero tambi¨¦n met¨¢foras. Un cuerpo que desconf¨ªa de una imaginaci¨®n que a su vez desconf¨ªa del cuerpo. Un cuerpo que env¨ªa el diario que va escribiendo, este libro que Pennac pone en nuestras manos, como embajador ante su esp¨ªritu. Un cuerpo que se pregunta sucesivamente si el alma no estar¨¢ en la mierda, en los test¨ªculos o en los huesos. Un cuerpo que aprende a dominar el miedo a medida que aprende a aprender (una de las especialidades de Pennac, como demostr¨® en esos dos libros asombrosos que son Como una novela y Mal de escuela) y, con ello, a disfrutar del mundo. Un cuerpo que odia la religi¨®n del cuerpo (que es la del no-cuerpo, la del cuerpo tachado o banalizado o incomprendido) del deporte, la pornograf¨ªa o la moda. Un cuerpo que es inocente por m¨¢s que buena parte de las teor¨ªas m¨¦dicas o filos¨®ficas sobre ¨¦l le hayan acusado a lo largo de la Historia de innumerables faltas. Un cuerpo que se olvida de s¨ª mismo, y entonces desaparece del diario, en momentos de m¨¢xima alerta: cuando se enamora, cuando se enrola en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la vejez comienza a hacer estragos en ¨¦l. Un cuerpo que se mira al espejo: a los 12 a?os no ve nada, a los 13 se desnuda y se compara con una l¨¢mina anat¨®mica, a los 14 sus reflejos le parecen sospechosos, a los 19 tiene aspecto de diccionario, a los 27 se da cuenta de que nunca se ha mirado realmente en un espejo, a los 62 sorprende a su nieto mir¨¢ndose en ¨¦l como si fuera un espejo.
Pennac pone el cuerpo de un var¨®n nacido en 1923, cuando referirse al cuerpo era tab¨², a reflexionar hasta que fallece en 2010, ¨¦poca en la que el tab¨² es no referirse obsesivamente al cuerpo
Con estos elementos Pennac ha construido un libro apasionante y muy inteligente donde un hombre no nos cuenta su vida sino que una vida nos va contando al hombre que la porta. Una autobiograf¨ªa desde dentro, desde las sensaciones, o, para ser m¨¢s exactos, hacia adentro, hacia esa cueva donde los instintos, los m¨²sculos, los nervios o las venas sabr¨¢n traducirla a su idioma f¨ªsico sin dejarse seducir por las m¨²ltiples pretensiones metaf¨ªsicas que flotan alrededor de los seres humanos. Es por eso que lo que vamos sabiendo de las personas y de los hechos que aparecen en Diario de un cuerpo pone en tensi¨®n tanto nuestra capacidad intelectiva, que se implica en la narraci¨®n como si de una novela m¨¢s se tratara, como nuestro propio cuerpo, que reacciona (con pudor, con asco, con aprensi¨®n, con hipocondr¨ªa, con deseo, con hambre, con terror, con alegr¨ªa, con pena) a las distintas entradas del libro. Esto es, creo, uno de los grandes aciertos de Pennac: que el cuerpo rompa su silencio sin ¨¢nimo de vengarse de aquellos que, desde la moral o la sociolog¨ªa, le han impuesto ese silencio. El cuerpo se rebela pero no impone una tiran¨ªa de signo contrario, y por eso avanza por el diario exponi¨¦ndose sin tapujos y tambi¨¦n sin pretensiones de verdad. Gracias a ello tenemos el diario que se anuncia en el t¨ªtulo, una novela entretenida y honda, y una colecci¨®n de aforismos sobre el cuerpo que, extra¨ªdos del texto que los contiene, podr¨ªan formar un volumen aparte.?
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