¡°Yo no era surrealista al llegar a Par¨ªs, me parec¨ªa una cosa de maricones¡±
Viaje al universo bu?uelesco a trav¨¦s de algunos fragmentos del libro de Max Aub
El ¨²nico libro sobre su obra que interesabe al autor de Viridiana era el que Max Aub dej¨® in¨¦dito al morir. El volumen se publica ahora con los textos y grabaciones que sivieron de base a esa obra. Estos son algunos fragmentos, adelantados en exclusiva por EL PA?S.
BU?UEL POR MAX AUB
Vidas paralelas. Posiblemente deber¨ªamos morir los dos en M¨¦xico; ser¨ªa lo justo. Para y por la obra, somos espa?oles: all¨ª estudiamos el bachillerato y ambos nos hicimos hombres en la Pen¨ªnsula. Desde el ¨¢ngulo de la cultura somos dependientes de la cultura espa?ola y francesa. Lo anglosaj¨®n nos afect¨® poco en el fondo, bastante en la forma. Siempre fui hombre de libros y no como Bu?uel de casa y pu?os. ?l fue del campo a la ciudad; yo al rev¨¦s, por las vacaciones. Era de familia rica y yo no pasaba de burgu¨¦s. Su padre, viejo, viv¨ªa de sus rentas. El m¨ªo, joven, de su trabajo. Su padre ya no viajaba. El m¨ªo no paraba en casa.
Pol¨ªtica. Nuestra diferencia fundamental reside en lo pol¨ªtico. A ¨¦l le importa m¨¢s la justicia que la verdad. No a m¨ª. Si fue o no comunista es un problema que no me ata?e, que no he resuelto ni me importa. Estuvo, sin duda, al servicio de los comunistas; comunistas fueron y son sus mejores amigos y como tales ¡ªcomo amigos¡ª tan importantes para ¨¦l como para m¨ª. Fui y sigo siendo, desgraciadamente, socialista, es decir, mucho m¨¢s liberal que ¨¦l. Tanto monta: a ambos nos fue mal.
Inteligencia. Luis Bu?uel es inteligente. Es decir: desde el principio conoci¨® sus l¨ªmites. Sabe lo que puede hacer. Nunca se ha metido en camisa de once varas. Solo ha aceptado hacer lo que se sent¨ªa capaz de llevar a cabo honradamente. Siempre conoci¨® sus l¨ªmites. No es lo normal en personas que pueden hacer lo que quieran. Tiene buena memoria y nunca se pasa. Por eso es tan buen director aun de pel¨ªculas mediocres. Hay pel¨ªculas para comer y otras para decir lo que piensa de lo que ha visto y o¨ªdo.
Sordera. Es un hombre m¨¢s complicado de lo que creen los que le tienen por complicado, y m¨¢s sencillo de los que creen que es una persona sencilla. Le molesta la gente, por eso se ha vuelto sordo. Decidi¨® un buen d¨ªa que ya estaba bien de tantas molestias, que lo mejor era enconcharse y no o¨ªr. Acostarse a las ocho, y se acuesta a las ocho y no oye. As¨ª se libr¨® tambi¨¦n del tel¨¦fono. Ya les dije que era un hombre inteligente.
Garc¨ªa Lorca. Federico, que tan bien le conoc¨ªa y quer¨ªa, sol¨ªa decir: "?Luis? ?Bu?uel? ? mu bruto¡±. Bu?uel se esponjaba; aguant¨® diez veces que en la Puerta del Sol o en la Cibeles ¡ªo donde fuera¡ª los dejara plantados (a quien fuese con ¨¦l): ¡°Bueno, ust¨¦s se quedan. Yo me voy con gente importante¡±. Lo cuenta Bu?uel con nostalgia y cari?o. Federico hubiese sido incapaz de decir: ¡°?Qu¨¦? ? un est¨²pido¡±. Porque est¨²pido no lo era Federico ni lo es Luis. S¨ª: la brutalidad es constitucional, org¨¢nica, fisiol¨®gica. ¡°El que bruto entra bruto se ausenta¡±, dice el adagio. Si as¨ª puede decirse, es una enfermedad natural. Ten¨ªa entonces Luis Bu?uel no poco de brillante sin tallar. Ha envejecido bien. Los a?os lo pulieron desde todos los ¨¢ngulos. Pero la calidad sigue siendo la misma de sus amigos, casado con una idea m¨¢s justa del mundo y de los hombres: incapaz de enga?ar a nadie.
Hormigas espa?olas. [El vaciado de su mano, hecho en 1928 para la filmaci¨®n de Un perro andaluz] tiene un agujero en la palma donde colocaron las hormigas que hizo traer del Guadarrama y que encarg¨® desde Par¨ªs al profesor Bol¨ªvar. Los naturalistas no volv¨ªan de su asombro porque hormigas de la misma familia exist¨ªan en los bosques que rodean Par¨ªs. Cuento esta an¨¦cdota porque refleja bastante bien a mi personaje, tan espa?ol, tan tozudo que no puede creer que haya hormigas como las espa?olas aunque sean para ser filmadas en Par¨ªs en una pel¨ªcula surrealista.
BU?UEL POR BU?UEL
Surrealismo. Soy m¨¢s surrealista que nunca. La ¨²nica literatura, la ¨²nica poes¨ªa que me gusta es la surrealista. La ¨²nica pintura que me gusta es la surrealista. Yo no era surrealista cuando llegu¨¦ a Par¨ªs, me parec¨ªa una cosa de maricones. Le¨ªa sus cosas para re¨ªrme, igual que a?os atr¨¢s le¨ªa Ultra para divertirme en el tranv¨ªa, en Madrid. Y me sucedi¨® lo mismo, acab¨® por met¨¦rseme dentro. En verdad, yo no pertenec¨ª al grupo hasta el 29 o el 30. Despu¨¦s de Un perro andaluz, hasta el regreso del viaje de Aragon a Rusia. Empezaron las discusiones, las exclusiones del grupo. Y yo me qued¨¦ con Aragon y algunos otros. Sin embargo, cuando cierro los ojos, yo soy nihilista. De verdad, un nihilista total, un nihilista completo, sin reservas de ninguna clase.
Manifiestos. Los extranjeros no firm¨¢bamos m¨¢s que los documentos anodinos o los que se refer¨ªan exclusivamente a temas art¨ªsticos. Cuando se trataba de algo serio, de cagarse en la familia, en la patria, en la bandera, eso solo lo firmaban los franceses. Ten¨ªan mucho cuidado. ?Quieres un whisky?
Dal¨ª. Max Aub: Por cierto, Luis, ?qu¨¦ vas a decirme de Dal¨ª? ?C¨®mo quieres que salga en el libro? ?Vamos a decir de verdad todo lo que es? Luis Bu?uel: Diremos escuetamente la verdad: en qu¨¦ intervino: c¨®mo escribimos Un perro andaluz. La parte que le toca en La edad de oro es muy poca, porque ya estaba bajo la influencia de Gala, que es la mujer que m¨¢s odio. De verdad, estar¨ªa encantado de que lo insult¨¢ramos. Cuando voy a Madrid o me dan alg¨²n premio, me pone telegramas: ?Tienes que venir a Cadaqu¨¦s?, ?Ahora s¨ª haremos cosas estupendas?, ?Te beso en la boca?. O a Venecia, donde me los pone en italiano. O a Par¨ªs, donde los recibo en franc¨¦s. Solo una vez en que vi las cosas muy negras, pues me dec¨ªa que o iba yo a Cadaqu¨¦s o se presentaba ¨¦l en Madrid, le contest¨¦ sin enfadarme: ?Agua pasada no mueve molino?. Y no te creas, no me disgustar¨ªa encontr¨¢rmelo frente a frente, un d¨ªa, repetirle lo que ya le dije y a?adir las cuatro frescas que tengo que echarle en cara, y luego, a lo mejor tomarnos unas copas juntos. Un hijo de puta; ¨¦l fue el responsable de que me pusieran en la calle en Nueva York. Pero durante muchos a?os, de los 20 a los 30, fue mi mejor amigo. Fuimos muy amigos, de verdad, muy amigos. M.A.: Y eso cuenta. L.B.: S¨ª, si se es un sentimental como yo, s¨ª. Pero sin Gala. A esa, ni en pintura. Nunca vi a nadie con m¨¢s mala leche. Lo ech¨® a perder totalmente. Pero vamos a no darle m¨¢s importancia de la que tuvo. Yo fui de Par¨ªs a Cadaqu¨¦s. Iba a hacer una pel¨ªcula de Ram¨®n con el dinero de mi madre. Hablamos de eso y en seis d¨ªas hicimos el script de Un perro andaluz. De la filmaci¨®n, ¨¦l no hizo nada. Lleg¨® el ¨²ltimo d¨ªa con su madre y su t¨ªa. Lo ¨²nico que hizo fue poner los burros en los pianos y el alquitr¨¢n en los ojos. En La edad de oro no hizo nada. Por eso firma el manifiesto de los surrealistas acerca de la pel¨ªcula, y yo no. ?C¨®mo iba a firmar yo algo a favor de lo que hab¨ªa hecho!
Ir al cine. Yo iba mucho al cine. Ya ¨ªbamos en Madrid y segu¨ª yendo en Par¨ªs. Claro que iba uno a magrear a la novia. Era el ¨²nico sitio donde se pod¨ªa. Porque, si no, no le dejaban a uno ni a sol ni a sombra. No digamos cogerla de la mano. Hubiera sido un esc¨¢ndalo. El cine era otra cosa. Pero, adem¨¢s, nos gustaban mucho las pel¨ªculas c¨®micas, los c¨®micos norteamericanos: Ben Turpin, Fatty, las ba?istas de la Keystone, Buster Keaton, Harold Lloyd y Harry Langdon. Eso nos encantaba. Tambi¨¦n las pel¨ªculas del Oeste.
Pel¨ªculas comerciales. L.B. Por hacer algo, no me hac¨ªa falta dinero, me dediqu¨¦ a hacer cine comercial hasta el principio de la guerra. Un poco avergonzado. M.A. ?Fue el fracaso de Tierra sin pan, el nombre franc¨¦s que tuvo Las Hurdes, lo que te llev¨® a admitir cargos en compa?¨ªas cinematogr¨¢ficas americanas? L.B. No, no, de ninguna manera. Yo quer¨ªa practicar. Saber. Adem¨¢s, despu¨¦s de Un perro andaluz, de La edad de oro, de Las Hurdes, yo me dec¨ªa: ¡°Adi¨®s al cine. ?Qui¨¦n me va a contratar a m¨ª?¡±. Adem¨¢s, a m¨ª me encanta el orden y la organizaci¨®n, as¨ª que eso de administrar y dirigir lo hac¨ªa con mucho gusto. De hecho, yo hab¨ªa acabado con los surrealistas. Ya no me interesaban. M.A. Pero s¨ª el surrealismo. L.B. Naturalmente, como que me parece la ¨²nica cosa seria de nuestro tiempo.
Fragmentos del libro Luis Bu?uel, novela. Max Aub. Edici¨®n de Carmen Peire. Cuadernos del Vig¨ªa. Granada, 2013. 604 p¨¢ginas + DVD audio (101 minutos). 45 euros. Se publica la semana que viene.
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