El ¡®collage¡¯ de las tinieblas
El artista mexicano Abraham Cruzvillegas remezcla la atm¨®sfera del libro de Joseph Conrad en una versi¨®n ilustrada de la editorial Sexto Piso
Solloz¨® ante alguna imagen, ante alguna visi¨®n. Solloz¨® dos veces con un grito que no fue m¨¢s que un suspiro¡ ¡°?El horror! ?El horror!¡±.
Antes de recibir el encargo de ilustrarlo, Abraham Cruzvillegas hab¨ªa le¨ªdo El coraz¨®n de las tinieblas de adolescente y luego hab¨ªa visto Apocalypse Now, la pel¨ªcula de Francis Ford Coppola basada en el libro de Joseph Conrad. Cuando le pidieron este trabajo, lo volvi¨® a leer y decidi¨® que el eje de las ilustraciones ser¨ªa el marfil, un elemento clave del relato del marinero Marlow sobre su viaje selv¨¢tico por el r¨ªo Congo en busca de Kurtz, el jefe de una base colonial de acopio de colmillos de elefante, el horror, el horror.
Cruzvillegas, de 46 a?os, es una de las principales figuras mexicanas del arte contempor¨¢neo. En sus inicios empez¨® de dibujante en revistas y peri¨®dicos, pero nunca hab¨ªa ilustrado un libro hasta que se lo pidi¨® la editorial Sexto Piso para su reedici¨®n de El coraz¨®n de las tinieblas, que ya est¨¢ en librer¨ªas de Espa?a y M¨¦xico. Con la idea del marfil en mente, busc¨® en Internet im¨¢genes de objetos hechos con este material. Dados, fichas de domin¨®, figurillas sexuales japonesas, mangos de bast¨®n, bolas de billar, cristos, madonnas. Por otro lado, busc¨® en la red im¨¢genes de selvas y otras relacionadas con el colonialismo, dos puntos centrales de la atm¨®sfera de la novela. Con todo eso practic¨® la t¨¦cnica del collage. Rompi¨® en pedazos las impresiones de naturaleza o las de abor¨ªgenes africanos o las de barcos de vapor (el transporte que llev¨® a Marlow hasta Kurtz) y luego las ensambl¨® en un plano descompuesto, rompiendo los ejes de las fotos, la horizontalidad y la verticalidad, el arriba y abajo. Por ¨²ltimo, peg¨® sobre los mosaicos las figuras recortadas de objetos hechos con marfil u otros objetos vinculados a la trama, como las lanzas de las tribus africanas. Repasando el libro en su taller, Cruzvillegas se?ala un collage en el que aparecen un cristo, un dado y una escena l¨¦sbica de miniaturas japonesas, y dice: ¡°Mira, ac¨¢ no hay jerarqu¨ªas¡±. El objetivo de sus ilustraciones fue que acompa?asen la lectura como una secuencia gr¨¢fica con un aire de familia con la novela pero sin un sentido literal ni un¨ªvoco.
Libros que nunca se acaban
Sexto Piso, editorial mexicana nacida en 2002, es un sello exitoso de la rama independiente del sector del libro en espa?ol. Una de sus apuestas es la reedici¨®n de cl¨¢sicos ilustrados. Estos son algunos de sus t¨ªtulos:
Frankestein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, ilustrado por Lyn Ward.
El Gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald, ilustrado por Jonny Ruzzo.
Memorias del subsuelo, de Fiodor Dostoievsky, ilustrado por Jorge Gonz¨¢lez.
El libro de la selva, de Rudyard Kipling, ilustrado por Gabriel Pacheco.
Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, ilustrado por Javier S¨¢ez Cast¨¢n.
Una de las lecturas conceptuales de los collage es la idea de la evoluci¨®n de los usos, nuclear en la obra de Cruzvillegas, caracterizada por la composici¨®n escult¨®rica de objetos corrientes que va acumulando y que reconvierte en partes de delicados artefactos en equilibrio que recuerdan a los m¨®viles de Calder. Viendo im¨¢genes de cosas hechas con marfil, el artista se encontr¨® con ese concepto de la transformaci¨®n: ¡°En principio el objeto es el colmillo de una animal, y despu¨¦s es el mango de un bast¨®n, y luego un objeto de coleccionista. Y si vamos para atr¨¢s, en vez de ser el colmillo de un animal era calcio, y antes era alfalfa, y antes ser¨ªa mierda, y antes un cad¨¢ver, o algo as¨ª¡±. Otra lectura de los collage es econ¨®mica, en tanto que todo el material gr¨¢fico lo sac¨® gratis de Internet. ¡°De alguna manera se afirma que la informaci¨®n es propiedad de todos. Es como hacer una canci¨®n de hip-hop, que agarras un pedacito de una canci¨®n de ac¨¢ y otro de all¨¢, lo sampleas, y al final le cantas por encima algo que no tiene nada que ver¡±.
En la l¨ªnea de su trabajo de reconversi¨®n de objetos, Abraham Cruzvillegas afirma que no se definir¨ªa como un ¡°creador¡± sino como ¡°alguien que le da otra organizaci¨®n a cosas que ya existen¡±. En su estudio tiene acumuladas desde chapas de cerveza hasta vigas podridas de madera, pasando por sierras, un martillo industrial y hasta una simple l¨¢mina de pl¨¢stico manchada de pintura que conserva desde hace diez a?os sin haber descubierto todav¨ªa qu¨¦ lugar puede ocupar en su universo de composiciones. Uno podr¨ªa decir que guarda chatarra, pero el orden escrupuloso con el que acopia todos estos objetos indica que en manos de Cruzvillegas, o m¨¢s bien en su cabeza, tienen un valor diametralmente opuesto a la chatarra. ?l mismo define su relaci¨®n con las cosas como una especie de ¡°animismo¡± objetual.
Ahora acaba de volver de Tokio, donde exhibe hasta septiembre una instalaci¨®n en la Rat Hole Gallery, y est¨¢ entusiasmado con la idea del tsukumogami, un mito japon¨¦s sobre objetos que cobran vida despu¨¦s de cien a?os o m¨¢s abandonados y que interact¨²an entre s¨ª. ¡°Es una humanizaci¨®n del objeto¡±, dice Abraham Cruzvillegas. Por ejemplo: ¡°Unas sandalias que usan una sombrilla para taparse del sol, o una sombrilla que usa sandalias¡±. El coraz¨®n de las tinieblas fue publicado en 1899, hace 115 a?os. En su en¨¦sima vida, esta obra maestra de la literatura ha ca¨ªdo en manos de un artista que considera que hasta una lata de la calle merece una reedici¨®n.
Babelia
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