Dario Fo desviste a Pablo Picasso
Con su habitual iron¨ªa, el Nobel italiano reinterpreta en un libro la figura y la obra del pintor espa?ol
A Dario Fo, pintor, escritor y actor de 86 a?os, le brillan los ojos y la sonrisa. Traga caramelos de menta para mimar su voz. ¡°Cuando la web del Ayuntamiento adelant¨® que abrir¨ªa una retrospectiva de Pablo Picasso, 150.000 personas reservaron la entrada en una semana. Saboreando el ¨¦xito de la iniciativa, Stefano Boeri, concejal de Cultura, me pidi¨® preparar una clase sobre la historia y el genio de este irrepetible personaje¡±. Fo no dud¨® ni un segundo en aceptar. De aquel encargo nacieron Picasso desnudo, un espect¨¢culo que entusiasm¨® al p¨²blico milan¨¦s, y un libro. La exposici¨®n, abierta el 20 de septiembre y hasta el 6 de enero en el Palacio Real de Mil¨¢n, atrajo a 27.000 visitantes. De la mano de su artista m¨¢s irreverente, premio Nobel de Literatura en 1997, Italia se suma al gran homenaje mundial al maestro malague?o.
Picasso no es solo un artista excepcional. Es una leyenda. En 90 a?os supo inventarse un n¨²mero incre¨ªble de vidas distintas, como en un enorme cuento de hadas.
¡°Fueron dos meses de trabajo fren¨¦tico. Dario no pensaba en otra cosa. No pod¨ªamos sostener una conversaci¨®n sin que Pablo se colase en el medio¡±, observa Franca Rame, compa?era de vida y de escenario desde hace m¨¢s de 60 a?os. ¡°No se trataba de una tarea que asumir con coraz¨®n ligero¡±, justifica ¨¦l. ¡°Picasso no es solo un artista excepcional. Es una leyenda. En 90 a?os supo inventarse un n¨²mero incre¨ªble de vidas distintas, como en un enorme cuento de hadas¡±.
Mientras incubaba el texto, imagin¨¢ndolo acompa?ado por proyecciones de dibujos y pinturas, alguien le record¨® a Fo que la agencia que tiene los derechos de autor del malague?o bloque¨® hasta rodajes con la pretensi¨®n de cobrar. La soluci¨®n fue una burla, al estilo de Fo, el buf¨®n. ¡°Decidimos crear una serie de falsos de autor. Mis asistentes y yo nos pusimos a interpretar sus obras¡±, se r¨ªe de una carcajada gorda y genuina. ¡°Estoy seguro de que, all¨¢ donde est¨¦, Picasso se est¨¢ descojonando¡±.
75 a?os de Guernica
- El artista pint¨® la obra en el ¨¢tico de la Rue des Grands Augustins 7, como encargo del Gobierno de la Rep¨²blica para el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs en el a?o 1937.
- Una exposici¨®n del Guggenheim de Nueva York descubrir¨¢ a partir de la pr¨®xima semana una faceta casi inadvertida en Picasso en blanco y negro.
- La exposici¨®n Encuentro con los a?os 30, en el Reina Sof¨ªa, se adentrar¨¢ en las circunstancias que propiciaron la obra.
De esta forma, pudo arrancar el cuento que desnuda al m¨¢s popular pintor del siglo pasado. ?rase una vez el Picasso que representaba a Arlequ¨ªn, esclavo listo y c¨¢ndido, protagonista de la Comedia del arte italiana. ?rase una vez el Picasso marido y amante, que retrat¨® centenares de veces a las mujeres que am¨® durante a?os o solo una noche. ?rase una vez, sobre todo, su compromiso pol¨ªtico y su an¨¢lisis de lo real.
¡°En 1953 el Palacio Real hosped¨® una exposici¨®n de Picasso que marc¨® el principio de una nueva era¡±, recuerda el concejal Boeri. ¡°La ciudad se despertaba tras los bombardeos de la guerra y tocamos con la mano la fuerza del arte, cuando es tan profunda¡±. Mil¨¢n, donde Italia se liber¨® de la pesadilla nazi fascista, la ciudad donde Mussolini fue ejecutado, acogi¨® a Picasso y a su Guernica como una revelaci¨®n, una se?al de la vuelta a la vida. ¡°Herv¨ªamos de un entusiasmo ¨¦pico¡±, recuerda Fo, ¡°est¨¢bamos felices, liberados. Hoy la situaci¨®n parece opuesta, tr¨¢gica: industrias que cierran, obreros despedidos, preocupaci¨®n por el futuro¡±.
El fervor de aquellos a?os Fo lo recuerda porque lo protagoniz¨® con su fama en ciernes. Ya era ecl¨¦ctico e imparable su compromiso art¨ªstico. ¡°En 1946, los compa?eros [de la academia de Bellas Artes de Brera, en Mil¨¢n, donde estudi¨® pintura] viajamos a Par¨ªs para visitar al que para nosotros era un monumento viviente. Invitamos a Picasso a Mil¨¢n y empezamos a escribirle. ?l promet¨ªa bajar. Cuando descubrimos que iba a acudir a Cinecitt¨¤, en Roma, algunos de nosotros se molestaron, otro sugiri¨® secuestrarle durante el viaje hacia la capital, al final decidimos falsificar una carta con su firma y pasarla a la prensa: ¡®Queridos amigos, con mucho gusto voy a pararme en Mil¨¢n para abrazaros, el tal d¨ªa a la tal hora. Con afecto, Pablo¡¯. Organizamos una fiesta de bienvenida con orquesta de jazz, actores, bailarines, artistas del circo en el Sal¨®n de los Filodram¨¢ticos, un viejo teatro bombardeado, al lado de la Scala. Disfrazamos a Otello, bedel de la academia, con camiseta de rayas y gabardina blanca. Llegaron intelectuales, mecenas, periodistas y much¨ªsimos ciudadanos: no se dieron cuenta de la trampa hasta que un petardo explot¨® cerca del pie de Otello y este empez¨® a imprecar en dialecto lombardo¡±.
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