Libros inexistentes
Conozco fan¨¢ticos de los cat¨¢logos de libros inencontrables y me los imagino celebrando estos d¨ªas la aparici¨®n en Par¨ªs de La Biblioth¨¨que invisible, de St¨¦phane Mahieu (?ditions du Sandre). Acabo de leerme precisamente las notas sobre cada uno de los libros inexistentes reunidos por Mahieu y he de confesar que, tras haberme partido de la risa con alguna de las notas, ahora me siento brutalmente saciado, como si hubiera le¨ªdo, por muy inexistentes que sean, la totalidad de los libros de los que informa el cat¨¢logo.
Es tremendo. ?Qui¨¦n da m¨¢s? En un solo volumen La Biblioth¨¨que te da tan apabullante informaci¨®n sobre diferentes libros falsos que al final incluso puedes acabar crey¨¦ndote que eres un lector exageradamente voraz. Vienen en este momento a mi memoria los tomos falsos de La Biblioth¨¨que que me han quedado m¨¢s grabados: los que cita J. Rodolfo Wilcock en La sinagoga de los iconoclastas, los que nomina Rabelais en Gargant¨²a y Pantagruel¡
En un solo volumen ¡®La Biblioth¨¨que¡¯ te da tan apabullante informaci¨®n sobre diversas obras falsas
Como cada libro inventado tiene algo de gran juerga ¨ªntima, a veces La Biblioteca de Mahieu parece una secreta reuni¨®n de fiestas que no existen. Algo est¨¢ claro: la insistencia en editar este tipo de cat¨¢logos demuestra que sigue habiendo gente apasionada por los libros no pensados para lectores cr¨¦dulos (l¨¦ase tambi¨¦n simiescos).
Tambi¨¦n queda gente, creo percibir, que est¨¢ interesada en que se reediten libros reales que, por descatalogados, se nos han vuelto tr¨¢gicamente inencontrables. Libros, por ejemplo, como Maupassant y ¡°el otro¡±, de Alberto Savinio. Despu¨¦s de todo, es comprensible que si hay este auge de las antolog¨ªas de obras inventadas, alguien alg¨²n d¨ªa se descuelgue de pronto con un Cat¨¢logo de descatalogados, lleno de libros reales que hasta puedan parecer falsos.
De entre los mejores vol¨²menes de libros inexistentes, mi preferido siempre ser¨¢ Mirabilia. Catalogo ragionato di libri introvabili (Zanichelli editoriale). De ¨¦l a¨²n recuerdo el hipnotizante ritmo de los t¨ªtulos de obras falsas que se iban sucediendo, tomos inencontrables de Bola?o, Perec, Robert Derain, Manganelli, Umberto Eco, Walter Shandy, John Webster Spargo (a quien debemos el genial Libros y librer¨ªas imaginarias).
Creo que en ese Cat¨¢logo de descatalogados que alg¨²n d¨ªa se escribir¨¢ no deber¨ªa faltar la cumbre de los tratados verdaderamente divertidos, aunque inexistentes: De nasis, de Hafen Slawkenbergius (Londres, Letters Yorick, 1761), citado por Laurence Sterne en Tristram Shandy. Se habla en ese tratado de la decisiva importancia que tienen las narices humanas en el curso de la vida de todo mortal¡ En fin, no deber¨ªa faltar tampoco, por supuesto, Maupassant y ¡°el otro¡±, el elegante y brillante trabajo del gran Savinio, que fue autor tambi¨¦n, por cierto, de Nueva Enciclopedia, agudo compendio de saberes razonados y libro felizmente, en este caso, no descatalogado, ya que, con su habitual buen hacer, el editor Jaume Vallcorba (Acantilado, 2010) lo impidi¨® en su momento. Gracias infinitas le sean dadas.
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