Carta
Perd¨®name la licencia, tu ego¨ªsmo rebasa cualquier l¨ªmite. El mundo no gira alrededor de ti
Querido hijo.
Te he escrito varias veces a lo largo de tu vida, sobre todo desde que empezaste a viajar por el mundo. No s¨¦ si lees mis cartas. Muchas veces he tenido la sospecha de que haces todo cuanto est¨¢ en tu poder para extraviarlas apenas enterarte de su contenido. Por eso te pido que pongas toda la atenci¨®n en esta. No solo se trata de ti y de m¨ª, es el futuro de tus hijas y su salud mental lo que en este momento me preocupa. Nunca has sabido contenerte. Cuando tu padre quiso que entraras a un colegio militar para doblegar la insumisi¨®n que mostraste desde tu ni?ez, defend¨ª tu derecho a llevar el pelo largo, a andar descalzo y a vestirte como te diera la gana. Si te soy sincera, nunca he dejado de preguntarme si tuve raz¨®n.
Como te he dicho antes, me siento muy orgullosa de lo que has logrado hacer con tu carrera. Tienes talento y has sabido moverte en un ambiente complejo y sofisticado. Sin embargo, perd¨®name la licencia, tu ego¨ªsmo rebasa cualquier l¨ªmite. El mundo no gira alrededor de ti. A tus cuarenta y cinco a?os ser¨ªa hora de que aprendieras a ver que existen otras personas y que tienes ciertas obligaciones con tus hijas. La madre de Uma es una mujer responsable y se ha ocupado de ella. Las dos menores, en cambio, han tenido una educaci¨®n escolar deficiente. Supuestamente ibas a formarlas t¨² mismo y lo ¨²nico que has conseguido es convertirlas en unas inadaptadas. ?Te has preguntado si lo que reciben de ti les va a servir para sobrevivir en el mundo, no en el tuyo sino en el que existe fuera de tu casa y de tu imaginaci¨®n?
Eres mi ¨²nico hijo y sabes que te quiero sobre todas las cosas. Pertenecemos a dos generaciones muy distintas y entre nosotros existe un abismo ideol¨®gico. Lo que para ti es natural, para m¨ª es simplemente impensable. Aun as¨ª apoy¨¦ tu estramb¨®tica idea de instaurar en mi casa una comuna con tus dos esposas y sus respectivas hijas. Considero un privilegio haber convivido ese tiempo con mis nietas; especialmente con Uma, a quien conoc¨ªa menos. Quiz¨¢s por la estabilidad que recibi¨® de su madre o por haber vivido alejada de ti, es una chica de una madurez excepcional. Con toda la delicadeza del mundo, puso estructuras y horarios en esta casa donde tanta falta hac¨ªan. Sus hermanas la apoyaron y con mucha raz¨®n. Al principio cre¨ª que Uma estaba influyendo en ti de manera positiva. Me enterneci¨®, no te lo niego, que hicieras tantos esfuerzos por complacerla. S¨¦ muy bien que no aceptas ¨®rdenes de nadie y, sin embargo, por ella moderaste tus excesos alcoh¨®licos, tus arranques de malhumor. Me conmov¨ªa encontrarte por las noches recostado sobre su hombro, mientras ella le¨ªa en el sof¨¢ de la sala. Pens¨¦ en todos los a?os que hab¨ªan estado lejos y llegu¨¦ a desear que, al terminar el bachillerato, Uma pasara varios a?os con nosotros como era tu intenci¨®n. Pronto me di cuenta de mi ingenuidad. Me alarm¨¦ la primera vez que te descubr¨ª mir¨¢ndola sobre la arena con esa expresi¨®n que ya no era dulce sino de franca lujuria, pero no dije nada. Pens¨¦ que, a fin de cuentas, los hombres no discriminan su deseo. Lo que nunca sospech¨¦ fue hasta d¨®nde llegar¨ªa tu debilidad por ella. Te mostraste manso ¡ªcomo jam¨¢s te hab¨ªa visto actuar¡ª a todos sus designios y recomendaciones, y yo pens¨¦ que era gratuito, que no hab¨ªa ninguna estrategia detr¨¢s. Luego te encontr¨¦, en varias ocasiones, apostado tras la ventana del ba?o, justo al volver de la playa, esperando el momento en que ella entrar¨ªa a la ducha para enjuagarse el bikini. Conozco muy bien esa expresi¨®n determinada con que la observabas. Te la he visto muchas veces. En general consigues lo que deseas y no siempre es para bien. Fue entonces cuando me mud¨¦ a su habitaci¨®n, no porque hubiera encontrado un nido de alacranes junto a mi cama, como asegur¨¦ esa noche, sino porque te sent¨ª acech¨¢ndola. Fui yo la responsable de que Uma volviera antes de lo previsto a Par¨ªs. Llam¨¦ a su madre y, tras explicarle la situaci¨®n, le ped¨ª que adelantara su billete. Eres mi hijo y ella mi nieta. Los amo a los dos y por eso no voy a permitir que cometas ning¨²n crimen. Te lo aseguro, llegar¨¦ a los tribunales o hasta donde sea necesario para impedir que le hagas da?o.
Lo que pas¨® en Bacalar el verano pasado es inadmisible. Estoy convencida de que tampoco fue f¨¢cil para ti y por eso te ruego que busques alg¨²n tipo de ayuda para solucionarlo. Si no conf¨ªas en los psic¨®logos ni en los psicoanalistas, recurre al menos a un brujo o a un curandero que te ense?e a controlarte.
Guadalupe Nettel es escritora mexicana. Su ¨²ltimo libro es El matrimonio de los peces rojos.
Babelia
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