Estados Unidos a ojos de un caniche
Rescatado el c¨¦lebre libro de viajes de John Steinbeck con su perro 'Charley'
John Steinbeck escribi¨® Viajes con Charley en busca de Estados Unidos en 1960, dos a?os antes de recibir el Premio Nobel y ocho antes de morir en su casa de Nueva York. Un libro de carretera junto a su perro, un caniche franc¨¦s gigante entrado ya en edad, y a bordo de su caravana, de inapelable nombre literario: Rocinante. El objetivo: redescubrir su pa¨ªs, palpar su identidad, no lanzar, en sus palabras, ¡°un hurra patri¨®tico¡±, sino recuperar sus ra¨ªces, tan arraigadas al tronco de los robles como a las peque?as costumbres de las personas. ¡°La identidad estadounidense es algo demostrable y preciso¡±, escribe Steinbeck en esta ruta por su pa¨ªs y por s¨ª mismo.
El libro, un cl¨¢sico reeditado ahora por N¨®rdica (con traducci¨®n de Jos¨¦ Manuel ?lvarez Fl¨®rez), pas¨® hace tres a?os por una agria pol¨¦mica cuando el periodista estadounidense Bill Steigerwald demostr¨® que el itinerario seguido por Steinbeck era m¨¢s que improbable. Seg¨²n Steigerwald (que tiene un blog dedicado al asunto) Viajes con Charley es un ¡°fraude¡± a los lectores ya que no responde a una ruta real (durante 75 d¨ªas se recorren 16.000 kil¨®metros a lo largo de treinta y cuatro Estados) y muchas de sus supuestas paradas no son un registro documental sino pura ficci¨®n. Adem¨¢s, seg¨²n el periodista, el escritor de Las uvas de la ira habr¨ªa hecho gran parte del trayecto acompa?ado de su mujer, y no de Charley, y los hoteles de lujo hab¨ªan sido m¨¢s frecuentes que los moteles de carretera.
Mientras los especialistas en el escritor han quitado importancia a la revelaci¨®n, apoyados en que la disyuntiva entre realidad y ficci¨®n es compleja y las interpretaciones maniqueas son peligrosas, The New York Times lamentaba en un editorial que Steinbeck hubiese insistido en que esta ¡°deliciosa¡± obra ten¨ªa una base absolutamente real. Steigerwald, por su parte, ha sabido amortizar sus pesquisas publicando un contra-libro (Dogging Steinbeck) destinado a desenmascarar al Nobel.
Charley, escribe Steinbeck, "tiene personalidad, temperamento, individualidad y car¨¢cter ¨²nico¡±
El debate, sin embargo, se queda ah¨ª: basta un cambio de etiqueta, de g¨¦nero o de estanter¨ªa para zanjarlo. ?Acaso Frederic Prokosch no escribi¨® uno de los libros de viajes m¨¢s hermosos de Asia Central sin salir de la biblioteca de Madison?
El propio Steinbeck despeja bastantes dudas cuando asegura en un momento del libro: ¡°Si otro estadounidense al leer esta cr¨®nica la creyese cierta, esa coincidencia de pareceres s¨®lo significar¨ªa que somos semejantes en nuestra americanidad¡±. ¡°Ser¨ªa agradable¡±, a?ade, ¡°poder decir ¡®Sal¨ª a buscar la verdad sobre mi pa¨ªs y la encontr¨¦¡¯. Y luego ser¨ªa una tarea muy f¨¢cil escribir mis hallazgos y retreparme c¨®modamente con la espl¨¦ndida sensaci¨®n de haber descubierto verdades y hab¨¦rselas transmitido a mis lectores. Ojal¨¢ fuese tan f¨¢cil. Pero lo que llevaba en la cabeza y, m¨¢s profundo a¨²n, en mis percepciones, era un barril de gusanos. Descubr¨ª hace mucho recogiendo y clasificando animales marinos que lo que encontraba estaba ¨ªntimamente entremezclado con c¨®mo me sent¨ªa en ese momento. La realidad externa tiene un medio de no ser tan externa, despu¨¦s de todo¡ Este monstruo de pa¨ªs, esta naci¨®n que es la m¨¢s poderosa de todas, esta progenie del futuro, resulta ser el macrocosmos del yo microc¨®smico¡±.
Viajes con Charley es un cl¨¢sico no tanto de la literatura de viajes como de la literatura ¡°animal¡±, ese sentimental g¨¦nero en el que un perro, un burro, un gato o un grillo se convierten en el principal interlocutor del narrador.?Charley, escribe Steinbeck, ¡°tiene personalidad, temperamento, individualidad y car¨¢cter ¨²nico¡±. Es un caniche franc¨¦s ¡°viejo y caballeroso¡± educado en Francia, ¡°aunque sabe un poco de ingl¨¦s caniche, s¨®lo responde con rapidez a ¨®rdenes en franc¨¦s. Si no, tiene que traducir, y eso le retrasa. Es un caniche muy grande, de un color llamado bleu, y es azul de verdad cuando est¨¢ limpio. Charley es un diplom¨¢tico nato¡±. Como tantos otros perros literarios, este no habla pero comprende. Charley escucha y observa y es la excusa para que el paisaje parezca virgen otra vez. Charley es, adem¨¢s, una buena excusa para entablar un di¨¢logo con desconocidos y tambi¨¦n con uno mismo. ¡°Yendo por la gran autopista, cerca de Toledo, tuve una conversaci¨®n con Charley sobre el tema de las ra¨ªces... Charley no es un ser humano; es un perro y le gusta serlo. Se considera un perro de primera clase, y no tiene el menor deseo de ser un humano de segunda... Charley se ha relacionado siempre con los cultos, los distinguidos, los literatos y la gente razonable, tanto en Francia como en este pa¨ªs. Y tiene tanto de perro como de gato. Posee unas percepciones agudas y delicadas y sabe leer el pensamiento. No s¨¦ si puede leer el pensamiento de otros perros, pero puede leer el m¨ªo¡±.
Pero Viajes con Charley es, por encima de todo, un libro sobre la vejez, sobre el oto?o de un hombre acorralado por los problemas de salud.
Pero Viajes con Charley es, por encima de todo, un libro sobre la vejez, sobre el oto?o de un hombre acorralado por los problemas de salud. Steinbeck acometi¨® la aventura (o al menos parte de ella) a los 58 a?os, despu¨¦s de haberse recuperado de un ictus cerebral. Es ese estado lo que le empuja a vagar a lomos de Rocinante al lado de un perro viejo como ¨¦l, a buscar ¡ªo s¨ª, imaginar¡ª esa realidad que no encuentra en las noticias o en los relatos de otros. Tocado por la melancol¨ªa, Steinbeck emprende ese viaje quiz¨¢ disparatado sobre un mapa pero no sobre un estado mental: ¡°Yo, un escritor estadounidense, que escrib¨ªa sobre Estados Unidos, estaba trabajando de memoria, y la memoria es, en el mejor de los casos, un dep¨®sito defectuoso y deformado. No hab¨ªa o¨ªdo el habla, ni olido la hierba ni los ¨¢rboles ni las alcantarillas, ni visto sus cerros ni sus aguas, ni su color ni la calidad de su luz. Sab¨ªa de los cambios s¨®lo por los libros y los peri¨®dicos. Pero, aparte de eso, llevaba veinticinco a?os sin sentir el pa¨ªs¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.