Destruir el planeta con moderaci¨®n
Emmerich estrena su ¨²ltima pel¨ªcula, ¡®Asalto al poder¡¯ El cineasta reh¨²ye de etiquetas: ¡°Odio que me llamen ¡®maestro de los desastres¡±
Una lluvia de meteoritos acab¨® ¨Cdicen algunos- con los dinosaurios. Y la peste negra extermin¨® a un tercio de los europeos del siglo XIV. Cat¨¢strofes respetables, cierto. Pero sin constancia: no han sido capaces de destrozar la Tierra en m¨¢s de una ocasi¨®n. Roland Emmerich, en cambio, lo ha hecho ya cinco veces. De ah¨ª que los n¨²meros hablen claro: no hay mayor peligro para el planeta que el cineasta alem¨¢n. Adem¨¢s, para confirmar su liderazgo, el director de Independence day y 2012 ha vuelto a poner el mundo patas arriba por sexta vez en la gran pantalla. El resultado se titula Asalto al poder y se estrena hoy en Espa?a.
¡°Es la historia de un padre que intenta reconciliarse con su hija y se mete en un gran l¨ªo en la Casa Blanca¡±, resume Emmerich (Stuttgart, 1955) la trama de su ¨²ltima fatiga. Alrededor de este idilio familiar, sin embargo, el mundo se desmorona. Un grupo paramilitar se hace con el centro del poder de EE UU, encierra unos cuantos rehenes, destrona al presidente (Jamie Foxx) y empieza a soltar misiles como fuegos artificiales en Nochevieja.
Suficiente como para comprender por qu¨¦ la pregunta que Emmerich m¨¢s ha recibido a lo largo de las seis giras de promoci¨®n del filme que ya lleva sea: ?qu¨¦ tiene usted contra la Casa Blanca? ¡°?Nada!¡±, se r¨ªe el director. De hecho, el alem¨¢n va m¨¢s all¨¢ y reh¨²ye directamente de una etiqueta que acompa?a sistem¨¢ticamente su filmograf¨ªa. ¡°Odio cuando me llaman ¡®el maestro de los desastres¡¯. Si hablaras con mis amigos te dir¨ªan que soy el mayor cobarde que conocen, como una ni?a peque?a¡±, sostiene Emmerich.
Sin embargo, de El d¨ªa de ma?ana a 10.000 BC, es innegable que el creador se ha volcado en los dramas con alto contenido de efectos especiales y cat¨¢strofes. Aunque, aclara, no depende solo de ¨¦l: ¡°Hay un mont¨®n de gente que vive de estas pel¨ªculas. Yo, mi agente, mi abogado, la gente que me rodea. Por eso siempre empujan para que haga este tipo de filmes¡±.
Sea como fuere, resulta parad¨®jico que un hombre que se plante¨® de joven ser arquitecto ahora se dedique a tumbar edificios. El punto de inflexi¨®n, al parecer, fue Independence day. ¡°Era ciencia ficci¨®n pero le dimos la estructura de una pel¨ªcula de desastres, donde los aliens se abat¨ªan sobre los humanos como una cat¨¢strofe. Cuando haces eso, y con ¨¦xito, acaba siendo lo que te piden¡±, insiste Emmerich, que ¨Ctodo sea dicho- tambi¨¦n cuenta en su curr¨ªculo con largometrajes menos dram¨¢ticos. Como Anonymous -sobre la teor¨ªa controvertida de que otro hombre escrib¨ªa las obras de Shakespeare ¨C, el filme que ¡°probablemente¡± m¨¢s am¨®. O como Stonewall, una pel¨ªcula sobre las movilizaciones progays en Nueva York en 1969, que quiere rodar a toda costa. Aunque volvemos a lo mismo: ¡°Nadie quiere que haga una pel¨ªcula sobre esto¡±.
Bastante m¨¢s debe de apetecerle a la industria el otro proyecto que Emmerich estudia: Independence day 2. Ser¨¢ 20 a?os despu¨¦s, los aliens volver¨¢n a invadirnos ¡°por una raz¨®n¡± aunque, esta vez, nos encontrar¨¢n m¨¢s preparados. Eso s¨ª, quiz¨¢s nuestro ej¨¦rcito ya no cuente con uno de sus l¨ªderes. ¡°Estoy intentando que vuelva todo el reparto original, pero es dif¨ªcil. Y con Will [Smith], que es un gran actor, por su agenda y su precio, lo es m¨¢s a¨²n. Me reunir¨¦ con ¨¦l y, si no puede, al final le pedir¨¦ un cameo¡±, desvela el cineasta.
Con o sin Smith, la pel¨ªcula contar¨¢ seguramente con algunas marcas de casa Emmerich. ¡°El fin del mundo tiene que ser entretenido¡±, ha defendido m¨¢s de una vez el cineasta. Y, en efecto, risas y ¨¦pica nunca faltan en sus trabajos. Pero, ?d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite entre ambos? ¡°A veces ser demasiado divertido mina la seriedad de la pel¨ªcula. Pero si pasan 20 minutos sin que haya dos o tres momentos de risas siento que he fracasado¡±.
Donde nunca falla Emmerich es en sus pactos con los productores. De hecho, en el mundillo, es famoso por acabar sus pel¨ªculas antes de tiempo y por menos dinero del presupuestado. ¡°Soy alem¨¢n. Lo planeo todo hasta el ¨²ltimo detalle¡±, sonr¨ªe. ¡°Y adem¨¢s me siento culpable, avergonzado por gastarme tanto dinero. Creo que las pel¨ªculas son demasiado caras¡±, a?ade. Lo que chirr¨ªa con los 150 millones de d¨®lares (112, de euros) que acaba de costar Asalto al poder. Pero Emmerich tiene una respuesta tambi¨¦n para esto: ¡°Los filmes que yo consigo rodar por 150 con otros costar¨ªan 180. Trabajo duro para reducir los gastos¡±.
De todos modos, dinero para rodar nunca le ha faltado. Ni tan siquiera en su debut. Eran los ochenta, y harto de tantos cortometrajes, el joven Emmerich, a la saz¨®n alumno de la escuela de cine de M¨¹nich, concibi¨® un largo. El atrevimiento le cost¨® el apoyo de sus compa?eros y, cuando apareci¨® con un guion de 110 p¨¢ginas, tambi¨¦n de su profesor. Pero entre testarudez, subvenciones p¨²blicas y dos productores, alcanz¨® los 450.000 marcos que necesitaba. Rod¨® El principio del arca de No¨¦, la distribuy¨® en las salas y acab¨® con 20 a?itos compitiendo en la Berlinale. Perdi¨®. Pero, por una vez, no fue ninguna cat¨¢strofe.
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