Vila-Matas charla en Nueva York con su personaje... Paul Auster
El novelista barcelon¨¦s presenta en el Instituto Cervantes 'Dublinesca', en la que aparece el autor neoyorquino
En una escena propia de los ir¨®nicos juegos literarios entre realidad y ficci¨®n que caracterizan su obra, Enrique Vila-Matas entabl¨® el martes una conversaci¨®n, moderada por su traductora al ingl¨¦s Anne Mclean, con uno de los personajes que asoman por las p¨¢ginas de su libro: el tambi¨¦n escritor Paul Auster. La charla, celebrada en el abarrotado auditorio del Instituto Cervantes de Nueva York, se enmarca dentro de una serie de lecturas y visitas a universidades con motivo de la presentaci¨®n de Dublinesca, la cuarta novela que el hist¨®rico sello independiente New Directions publica del novelista barcelon¨¦s en EE UU, y que ha tenido una excelente acogida cr¨ªtica en las paginas de The New York Times y la revista The New Yorker.
Ni Vila-Matas habla ingl¨¦s, ni Auster espa?ol algo que no ha sido impedimento para que sientan una cercan¨ªa y afecto especial. Quiz¨¢ incluso ha jugado a su favor, brome¨® Auster. Vila¨CMatas, por su parte, ratific¨® su reci¨¦n descubierto dote para entender el sentido de conversaciones que se desarrollan en otras lenguas, algo que asegur¨® haber confirmado tras su paso por Dokumenta en Kassel este verano, donde le invitaron a escribir desde la mesa de un restaurante chino y sinti¨® que era capaz de entender todo lo que ocurr¨ªa a su alrededor. En una de los ¨²ltimas citas en Barcelona la conexi¨®n fue tan fuerte que ambos pensaron que ¨¦l otro estaba hablando en su idioma.
Se conocieron en una cena en la casa de Brooklyn del neoyorquino. Aquel primer encuentro recogido en la nueva novela, supuso tanto para el viejo editor Riba, protagonista de Dublinesca, como para el escritor que recre¨® la escena, un momento de suma felicidad s¨®lo matizado por los irrefrenables bostezos que el jet lag provoc¨®. Auster ley¨® en el Cervantes ese extracto de la novela que concluye cuando Riba cree entender que el estadounidense le pide un dep¨®sito, algo que no logra olvidar y que le hace pensar si es que el anfitri¨®n ha captado su deseo de apropiarse de su casa y le est¨¢ pidiendo un adelanto de la venta. ¡°Es cierto que esa noche enviaba todo, sanamente pero todo¡±, record¨® Vila-Matas. ¡°Cuando estaba escribiendo no sab¨ªa c¨®mo cerrar la escena y saqu¨¦ un libro al azar donde encontr¨¦ la pregunta, naturalmente, todo cobr¨® sentido¡±.
Se conocieron en una cena en la casa de Brooklyn del neoyorquino
Auster reconoci¨® que aunque no es esta la primera vez que aparece como un personaje de ficci¨®n en una novela, su cameo en Dublinesca es distinto. ¡°Normalmente cuando aparezco en una novela, se trata de gente que no conozco, es s¨®lo mi nombre en una p¨¢gina. Con Enrique nos conocemos y admiro su trabajo. En la novela hay otro momento en que en una conversaci¨®n alguien se pregunta si Auster tendr¨¢ muchos lectores en Ghana¡±, dijo entre risas. El autor de Trilog¨ªa de Nueva York tambi¨¦n habl¨® de extra?os episodios asociados a la profesi¨®n de escritor, como aquella vez que en un aeropuerto de Portugal el polic¨ªa del control de pasaportes le dijo que hab¨ªa perdido 30.000 euros por su culpa al no poder contestar una pregunta en un concurso de televisi¨®n sobre el nombre del perro que parece en su novela Tombuct¨². ¡°Puede ser que las novelas al fin tengan alguna utilidad¡±, reflexion¨®.
Aunque Par¨ªs, ciudad en la que tanto Vila-Matas como Auster vivieron cuando a¨²n so?aban con ser escritores, parece un nexo evidente entre ellos, Dubl¨ªn y sus admiraci¨®n por James Joyce y Beckett, tambi¨¦n les acerca. Vila-Matas habl¨® de Dublinesca como del recorrido que une a estos dos padres de la literatura moderna: ¡°de la riqueza de uno a la penuria deliberada del otro, de lo epif¨¢nico, a la afon¨ªa¡±. Auster record¨® c¨®mo en Par¨ªs conoci¨® a Beckett en un caf¨¦ de Montparnasse. ¡°Me cont¨® que acababa de traducir al ingl¨¦s una de sus novelas y me dijo que hab¨ªa quitado un 25%. Yo le pregunt¨¦ por qu¨¦, a m¨ª me hab¨ªa encantado. Cuando despu¨¦s de un rato me pregunt¨® si de verdad me hab¨ªa gustado comprend¨ª que Beckett odiaba su trabajo, no era capaz de juzgarlo¡±, explic¨®.
?Servir¨¢ ese auditorio del Cervantes a Vila-Matas como material de ficci¨®n para un pr¨®ximo libro?, preguntaron desde el p¨²blico. Haciendo gala de lo que en la revista The New Yorker Joanna Kavenna, defini¨® como una especial capacidad para esconderse a plena luz en sus mitos y pseudo biograf¨ªas, e hilar el tapiz de una trama con una mano experta y deshilarla con igual pericia con la otra mano, Vila-Matas no lo descart¨® de plano, y asegur¨® que en caso de que as¨ª fuera, ser¨ªa ese hombre el que m¨¢s posibilidades ten¨ªa de aparecer en la p¨¢gina a¨²n no escrita.
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