Esto no es una novela
Para m¨ª que Proust tiene algo de portera, dijo Debussy.
Se sabe que Karl Marx jam¨¢s visit¨® el interior de una f¨¢brica.
Estas dos frases sin relaci¨®n entre ellas encajar¨ªan a la perfecci¨®n en la estructura libre de Esto no es una novela, de David Markson, recientemente publicada por la argentina La Bestia Equil¨¢tera.
El libro de Markson es la segunda pieza de una tetralog¨ªa compuesta por una magistral primera entrega, La soledad del lector (tambi¨¦n en La Bestia), Punto de fuga (en la mexicana Verdehalago) y The Last Novel (no traducida al espa?ol).
Como todo su cuarteto literario, Markson construy¨® Esto no es una novela a base de fragmentos de una o dos l¨ªneas, con todo tipo de an¨¦cdotas y citas literarias que van tejiendo una historia sin personajes ni conflicto, como si quisiera llevar a la pr¨¢ctica el experimento de escribir sobre nada.
La tetralog¨ªa de Markson son cuatro movimientos que var¨ªan levemente en tema, pero no en forma. En lo que respecta a Esto no es una novela la cuesti¨®n de fondo ¡ªya dec¨ªa Ortega que de todos modos no hay obra de arte sin tema¡ª es la ruina f¨ªsica del narrador y el fantasma implacable de la muerte, siempre al acecho.
Markson ¡ªque se consideraba a s¨ª mismo ¡°un autor que deb¨ªa su fama a que era un desconocido¡±¡ª muri¨® en 2010 en Greenwich Village, Nueva York.
Tambi¨¦n esta informaci¨®n sobre su final podr¨ªa formar parte del tejido de Esto no es una novela: sutil y enigm¨¢tico tablero de frases, con la idea de fondo de que el arte es la m¨¢s extrema experiencia vital.
Esto no es una novela es, adem¨¢s, uno de los escasos libros que no se puede de ning¨²n modo explicar y lo ¨²nico que uno debe y puede hacer es leerlo, leerlo, leerlo.
¡°?Nada m¨¢s ni menos que una lectura?¡±, se dice hacia el final del libro.
Exacto. La experiencia de la lectura del libro (con su implacable letan¨ªa de muertes de poetas y novelistas) se halla en el centro de esta obra extra?a. Se dice que Markson, que sostuvo una abundante correspondencia con Malcolm Lowry y tambi¨¦n con Frank Sinatra y fue en sus inicios un seguidor de Kerouac, bebi¨® mucho menos que su amigo Dylan Thomas y, al final de sus d¨ªas, evolucion¨® hacia po¨¦ticas pr¨®ximas al Georges Perec de Me acuerdo.
Tambi¨¦n yo creo que su mejor libro, tal como opina Eduardo Lago, es La amante de Wittgenstein (ediciones Destino, descatalogado). Y tambi¨¦n que es asombroso ver c¨®mo a lo largo de su tetralog¨ªa acumula citas, convencido de que es incapaz de citar algo que no sean sus propias palabras, quienquiera que las hubiera escrito.
Tambi¨¦n Markson ten¨ªa algo de portera.
Pero no se le puede negar su maestr¨ªa al hilar tema y ritmo con una habilidad que le permite simular ¡°atm¨®sferas de novela¡± mientras logra que los fragmentos de una o dos l¨ªneas vayan creando capas y capas de sentido y al final hasta nos parezca que est¨¢ pasando algo cuando en realidad no pasa nada, salvo tiempo, gente, y nubes.
Pero eso s¨ª: no hay un solo espacio en su tetralog¨ªa en el que, de un modo sigiloso y educado, no se discuta acerca de los l¨ªmites de la novela y no se nos recuerde que, despu¨¦s de Joyce y Beckett, la novela no ha muerto, sino que ha cambiado de forma.
?Un genio? ?Hombre! Tal vez ¡°un loco como la bruma y la nieve¡±, que dir¨ªa Yeats. O quiz¨¢s s¨®lo un tipo con un verdadero ¡°esp¨ªritu de invierno¡±, curtido en el fr¨ªo infinito del mundo y persuadido de que si orientaba su flecha hacia las nubes tendr¨ªa la se?al de su armon¨ªa con la tierra que pisaba.
La pen¨²ltima p¨¢gina de Esto no es una novela recoge una terror¨ªfica cita de Marco Aurelio y luego una sutil l¨ªnea de Ortega. Y despu¨¦s, simplemente, el autor dice que va a salir de noche y va a pintar las estrellas, lo que nos alegra una barbaridad porque comprendemos que Markson naci¨® para ser Van Gogh y tambi¨¦n para mandar al diablo cualquier idea que hayamos tenido alguna vez sobre lo que ha de ser una novela.
Leerlo, leerlo, leerlo.
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