Filarm¨®nica de Berl¨ªn: nobleza de esp¨ªritu
Simon Rattle dirige en el Teatro Real una vitalista versi¨®n de la ¡®Novena¡¯
![Sir Simon Rattle, dirigiendo la Filarmónica de Berlín en el Teatro Real](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7UCBJEKNLY55AUSSRZFWWBKFQE.jpg?auth=f365100876a44706dc6869bcf8626e4cad8a436d8f50bdc4ff7d99f30c464de8&width=414)
La secci¨®n de contrabajos de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn estaba poniendo a punto sus instrumentos en el escenario del Real antes de que el p¨²blico se acomodase en sus asientos. Como hacen habitualmente en su sede berlinesa, o all¨ª donde se desplazan. Es una cuesti¨®n de estilo, que llev¨® ayer a sentir Madrid cercana a Berl¨ªn, aunque sea por unas horas. Los Berliner muestran siempre una actitud de entrega que refleja su ¡°nobleza de esp¨ªritu¡±, como titula uno de sus libros el gran ensayista Bob Riemen.
?La cuesti¨®n es c¨®mo conseguir el mecanismo de perfecci¨®n que atesoran sus m¨²sicos. Con ellos se percibe por momentos ese concepto idealizado de la belleza absoluta. En el segundo, en el tercer movimiento de la Novena ayer, pongamos por caso. Qu¨¦ sensaci¨®n de arrebato, de continuidad musical, de seducci¨®n sonora. La ¨²ltima sinfon¨ªa de Beethoven es un manifiesto musical de solidaridad y esperanza. Es un acontecimiento, vaya por delante, tener en Madrid durante cinco d¨ªas ¡ªlos dos ¨²ltimos con Iberm¨²sica, el ciclo del admirable Alfonso Aij¨®n, un resistente frente a todas las batallas¡ª a la seguramente mejor orquesta del mundo, con uno de los directores m¨¢s carism¨¢ticos.
Pero quiz¨¢s convenga recordar algunos avatares caprichosos de la historia reciente para situar de una forma m¨¢s reflexiva los altibajos del mundo en que vivimos, aplicados, claro, a la programaci¨®n de espect¨¢culos culturales. La excepcionalidad del concierto fue indiscutible, pero tambi¨¦n flotaba en el aire cierto car¨¢cter de consuelo ante algo que iba art¨ªsticamente mucho m¨¢s all¨¢. Me explico.
En abril de 2011 se present¨® a bombo y platillo en Salzburgo un acuerdo de colaboraci¨®n entre la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, el Festival de Pascua de Salzburgo y el Teatro Real de Madrid que permitir¨ªa ver representadas en el coliseo de la Plaza de Oriente nada menos que Parsifal, Salom¨¦ y Carmen en 2013, 2014 y 2015. ?ramos entonces, para la prensa internacional, la envidia de Europa. Nunca la manoseada marca Espa?a ha estado tan fuerte musicalmente fuera de nuestras fronteras. Rattle se mostraba adem¨¢s entusiasmado con la idea. Y Mortier, adem¨¢s de volver simb¨®licamente a relacionarse con una ciudad con la que estuvo implicado durante una d¨¦cada al frente de su festival de verano, cumpl¨ªa el sue?o de tener al lado para sus proyectos madrile?os nada menos que a Simon Rattle y los Berliner.
Pero todo qued¨® en agua de borrajas por la preferencia de los pol¨ªticos que nos gobiernan en aplicar los recortes a manifestaciones culturales o, dicho de otra forma, por las repercusiones de la gesti¨®n perversa de la crisis. Se busc¨® una soluci¨®n de compromiso para mantener la llama encendida con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn mediante la programaci¨®n de La flauta m¨¢gica, con puesta en escena de Robert Carsen, estrenada el pasado marzo en Baden-Baden. Tampoco esta soluci¨®n ha sido posible. Lo ¨²nico que queda es una colaboraci¨®n esc¨¦nica con el Festival de Pascua de Salzburgo en Parsifal. Del pasado inmediatamente anterior permanece en el recuerdo el concierto del 1 de mayo de 2010 en el Real de Rattle y los filarm¨®nicos berlineses interpretando el Concierto de Aranjuez, con el guitarrista flamenco Ca?izares.
Pero, en fin, ayer Rattle y los Berliner se centraron en Beethoven y el tiempo se detuvo. Qu¨¦ hermosura de interpretaci¨®n. Justamente ayer era el d¨ªa en el que el humanista Claudio Abbado, el director anterior a Rattle con los Berliner, cumpl¨ªa 80 a?os (tambi¨¦n los cumpl¨ªa el escritor Arnoldo Liberman, otro gran humanista), y quiz¨¢s inconscientemente, por todo este flujo de circunstancias casuales, la sinfon¨ªa desprendi¨® en todo momento, desde la m¨²sica pura, una atm¨®sfera conciliadora. La lectura de Rattle fue espont¨¢nea, alegre, ligera de sonido, virtuosa y fresca en el segundo movimiento, de un una emoci¨®n sosegada en el tercero. Sin cargas filos¨®ficas a lo Furtw?ngler, sin densidades sonoras a lo Thielemann, sin tendencias anal¨ªticas a lo Abbado, sin dominio estructural a lo Klemperer. Todo transmit¨ªa entusiasmo, naturalidad, cercan¨ªa. La orquesta estuvo magn¨ªfica, secci¨®n por secci¨®n, instrumento a instrumento. Los solistas, especialmente Camilla Tilling y Nathalie Stutzmann, brillaron con luz propia, y cumplieron tambi¨¦n Joseph Kaiser y Dimitry Ivashchenko, mientras el coro Intermezzo asum¨ªa con profesionalidad el reto de compartir la m¨²sica con los berlineses. Viv¨ªa su noche m¨¢s hermosa.
La sinfon¨ªa de las sinfon¨ªas se repite hoy y ma?ana en el Real ¡ªcon transmisi¨®n el viernes en pantalla gigante en la madrile?a plaza de Callao¡ª. El s¨¢bado y el domingo los berlineses se desplazan al Auditorio Nacional con dos programas diferentes, a cual m¨¢s atractivo, en los que interpretar¨¢n sinfon¨ªas de Schumann, el R¨¦quiem de Faur¨¦ con el Orfe¨®n Donostiarra, el Concierto para viol¨ªn de Alban Berg y, para alejar los esp¨ªritus malignos, la obertura de La flauta m¨¢gica. La m¨²sica, la gran m¨²sica, reina por unos d¨ªas en Madrid. Es un milagro. No. Es la realidad en su sentido m¨¢s bello.
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