Z¨®calos frente a burbujas
La arquitectura de las nuevas escuelas busca una ventana al entorno
Entre medianeras y bajo tierra. Es imposible que los alumnos de esta escuela de Pamplona salgan de clase pensando que el mundo es monocromo y que todas las vidas, las calles y las personas se parecen. A pesar de parecer parcialmente soterrada, esta escuela de Carlos Pereda y ?scar P¨¦rez abre una ventana al mundo. A varios mundos: el pulcro, sutil y magn¨ªficamente iluminado de su colegio ¡ªque elige la discreci¨®n, la responsabilidad energ¨¦tica y el servicio como herramientas de convivencia¡ª y el abigarrado, ca¨®tico y coloreado que ofrecen las vistas sobre las traseras de varios bloques de viviendas. En esos balcones y galer¨ªas traseras las vistas son densas y tropiezan con el movimiento de la ropa tendida delante de los rincones donde se acumulan los trastos.
Los bloques de pisos protegen as¨ª las espaldas del colegio. Su fachada de la escuela se abre a la plaza de acceso, en el lado sur del edificio. ?C¨®mo se enfrenta un inmueble a una trama urbana tan abigarrada? ?Ignor¨¢ndola? ?Camufl¨¢ndola? ?Ocult¨¢ndola? Los arquitectos de este colegio optaron por dejarle aire a lo existente indicando, sin embargo, otros caminos con su intervenci¨®n.
Ellos lo explican a partir de la luz. Para captar la luz sin distraerse con las vistas, el edificio deb¨ªa dar prioridad a las entradas indirectas. Con ese objetivo ¡°no ten¨ªa sentido meterse en exuberancias¡±, explica Carlos Pereda, y s¨ª tender un z¨®calo de hormig¨®n que recoge el colegio y permite calcular bien las pautas para iluminar y ventilar. La rotundidad del hormig¨®n exterior contrasta con el orden desordenado, variable, permeable y amable del interior.
Los chavales tienen las mejores vistas: las despejadas a la plaza de acceso. A partir de esas aulas, el edificio crece dejando libres los dos costados, como patios de recreo, tambi¨¦n soleados. As¨ª, patios y lucernarios garantizan la iluminaci¨®n y la ventilaci¨®n del inmueble. En ocasiones, los lucernarios se solapan y crecen en altura para, adem¨¢s de aportar luz, retrasar el enfrentamiento con las vistas sobre la medianera. Pero no es solo un mensaje de respeto, protecci¨®n, convivencia y paso atr¨¢s el que ofrece el colegio.
Construido con elementos prefabricados de hormig¨®n, el edificio tiene 16 pozos geot¨¦rmicos, de 100 metros de profundidad, de los que obtiene el 75 % de la energ¨ªa que consume. Es decir, el inmueble emplea geotermia como energ¨ªa limpia, sin emisiones, y por eso sostenible. M¨¢s all¨¢ del subsuelo, con su cubierta ajardinada no solo mejora el comportamiento t¨¦rmico del edificio, tambi¨¦n ofrece a los vecinos de los abigarrados bloques de viviendas el descanso visual que sus terrazas traseras no les proporcionan. As¨ª, con edificios que prefieren cuidar los cimientos antes de hincharse de vanidad, los ni?os aprenden. Y los vecinos, tambi¨¦n.
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