Paisaje cultural venezolano para el siglo XXI
El arte no fue prioridad de Ch¨¢vez. Ahora que ha muerto, quiz¨¢ sea el momento de que el pa¨ªs entre en contacto con el nuevo arte
La cultura bolivariana tuvo sus propias reglas, en tanto que aparec¨ªa perfectamente inscrita dentro de un proyecto mayor, el de la Revoluci¨®n Bolivariana emprendida por Hugo Ch¨¢vez en Venezuela. Durante sus mandatos, el tradicional Ministerio de Cultura pas¨® a llamarse Ministerio del Poder Popular para la Cultura. La palabra popular ten¨ªa ahora gran relevancia, no solamente en los dominios art¨ªsticos sino en todo el ideario revolucionario del chavismo, que inclin¨® la balanza hacia el arte del pueblo, el folclore, la tradici¨®n y todas las manifestaciones art¨ªsticas que reafirmaran la identidad nacional. La vanguardia, el arte de riesgo, la experimentaci¨®n y la b¨²squeda de nuevos caminos expresivos eran vistos como ejercicios peligrosos hacia la consolidaci¨®n de un temido y odiado arte ¡°burgu¨¦s y oligarca¡±, palabras favoritas del reci¨¦n fallecido presidente venezolano. Pero el arte tampoco fue una gran preocupaci¨®n de Ch¨¢vez. Sus gobiernos nunca abogaron por una pol¨ªtica cultural coherente y esa desidia propici¨® el derrumbamiento institucional de la cultura a lo largo de 14 a?os. Ch¨¢vez hizo desaparecer el modelo preexistente, que aunque ten¨ªa sus grandes defectos era un patr¨®n, pero no tuvo la voluntad de sustituirlo por otro.
Teatro para m¨ªtines
El Teatro Teresa Carre?o, de Caracas, que fue siempre la gran casa de ¨®pera, ballet y m¨²sica de la ciudad, se convirti¨® en el recinto favorito de los largu¨ªsimos m¨ªtines y discursos presidenciales, y algunas instituciones de relevancia indiscutible, como el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Caracas, con una colecci¨®n que inclu¨ªa a Picasso, Dal¨ª, Henry Moore y otras luminarias, dej¨® de ser un referente internacional y pas¨® a convertirse en el destacado recinto en el que el pueblo pod¨ªa mostrar sus pinturas, gracias a macroexposiciones colectivas, de car¨¢cter popular, sin criterios ni comisariado, en las que no hab¨ªa rigor ni riesgo alguno. Hubo tambi¨¦n una nefasta unificaci¨®n de los museos nacionales y sus colecciones, y se apoy¨® de manera decidida cierto arte latinoamericano, ya trasnochado, de car¨¢cter pol¨ªtico y reivindicativo.
Venezuela hab¨ªa demostrado suficiente talento para estar dentro de las corrientes decisivas
Esta falta de criterio empuj¨® al movimiento art¨ªstico nacional hacia el abismo, se produjo una estatizaci¨®n de la acci¨®n cultural y propici¨® un abandono de las iniciativas privadas. Se fren¨® la llegada de informaci¨®n, desapareciendo las exposiciones, obras esc¨¦nicas y libros venidos de fuera. Venezuela, ahora empe?ada en mirarse a s¨ª misma, perdi¨® contacto con las corrientes de la vanguardia internacional y, lo m¨¢s grave, el artista local se qued¨® sin apoyo ni suficientes ayudas estatales, sin posibilidad de di¨¢logo con las instituciones, sin directrices, sin informaci¨®n y sin opciones para el desarrollo. No fueron pocos los que emigraron. Ocurr¨ªa en todos los sectores, en la literatura, el cine o las artes esc¨¦nicas, donde casi no ha quedado espacio para la ¨®pera, al tiempo que se desmoronaba el interesante movimiento de danza contempor¨¢nea que se ven¨ªa gestando en el pa¨ªs con la desaparici¨®n de las agrupaciones y compa?¨ªas que lo avalaban, y las plataformas institucionales que lo fomentaban.
Crecimiento
Lo que s¨ª creci¨® fue el complejo Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles, que exist¨ªa desde antes pero encajaba perfectamente en el car¨¢cter popular y populista de la cultura chavista, consiguiendo una destacada proyecci¨®n internacional, en buena medida gracias al descomunal ¨¦xito del director orquestal Gustavo Dudamel.
Curioso resulta tambi¨¦n el fen¨®meno de la literatura. Pese a que la producci¨®n literaria merm¨® considerablemente, creci¨® la avidez por los libros de no ficci¨®n, por ensayos pol¨ªticos y disertaciones sobre el chavismo, desde luego, pero tambi¨¦n por aquellos textos que intentasen explicar el fen¨®meno social sin precedentes que supon¨ªa el nuevo gobierno y sus inesperadas directrices.
Otro sector de crecimiento fue el cine. Una parte lo hizo por m¨¦rito propio sin apoyo estatal, y otra, generosamente financiada, fue destinada a proyectos de exaltaci¨®n de valores patrios, con especial ¨¦nfasis en la gesta bolivariana de independencia o aquellos que directamente alud¨ªan a la Revoluci¨®n Bolivariana.
No obstante, dentro de esta gesti¨®n inmovilista habr¨ªa que destacar la unificaci¨®n de los antiguos institutos universitarios de m¨²sica, teatro, danza y artes pl¨¢sticas (que ya eran eficaces) en la Universidad de las Artes UNEARTE o la creaci¨®n de una Compa?¨ªa Nacional de Danza, instituciones con holgados presupuestos pero que han operado bajo una equ¨ªvoca e interesada direcci¨®n art¨ªstica.
Puede que la muerte de Ch¨¢vez no suponga la muerte del chavismo. No se sabe lo que va a ocurrir pero, en cualquier caso, se abre la posibilidad de reivindicaci¨®n de un arte m¨¢s plural y actual para Venezuela, pa¨ªs que en otro tiempo hab¨ªa demostrado tener suficiente talento, creatividad y sensibilidad para estar dentro de las corrientes art¨ªsticas decisivas del momento. Hasta ahora, el pa¨ªs latinoamericano ha vivido el arte del siglo XXI con criterios caudillistas propios del XIX. Es quiz¨¢ un buen momento para que sus artistas luchen por conectarse de nuevo con la modernidad.
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