El valor del subentendido
Si la cultura la vemos amenazada alguna vez es, debe asumirse, por causa de su barata divulgaci¨®n
Si amamos tanto la vida es porque resulta inexplicable, si se teme tanto a la muerte es porque no la comprendemos. El n¨²cleo de la cultura radica en el malentendido o el entendido a medias. La electricidad permanece como la invenci¨®n quiz¨¢s m¨¢s radiante de todos los siglos por falta de un conocimiento cabal sobre su naturaleza. Aunque sea duro y comprometido decirlo, la transparencia, tan reclamada hoy, arrastra al fin de la cultura. O acaso el final de todo.
El gran amor o la incurable animadversi¨®n se fundan en una ofuscaci¨®n intensa y de la que parte el extraordinario grado de su pasi¨®n. Igualmente, un cuadro, un texto o un dise?o mantendr¨¢n su m¨¢ximo atractivo si no pueden revelar su concepci¨®n por completo.
El malentendido en forma de subentendido (entendido por debajo) posee una doble significaci¨®n. Alude a lo que se cree entender sin haber sido captado con nitidez o a lo que nos convence por la fascinaci¨®n del resto que qued¨® incomunicado. Es, sin m¨¢s, la clave de la buena o de la buen¨ªsima poes¨ªa. No somos capaces de mantener la comprensi¨®n a trav¨¦s de los versos y este desv¨ªo del tubo l¨®gico nos lleva a un paraje abierto en donde de repente todo se hace di¨¢fano y mediante un especial resplandor. Pero este resplandor no coincide, desde luego, con una mejor visi¨®n del suceso sino precisamente con su golpe cegador.
En las religiones, los Mes¨ªas ganaron adeptos por millones enunciando dogmas imposibles u obviedades desconcertantes como ¡°Yo soy el que soy¡±. No saber por completo qu¨¦ ha querido decir el buen mes¨ªas y el fil¨®sofo en su flamante discurrir o el m¨²sico en su turbadora emisi¨®n convierten la pieza en objeto de culto siendo ¡°lo culto¡± parte inseparable de ¡°lo oculto¡±.
Si la cultura la vemos amenazada alguna vez es, debe asumirse, por causa de su barata divulgaci¨®n. La extrema obsesi¨®n por hacerse entender por todos convierte la comunicaci¨®n en una simpleza. De hecho, a¨²n en el peor de los males, esta Crisis econ¨®mica es grande porque nunca se entendi¨® bien.
El lento cine de autor que ve¨ªamos en los a?os sesenta era m¨¢s memorable que las actuales pel¨ªculas de acci¨®n por el hecho de que en las actuales no hay nada que entender y en las otras, la propia confusi¨®n de autor y p¨²blico, enaltec¨ªa el impacto. Lo explicable o lo explicado queda encerrado en una jaula de hierro mientras que la libertad tiene que ver con lo indefinido. Sin m¨¢s, la revelaci¨®n posee dos consecuencias: bien nos destapa lo encubierto o bien, como en la fotograf¨ªa, llega a vel¨¢rnoslo todo.
Los inventores, los innovadores, los emprendedores, los conquistadores nacieron en los entresijos de lo relativamente cierto. Es decir, en los filos de varias incertidumbres que, como pliegues de la ¨¦poca, se abr¨ªan a otros conocimientos. Los programas de televisi¨®n demasiado explicativos como Aqu¨ª la Tierra tienen los d¨ªas contados mientras que otros como S¨¢lvame han cumplido cinco a?os con cuatro horas diarias de emisi¨®n infernal. Lo ambiguo nos divierte y alimenta pero lo inequ¨ªvoco nos aburre y envenena.
Pinturas, textos, fotos, danzas son encantadoras gracias a que guardan su secreto. Un secreto para ellas mismas y los dem¨¢s puesto que el arte en primer lugar y la vida en cualquier ¨¢mbito solo pervive gracias a la parcial cinta de muerte que la merodea.
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