Un Pritzker contra el machismo
Una campa?a reclama el premio con car¨¢cter retroactivo para Denise Scott Brown Era socia de Robert Venturi cuando este lo recibi¨® en 1991
¡°Denise Scott Brown es mi igual, mi socia y mi inspiraci¨®n¡±, la frase del arquitecto Robert Venturi encabeza estos d¨ªas la petici¨®n, firmada ya por 10.683 personas, para que a la arquitecta sudafricana, de 81 a?os, se le conceda el Premio Pritzker que en 1991 se le neg¨®. Entonces, el galard¨®n m¨¢s importante que un arquitecto puede obtener le fue concedido solo a Venturi, su socio y esposo. Y Scott Brown se enfad¨®. Por eso no acompa?¨® a su marido a M¨¦xico a recogerlo. Tambi¨¦n en M¨¦xico, hace apenas un mes, la arquitecta se atrevi¨® a hablar de algo que llevaba 22 a?os rumiando: la ilusi¨®n que le har¨ªa ¡°una ceremonia sencilla, no de rectificaci¨®n sino de inclusi¨®n¡± en el premio que consagr¨® solo a su marido por el trabajo de los dos.
La arquitecta habl¨® en el Museo Tamayo durante la presentaci¨®n de su libro Armada de palabras, antolog¨ªa de escritos cuya lectura demuestra hasta qu¨¦ punto eran fundamentalmente suyas las ideas, incluidas en ensayos comunes como Aprendiendo de Las Vegas y que invitan a prestar atenci¨®n a lo que sucede en la calle para pensar las ciudades. Despu¨¦s, un discurso similar ¡ªemitido en v¨ªdeo cuando a Scott Brown le fue concedido el premio de la revista brit¨¢nica The Architect¡¯s Journal¡ª encendi¨® la mecha.
Las j¨®venes Caroline James y Arielle Assouline-Lichten pasaron a la acci¨®n y, a trav¨¦s de change.org, lanzaron una petici¨®n a Martha Thorne, secretaria ejecutiva del Premio Pritzker, para que Scott Brown pudiera ser incluida en el palmar¨¦s que solo admiti¨® a Robert Venturi. A los pocos d¨ªas hab¨ªan conseguido las firmas de otros siete arquitectos premiados con ese galard¨®n, como la iraqu¨ª Zaha Hadid ¡ªque fue la primera mujer reconocida con el premio en 2004¡ª, el holand¨¦s Rem Koolhaas (2000), o los suizos Herzog y de Meuron (2001).
La lista ha ido alarg¨¢ndose d¨ªa a d¨ªa. Y el propio Robert Venturi, que acept¨® el Pritzker de la discordia, decidi¨® sumarse. Es cierto que, ya en 1991, cuando lo recogi¨®, dijo que Scott Brown era la mitad del estudio. Sin embargo, como los hechos terminan contando como la ¨²nica historia, a esta arquitecta octogenaria le gustar¨ªa obtener el reconocimiento oficial. No es un capricho, ha vivido c¨®mo sus colegas de departamento se reun¨ªan para hablar de arquitectura en el club para caballeros de la Universidad de Penn y ella no pod¨ªa entrar. Lleva 22 a?os esperando ese gesto y se ha convertido en un s¨ªmbolo: el reconocimiento podr¨ªa funcionar como piedra de toque ante el sexismo que impera en una profesi¨®n tan art¨ªsticamente avanzada como socialmente atrasada.
Juhani Pallasmaa, miembro del jurado del Pritzker, recuerda que fue la japonesa Kazuyo Sejima la que exigi¨® que su socio, Ryue Nishizawa ¡ªque lleg¨® al estudio 10 a?os despu¨¦s de que ella lo fundara¡ª, compartiera el premio. ¡°Ellos saben c¨®mo funcionan sus estudios, ellos deben pedirlo¡±, explic¨® a EL PA?S. Tal vez por eso sorprende que el chino Wang Shu, que se hizo con el Pritzker hace dos a?os, haya firmado la petici¨®n para Scott Brown, pues entonces no reclam¨® compartir el galard¨®n con Lu Wenyu, su mujer y socia.
¡°El hecho de que una de las parejas m¨¢s creativas y productivas que hemos podido ver en la historia de la arquitectura fuera separada, en lugar de celebrada, por un premio ha sido una injusticia vergonzosa que ser¨ªa maravilloso enmendar¡±. Con esta justificaci¨®n firm¨® Rem Koolhaas la petici¨®n que el martes secund¨® tambi¨¦n el ¨²nico pritzker espa?ol, Rafael Moneo. La secretaria ejecutiva del premio, Martha Thorne, da pocas explicaciones. Pide respeto y anuncia que en mayo, cuando el jurado del premio se re¨²na en Boston para entregarle el galard¨®n al ¨²ltimo Pritzker, el japon¨¦s Toyo Ito, debatir¨¢n la posibilidad de concederlo retroactivo. No ser¨¢ f¨¢cil. El jurado es otro y quienes concedieron el premio en 1991 est¨¢n casi todos muertos. Pero el contexto tambi¨¦n es afortunadamente otro y una decisi¨®n inclusiva podr¨ªa engrandecer el mayor premio que puede recibir un arquitecto. O una arquitecta.
Babelia
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