El gigante de holl¨ªn
La central de Aliaga, que fue la m¨¢s grande de Espa?a, es desde hace 30 a?os vestigio de una industria obsoleta
La vida en el peque?o municipio de Aliaga (Teruel) entra?aba vagonetas llenas de carb¨®n, plazas ennegrecidas por holl¨ªn y un humo denso visible desde varios kil¨®metros a la redonda. La prosperidad de este enclave depend¨ªa de las bocanadas de un gigante de hierro y ladrillo que fue la primera f¨¢brica de electricidad a partir del carb¨®n en Espa?a, y durante a?os el complejo energ¨¦tico m¨¢s grande del pa¨ªs. Consumi¨® durante tres d¨¦cadas el carb¨®n de las minas turolenses hasta que en 1982 se decret¨® que su misi¨®n era lo suficientemente poco rentable como para cerrarla.
La central multiplic¨® una poblaci¨®n de unos pocos centenares de habitantes hasta los 2.000. Alrededor del viejo casco de Aliaga brotaron dos barrios nuevos para alojar a los trabajadores, un cine, un economato, una fonda para los solteros y unas escuelas. El pueblo se dispon¨ªa a vivir sus a?os de bonanza. En la sala de calderas de la mole viv¨ªan cinco monstruos con las entra?as ardiendo a temperaturas elevad¨ªsimas que se llevaron la vida de alg¨²n operario mientras limpiaba los restos de ceniza. La caldera m¨¢s imponente med¨ªa como un edificio de siete plantas y quemaba ella sola lo mismo que las otras cuatro.
El alcalde actual Sergio Uche, del PAR, vio el complejo en plena actividad y particip¨® en su desmantelamiento. Uche, hijo del pueblo, termin¨® as¨ª el ciclo que hab¨ªa empezado su abuelo, quien trabaj¨® de encargado en la construcci¨®n de la central. Los edificios aleda?os albergaban el taller y el almac¨¦n, y en lo alto del cerro se alzaban los tres chal¨¦s para los directivos de la central. ¡°Duraron poco, porque las casas se les llenaban de holl¨ªn¡±, apunta Uche.
Datos y fechas
Fundada en 1952. Fue la central t¨¦rmica m¨¢s grande de Espa?a
Trabajadores. Un centenar.
Estilo. Arquitectura historicista.
Dimensiones. La nave central tiene 76 metros de largo y 36 de alto.
Fin. Se cerr¨® en 1982. En los tres a?os siguientes se desmantel¨®.
Las veteranas manos de Ricardo Zaera ¡ªT¨ªo Ricardo, le llaman en el pueblo¡ª, que hoy empu?an un bast¨®n, tienen una larga historia en com¨²n con el carb¨®n. Primero trabaj¨® en las minas y despu¨¦s en la central, es el exempleado de m¨¢s edad del pueblo. Tiene 90 a?os. ¡°Durante el horario de noche, no pod¨ªas evitar echarte alguna que otra cabezada y entonces ven¨ªa el encargado, que era alem¨¢n y hablaba poco espa?ol, deb¨ªa de ser un enchufado de vete a saber qui¨¦n, y nos dec¨ªa: ¡®?No os sent¨¦is que os dorm¨ªs!¡±. Recuerda que tras el cierre, la empresa ¡ªEl¨¦ctricas Reunidas de Zaragoza, que luego se integr¨® en Endesa¡ª les dio 250.000 pesetas a los trabajadores para su traslado a Zaragoza, donde la compa?¨ªa les dio otros puestos.
Junto a Pedro Ari?o, de 67 a?os, recuerda an¨¦cdotas de las jornadas laborales que solo ellos entienden. ¡°El polvo, el polvo, me acuerdo del polvo. Ten¨ªamos un barre?o en el que nos limpi¨¢bamos al acabar el turno, porque sal¨ªas negro. Conseguimos que nos pusieran una ducha cuando estaban a punto de cerrar¡±, rememora Ari?o.
En los montes que rodean el edificio se levantan unas torretas. Eran parte de la estructura del telef¨¦rico que transportaba las vagonetas de carb¨®n desde las minas directamente hasta el complejo de Aliaga. La central empez¨® a necesitar tanto alimento que hicieron falta m¨¢s suministros de otras partes de la comarca, pero ya no fue posible traer el carb¨®n por el aire, hubo que hacerlo por carretera, algo que elev¨® los costes de producci¨®n y que ser¨ªa una de las causas del fin del gigante de Aliaga. El suyo fue un apag¨®n anunciado, la fecha de caducidad de estos complejos llega en torno a los 25 a?os de existencia.
Tambi¨¦n en esta serie...
En la pen¨²ltima planta se encuentra el cementerio de los papeles. Cientos de rollos descansan apilados en una habitaci¨®n desvencijada, contienen las cifras de producci¨®n del complejo, n¨²meros que tras la clausura de la central carecen de sentido.
La vida tal como vino se fue. Hoy en invierno habitan en Aliaga poco m¨¢s de 350 personas que viven de espaldas a la central. La recuerdan con el pesar de que no se haya hecho nada con ella. El terreno y sus edificaciones pertenecen a unos empresarios turolenses que lo adquirieron hace unos a?os a bajo precio. Una empresa de cartonaje se interes¨® por las instalaciones, pero el proyecto no prosper¨®.
El gigante tendr¨¢ que esperar a que alguien venga a despertarlo. Por ahora deber¨¢ conformarse con usos bien diferentes para los que fue concebido. El a?o pasado fue escenario del rodaje de un corto que deb¨ªa recrear Siberia. El embalse anexo al edificio principal, con el agua helada la mayor parte del invierno, ayudaba bastante a recrear las g¨¦lidas tierras rusas. Una escena de este filme fue la imagen promocional del S¨®nar de 2012.
Aunque los rastrojos hayan invadido todo el entorno y los cristales y restos de cemento cubran el suelo, los muros de la central t¨¦rmica de Aliaga se levantan orgullosos en el valle, aguardando que alguien vuelva a llenarlos de vida. Aunque cada vez, la vida est¨¦ m¨¢s dif¨ªcil.
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