Franzen: ¡°Twitter est¨¢ sobrevalorado¡±
El autor de 'Libertad' habla para EL PA?S de literatura, de Internet, de Obama, del paso inofensivo del hurac¨¢n Sandy por su barrio y de su amigo y rival literario David Foster Wallace
El autor Jonathan Franzen (Chicago, 1959) mantuvo una larga conversaci¨®n con EL PA?S esta semana en su apartamento de Nueva York con motivo de la publicaci¨®n en Espa?a de la recopilaci¨®n de ensayos M¨¢s afuera (Salamandra). Trat¨® asuntos como el suicidio en 2008 de su amigo, el tambi¨¦n escritor David Foster Wallace, las servidumbres de la tecnolog¨ªa o las series de televisi¨®n. Lo que siguen son extractos de esa charla.
DAVID FOSTER WALLACE, AMIGO Y RIVAL. ¡°Me enter¨¦ de su suicidio cuando me llam¨® su mujer, Karen [Green], al d¨ªa siguiente de encontrarlo muerto. Me sent¨ª un poco traicionado por el hecho y las circunstancias [se ahorc¨®]. Creo que es una respuesta bastante com¨²n al suicidio de un ser querido. Sent¨ª que la parte mala de David hab¨ªa vencido a la buena. Hay cierto sabor a traici¨®n que tiene que ver con lo singular que era nuestra relaci¨®n. Ten¨ªa en ¨¦l al mayor competidor y al mayor amigo. Hab¨ªa cierta intimidad y al mismo tiempo cierta pelea que me condujo a sentir que me hab¨ªa dejado solo en la pista. ?Con qui¨¦n compito ahora? Todas las respuestas que se me ocurren a esa pregunta son demasiado personales¡±.
¡°Me molest¨® que se tomase su muerte como la de Kurt Cobain. Todos hablaron de que era un ser humano dulce. Y de pronto su peor texto, un discurso hecho para sus alumnos en el Kenyon College se convirti¨® en algo que todos conoc¨ªan [Be water]. No es un completo desastre, era profesor y se preocupaba por los estudiantes, pero no es el verdadero Dave, que era mucho m¨¢s oscuro y menos simplista, siempre enfrentado con sus demonios. Si te interesa su trabajo eso deber¨ªa afectarte¡±.
LA REVOLUCI?N DE LAS SERIES. ¡°Proporcionan placeres pasados de moda asociados tradicionalmente con la novela social. ?C¨®mo se hicieron tan importantes y revolucionarias? Sucedi¨® de un modo inesperado. Tiene que ver con liberarnos de la forma en la que se consum¨ªan, con anuncios, uno por semana¡ El cable y la posibilidad de verlas a tu antojo han permitido que tomen formas de realismo similares a las de la novela. Durante un tiempo me preocup¨® que el talento de los grandes narradores acabase en la televisi¨®n, pero no creo que sea as¨ª, los manuscritos sin publicar que me llegan son cada vez mejores. Creo que las series se han convertido en un subg¨¦nero de la novela. La amenaza no es la televisi¨®n sino la explosi¨®n de la basura animada. Los v¨ªdeos de tres minutos sobre nada. Es perfectamente posible pasar una tarde entera viendo un mont¨®n de esas piezas¡±.
?Y LOS VIDEOJUEGOS? ¡°Veo los anuncios por televisi¨®n sobre la ¨²ltima secuela de los juegos m¨¢s conocidos y son terribles, por muy buen aspecto que tengan. Resultan est¨²pidos¡±.
TWITTER E INTERNET. ¡°Los ap¨®stoles de la tecnolog¨ªa me han hecho sentir que o estas con ellos o est¨¢s contra ellos. Los adictos a Twitter me la tienen jurada porque opino que es una herramienta sobrevalorada. No la uso, pero de vez en cuando me suplantan. Siempre que alguien viene y me dice: ¡®Me encantan tus tuits¡¯, s¨¦ que tengo que llamar a mi agente para que haga algo al respecto. Twitter adem¨¢s no facilita el trabajo de eliminar a los impostores. Teniendo en cuenta ese universo de links que apuntan a textos que nadie ha le¨ªdo ni piensa leer, de fotos de gente desayunando y comunic¨¢ndolo en 140 caracteres; teniendo en cuenta el oc¨¦ano de informaci¨®n defectuosa y la dificultad creciente de diferenciar la buena de la mala; considerando est¨¢n plagados de errores que los art¨ªculos de la Wikipedia (que uso, pero solo para asuntos sencillitos como la fecha de nacimiento de Heinrich Heine); y que la cr¨ªtica de los productos culturales ha muerto a manos de las rese?as de los consumidores, de las cuales un tercio o m¨¢s son inventadas, me resulta imposible no colocarme en el coro de los cr¨ªticos de Internet y de las redes sociales. Son triviales e inexactas. Y me molesta su est¨²pida ret¨®rica del progreso que acabar¨¢ por hacer de este mundo un lugar maravilloso. Vengo de la tradici¨®n de la imprenta en la que los hechos deben ser importantes y en la que hay una preocupaci¨®n por crear un producto permanente. Me enorgullezco de ser blanco de las cr¨ªticas de esa tribu, incluso aunque paso horas en la Red¡±.
EL FIASCO DE LA ADAPTACI?N DE ¡®LAS CORRECIONES¡¯ POR HBO. ¡°Nunca atend¨ª a las razones p¨²blicas de HBO [adujeron dificultad en la traslaci¨®n de la trama al medio televisivo], solo s¨¦ que hab¨ªa un elefante en la habitaci¨®n y es que el piloto era realmente malo. Escrib¨ª un mont¨®n antes de que eso sucediera. Creo que fui el ¨²nico de los involucrados en el proyecto que se sinti¨® completamente aliviado cuando la cosa no prosper¨®. Quiz¨¢ el director, aunque nunca lo dijera¡±.
FIEL AL WORDPERFECT. ¡°A¨²n lo uso ese procesador [su gran momento fue a principios de los noventa, antes de sucumbir ante el pensamiento ¨²nico de Word], lo cual me causa enormes trastornos. Acabo de terminar un libro que son sobre todo notas al pie de p¨¢gina y ha resultado una pesadilla. Se trata de la traducci¨®n del alem¨¢n de los escritos de Karl Kraus. Es tremendamente complicado. Es curioso porque ¨¦l fue el primero que habl¨® de los problemas de la suma de tecnolog¨ªa y medios de comunicaci¨®n de masas. Fue ir¨®nico tener problemas t¨¦cnicos con esos textos¡¡±
EL LIBRO ELECTR?NICO. ¡°Me preocupa que acabe con el modelo del libro como las descargas digitales acabaron con la industria del disco. No he conseguido interesarme lo suficiente en esos cacharros. El otro d¨ªa escuch¨¦ mi primer audiolibro, eso s¨ª¡±.
LA MUERTE DE LA NOVELA (OTRA VEZ). ¡°La novela naci¨® junto al concepto de la individualidad liberal, puede llamarlo individualidad burguesa si quiere ser tendencioso. Y la novela sobrevivir¨¢ mientras haya individuos. Parte de la obsesi¨®n con la pregunta sobre la muerte de la novela tiene que ver con la cuesti¨®n de si la individualidad se ha quedado obsoleta. El sentido de la novela es el mismo del sentido de la vida. Creo que la gente lee novelas contra la falta de sentido. Habr¨¢ novelas mientras haya individuos¡±.
ESCRITORAS Y OTROS AUTORES DE CULTO. ¡°Hay un olvido sistem¨¢tico de algunas escritoras mujeres por el imaginario colectivo, la academia y la cr¨ªtica. Tengo tiempo limitado para escribir sobre otros, as¨ª que me concentro en los m¨¢s subvalorados. Ya hay suficiente gente que escribe sobre Tolstoi o Faulkner. No necesitan mi ayuda. Y luego est¨¢ una tercera raz¨®n: los escritores raros son como los p¨¢jaros: necesitan ayuda. As¨ª siento que estoy haciendo algo por alguien a quien nadie echar¨¢ una mano¡±.
LA INTIMIDAD DEL NOVELISTA. ¡°Empec¨¦ a contar partes de mi vida con La zona fr¨ªa y creo que no es una casualidad que lo sucediera tras Las correcciones, libro que me hizo relativamente conocido para ser un escritor y la experiencia de la comprobar que la gente ten¨ªa opiniones acerca de m¨ª, que cre¨ªa que me conoc¨ªan sin conocerme, lo cual me result¨® exasperante y desorientador. Dado que eso iba a suceder de cualquier manera, prefer¨ª influir directamente en esa conversaci¨®n. Eso parad¨®jicamente crea un espacio privado. Hay tanto que podr¨ªa haber dicho sobre mi primer y muy juvenil matrimonio y solo he escrito unas doce p¨¢ginas sobre 14 a?os de mi vida. Al ponerlo negro sobre blanco, ha quedado a salvo todo lo que no est¨¢ dicho. Todas estas sobreexposiciones son proyectos para reclamar mi libertad. Es cierto que en La zona fr¨ªa, por ejemplo, habl¨¦ sobre mis padres y tuve cierta oposici¨®n de mis hermanos, creyeron que a lo mejor escandalizar¨ªa a los vecinos saber esas cosas sobre ellos, que ya estaban muertos¡±.
DE LA FICCI?N¡ O NO. ¡°No practico el periodismo tan a menudo, pero disfruto mucho de ese estilo de vida. Mi padre, que era ingeniero para una compa?¨ªa de ferrocarriles, viaj¨® mucho cuando yo era peque?o y creo que obten¨ªa una gran satisfacci¨®n de ir por ah¨ª con una maleta. Eso es lo que el periodismo representa para m¨ª. Ir por ah¨ª con una maleta. Alguien paga mi hotel y yo solo tengo que reunir el coraje suficiente para hacer las llamadas de tel¨¦fono. Hay ciertas habilidades que tienes que dominar. En cierto modo es como tocar un instrumento. Resulta placentero dominar el arte y practicarlo. Lo m¨¢s terrible de ser novelista en un mundo de veloces cambios es que no se puede reaccionar a todo lo que sucede. Incluso si lo meto en una novela va a transcurrir un mont¨®n de tiempo antes de que se publique y probablemente se quede anticuado. El periodismo te permite reflexionar sobre algo y tenerlo publicado en menos de un mes¡ En fin, es una profesi¨®n que me encanta, pero no podr¨ªa hacerlo todo el tiempo¡ No es tan complicado como escribir una novela¡±.
¡°La no ficci¨®n presenta para m¨ª retos narrativos tambi¨¦n. Me cost¨® un mont¨®n de tiempo encontrar mi voz. Creo que soy capaz de hacer cosas con esa voz que no me son posibles en la novela. Puedo mostrarme mucho m¨¢s, en un modo m¨¢s divertido. En las novelas estoy mejor defendido. En el ensayo toco temas que nunca me atrever¨ªa a tratar en una novela. No soy de los que creen que el lector de ficci¨®n se merezca tragarse un mont¨®n de material vergonzoso sobre m¨ª. En la ficci¨®n nunca invento cosas. Creo que es injusto. El periodismo se parece al avistamiento de p¨¢jaros, tienes que esperar lo suficiente y entonces aparece la historia¡±.
¡°A¨²n creo que la novela como forma art¨ªstica es insuperable en explicar lo que nos sucede, en lo que ata?e a nuestro fuero interno. Si hablamos de asuntos sociales, la novela ha sido completamente superada. Pero yo sigo siendo el rarito que se entretiene escribiendo sobre cosas que no sucedieron a gente que no existe, pero que se inquieta por lo que pasa en el mundo y est¨¢ feliz de poder escribir en reacci¨®n a ello¡±.
LA FAMA. ¡°La gente proyecta, proyecta y proyecta sus frustraciones y anhelos sobre uno sobre uno. Menos mal que no ten¨ªa treinta o veintitantos cuando el ¨¦xito de Libertad. Me habr¨ªa vuelto adicto, como las estrellas de rock. Cuando te das cuenta de que es solo que la gente proyecta no me afecta. A eso ayuda que nunca leo sobre m¨ª mismo. Nunca. Claro que me paran por la calle o en un aeropuerto pero eso no es desagradable¡±.
NUEVA YORK. ¡°Se la puede llamar mi ciudad [naci¨® en Chicago y se cri¨® a las afueras de Saint Louis]. Me mud¨¦ por primera vez en 1987 y luego he vivido aqu¨ª intermitentemente desde principios de los 90. Desde 1994 la considero mi residencia. Lo de pasar tiempo en california, bueno, hace tiempo me li¨¦ con una californiana. [A la tambi¨¦n escritora Kathryn Chetkovich] empec¨¦ a llamarla ¡°la chica californiana¡± en La zona fr¨ªa y as¨ª se qued¨®. Le gusta su privacidad, y prefiere pasar inadvertida. Siempre la coloco en la lista de los agradecimientos, pero no menciono su nombre en los textos. Es extra?o lo distinto que resulta, al menos en mi cabeza, incluir el nombre de alguien en la p¨¢gina inicial o en el cuerpo del texto. El texto es un espacio p¨²blico¡±.
EL HURAC?N SANDY. ¡°Lo cierto es que este barrio [el Upper East Side] qued¨® pr¨¢cticamente intocado, salvo porque tir¨® un ¨¢rbol, que era el favorito de los p¨¢jaros que veo desde mi ventana. He distinguido hasta 41 especies. No son muy ex¨®ticas, pero es que yo me entretengo con un simple estornino. Aquella noche del Sandy estuvimos en casa, viendo f¨²tbol. Hubo un momento en el que la imagen de la alta definici¨®n tintine¨® un poco. Eso fue todo. Probablemente ten¨ªa que ver con la explosi¨®n de la central de la calle 14. Es de lo m¨¢s raro¡ me record¨® al Katrina, cuando la mayor parte del pa¨ªs no fue afectado. Resultaba irreal pensar que una ciudad estadounidense hab¨ªa sido esencialmente destruida¡ Esta vez no fue muy distinto, porque la mayor parte de la ciudad no lo experiment¨® en absoluto, y otras partes acabaron en ruinas. Tengo un mont¨®n de amigos que viven en la parte baja y ellos s¨ª que lo sufrieron. Mi sobrino vino a pasar cinco d¨ªas con nosotros. Y luego todos los que residen m¨¢s debajo de la calle 14 sub¨ªan a cargar sus cacharros aqu¨ª para despu¨¦s volver y tirarse un mont¨®n de horas a oscuras en sus casas. Vivimos en el piso d¨¦cimo, hasta aqu¨ª no llegar¨ªa la subida de ning¨²n agua¡±.
¡°No creo que tenga un efecto en la ficci¨®n como s¨ª lo tuvieron otros acontecimientos dram¨¢ticos de la ciudad como el apag¨®n del 78. Los 70 eran distintos en esta ciudad. Eran tiempos m¨¢s apocal¨ªpticos, la ciudad en su conjunto se sent¨ªa fuera de control. Casi en la bancarrota, con grafitis en todas partes, basura sin recoger en las calles. Daba la sensaci¨®n de que Nueva York sucumbir¨ªa. El apag¨®n tuvo en consecuencia un enorme efecto en la imaginaci¨®n de la gente. El Sandy es m¨¢s una historia sobre las enormes desigualdades entre unos y otros barrios¡±.
LA GESTACI?N DE ¡®LIBERTAD¡¯. ¡°Hab¨ªa estado peleando con esa novela durante a?os. Y entonces sucedieron dos cosas: se suicid¨® mi amigo [el escritor] David [Foster Wallace] y Obama gan¨®. Cuando muri¨® fui a pasar un par de semanas con su viuda en California. Y al volver a Nueva York resultaba imposible pensar en otra cosa que en las elecciones, que resultaron terap¨¦uticas. Si hubiera perdido todo habr¨ªa sido m¨¢s dif¨ªcil. Se abri¨® ante m¨ª un mundo en el que la ansiedad quedaba como una cosa del pasado. La ansiedad sobre la marcha del mundo es un asunto extra?o porque te induce a pensar que si est¨¢s encima de los problemas, informativamente hablando, contribuir¨¢s a arreglar algo. Con la llegada de Obama, me dio la impresi¨®n de que al menos durante un tiempo alguien se encargar¨ªa de ese trabajo¡±.
LA REELECCI?N DE OBAMA. ¡°Me tom¨® seis horas al d¨ªa siguiente darme cuenta de lo que estaba sintiendo. Era una sensaci¨®n tan inusual¡ Al final di con ella: volvi¨® el optimismo por Estados Unidos. En cierto modo era la ¨²ltima vez que los republicanos pod¨ªan acceder a la Casa Banca, los enormes cambios demogr¨¢ficos juegan en su contra. Podr¨ªa haber sido tan da?ino para el pa¨ªs¡ Fue curioso, todos est¨¢bamos hartos, no sent¨ªamos el mismo entusiasmo por Obama. Y sin embargo era sin duda mucho m¨¢s importante que hace cuatro a?os¡±.
¡°Creo en una enorme energ¨ªa creativa que emana del hecho de saber que el pa¨ªs est¨¢ en buenas manos. Saber que en principio las cosas no van a ponerse feas mientras Obama est¨¢ en el poder es un estado mental muy ¨²til para producir la clase de intensidad que las novelas requieren¡¡±.
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