Con Kaufmann el delirio vuelve a Peralada
El tenor del momento regresa al festival ampurdan¨¦s con un concierto de arias
A Jonas Kaufmann le bast¨® un minuto para acaparar la atenci¨®n del p¨²blico con su capacidad para meterse en el drama de un personaje con solo unas frases. No era un aria f¨¢cil ni popular, y manejaba la voz con cautela, templando sus recursos, pero supo convertir Io la vidi, la primera aria de Don Carlo,en un retrato del desdichado personaje de conmovedores acentos verdianos. El famoso tenor alem¨¢n puso muy alto el list¨®n en su regreso al Festival Castell de Peralada (Girona), donde debut¨® hace dos a?os en una exitosa velada. Como en aquella ocasi¨®n, la Orquesta de Cadaqu¨¦s respondi¨® con ductilidad y c¨¢lida sonoridad a las ¨®rdenes del director alem¨¢n Jochen Rieder, amigo y colaborador de Kaufmann, al que facilita la labor con una direcci¨®n a medida de su personal fraseo.
Siempre dispuesto a mostrar su versatilidad, Kaufmann concedi¨® m¨¢ximo protagonismo a Giuseppe Verdi en la primera parte del concierto, cuyo programa reun¨ªa ¨®peras cuya acci¨®n transcurre en Espa?a. Eso s¨ª, reserv¨® un espacio de honor a la ¨®pera francesa: si la brillante, y poco programada, obertura de Le Cid, de Jules Massenet, sirvi¨® para calentar motores a la orquesta, la intensa aria de Rodrigue, de la misma ¨®pera, levant¨® pasiones en un arrebatador final que el p¨²blico acogi¨® con entusiasmo. El resto fue para Verdi, con otras dos arias de especial calado: Ah si, ben mio, de Il trovatore, verdadero remanso de lirismo y fraseo se?orial que el tenor salv¨® con alg¨²n que otro apuro en cuestiones de fiato, y La vita ¨¨ un inferno, de La forza del destino, que fue, sin duda, lo mejor: tras una inspirada introducci¨®n orquestal en la que se luci¨® el soberbio clarinete solista de la formaci¨®n, Joan Enric Lluna, la rom¨¢ntica atm¨®sfera verdiana prendi¨® en la noche ampurdanesa y Kaufmann, con la voz ya en plena forma, se meti¨® en la piel de Don ?lvaro con una paleta de colores tan fascinante como su instinto para buscar los apoyos de la frase que dan m¨¢s relieve al sentido dram¨¢tico del canto verdiano.
Tras una parada en la Sevilla de Carmen, con el concertino y las cuerdas de la orquesta luciendo una sedosa sonoridad, Kaufmann volvi¨® a levantar pasiones con la vibrante aria de Le Cid. Hay ciertos caprichos a la hora de imponer tempi lentos, con el respaldo de un director siempre pendiente de su respiraci¨®n, pero a cambio, esculpe su canto con detalles y matices exquisitos: puro carisma, canto con personalidad, por ello a esas alturas del concierto los aplausos de un p¨²blico completamente entregado echaban humo.
Wagner rein¨® en la segunda parte. El tenor b¨¢varo. uno de los pocos divos que triunfa tanto en el repertorio alem¨¢n como en la ¨®pera italiana, donde la competencia es m¨¢s dura, consagr¨® la segunda parte del concierto al genial compositor alem¨¢n, centr¨¢ndose, en sus personajes m¨¢s l¨ªricos. Interpret¨® el mon¨®logo de Siegmund de La valquiria, dos de Wesendonck Lieder y la emocionante escena del segundo acto de Parsifal. Aqu¨ª la orquesta multiplic¨® sus esfuerzos y mientras el tenor repon¨ªa fuerzas, aprovech¨® las oportunidades de lucimiento de p¨¢ginas significativas como la obertura de El holand¨¦s errante y los preludios de Los maestros cantores de N¨²remberg y Parsifal.
Si a la generosa raci¨®n wagneriana sumamos cuatro piezas orquestales de Massenet, Bizet y Verdi interpretadas en la primera parte, algunas tan trilladas como la obertura de La forza del destino, podemos hablar de un excesivo protagonismo orquestal en un concierto en que el p¨²blico ha pagado entradas caras ¡ªde 50 a 180 euros- ante todo para escuchar al tenor de moda. Ciertamente, Kaufmann no defraud¨® y es dificil encontrar hoy en d¨ªa un tenor capaz de transmitir tanta energ¨ªa y carisma en el escenario, pero tambi¨¦n es cierto que colocar una p¨¢gina orquestal tras cada aria para descansar la voz rompe en exceso el ritmo del concierto.
?Le veremos alg¨²n d¨ªa actuando en una ¨®pera escenificada en el Teatro Real de Madrid o el Liceo de Barcelona? ?se es el sue?o que acarician muchos de sus seguidores, pero no parece f¨¢cil: cada vez participa en menos producciones, casi siempre en escenarios de mayor proyecci¨®n internacional como el Metropolitan Opera House, el Covent Garden o el Festival de Salzburgo y cada vez hay menos ¨®peras en su agenda y m¨¢s recitales de lied.
Y en Peralada se despidi¨® con el p¨²blico puesto en pie ¡ªentre los invitados de honor, el presidente de la Generalitat, Artur Mas¡ª tras una generosa raci¨®n de cuatro propinas: arias de Manon Lescaut, de Puccini y L?arlesiana de Cilea y de dos operetas de Franz L¨¦har, Paganini y El pa¨ªs de las sonrisas, un anticipo de su ¨²ltimo disco, volcado en la opereta vienesa y dirigido precisamente por Rieder, que lanzar¨¢ en septiembre.
En su apretada agenda solo figura, de momento, un compromiso para actuar en Espa?a en la temporada 2014-2015: una velada en el Palau de la M¨²sica de Barcelona que tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo 10 de octubre con lieder de Robert Schuman, Franz Liszt y Wagner.
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