Muere Francesco Rosi, director de ¡®El caso Mattei¡¯
El cineasta italiano, fallecido a los 92 a?os, dedic¨® especial atenci¨®n a la mafia
Hace medio siglo, el director italiano Francesco Rosi (N¨¢poles, 1922) recibi¨® el Le¨®n de Oro del Festival de Venecia por una pel¨ªcula, Le mani sulla citt¨¤ (Manos sobre la ciudad), que en apenas una secuencia desvelaba el m¨¦todo del crimen organizado para convertir la especulaci¨®n urban¨ªstica en una mina de oro. Aquella frase rotunda que, a modo de advertencia, Rosi pon¨ªa en boca de un mafioso ¡ª"todo est¨¢ en nuestras manos"¡ª se ha convertido ya en un epitafio de una sociedad que tan bien retrat¨®.
El cineasta, que muri¨® la pasada madrugada, a los 92 a?os, mientras dorm¨ªa en su casa de Roma, era un referente en Italia por la belleza de su cine de investigaci¨®n, por su determinaci¨®n para llevarlo a cabo a pesar de las presiones y por su perfil de hombre corriente. Pero todo los malos augurios que film¨® en blanco y negro hace m¨¢s de medio siglo, la realidad los fue convirtiendo en color. Como recordaba en un reciente art¨ªculo el periodista Roberto Saviano, el cine de Rosi no ha dejado de ser necesario: "Rosi es una de esas estrellas que iluminan el camino y gu¨ªan a los que est¨¢n animados por la misma obsesi¨®n, por la consecuci¨®n de un mismo objetivo: entender el Mecanismo. El mecanismo del poder, el mecanismo del dolor, las din¨¢micas f¨ªsicas y morales del dominio del hombre sobre el hombre. Ense?ar todo aquello que hay detr¨¢s, debajo y al lado de un hecho¡±.
Eso es lo que hizo, sin prescindir jam¨¢s de la belleza, Francesco Rosi durante toda su carrera como cineasta. Hijo de una familia de la burgues¨ªa napolitana, comenz¨® a estudiar Derecho y se gan¨® sus primeras liras como ilustrador de libros infantiles, pero enseguida su contacto con j¨®venes pol¨ªticos e intelectuales de la ¨¦poca ¡ªRaffaele La Capria, Luchino Visconti o Giorgio Napolitano¡ª fue asfalt¨¢ndole el camino hacia Roma, el teatro y por fin el cine. Al principio trabaj¨® como ayudante de cineastas como Michelangelo Antonioni en su pel¨ªcula I vinti (1953) o Lucchino Visconti y su La terra trema (1948) o Parigi ¨¦ sempre parigi (1951). Pero su primer trabajo como director lleg¨® en 1958. Con La sfida recibi¨® el premio a la mejor ¨®pera prima en Venecia y, solo cinco a?os despu¨¦s, logr¨® el Le¨®n de Oro con Le mani sulla citt¨¤ (Manos sobre la ciudad).
Aunque no solo ¡ªen 1965 dirigi¨® en Espa?a una pel¨ªcula sobre el mundo del toreo titulada El momento de la verdad y dos a?os despu¨¦s rod¨® con Sophia Loren y Omar Sharif el filme C¡¯era una volta¡¡ª, Francesco Rosi ser¨¢ recordado por su cine de investigaci¨®n centrado en los problemas sociales, la pol¨ªtica, la corrupci¨®n y la mafia. En 1961 dirigi¨® Salvatore Giuliano (1961), sobre la vida de un bandolero siciliano y los or¨ªgenes de la mafia, y en 1972 obtuvo con Il caso Mattei (1972) la Palma de Oro en Cannes. La pel¨ªcula abordaba uno de los mayores misterios italianos, la muerte del que fuera presidente de la petrolera ENI Enrico Mattei, que falleci¨® cuando explot¨® en el aire el avi¨®n en el que viajaba en 1962. Otros t¨ªtulos de Rosi fueron Lucky Luciano (1973),? Cadaveri eccellenti (1975), Cristo si ¨¨ fermado a Eboli (1978) y Tre fratelli (1981).
En el art¨ªculo-entrevista antes citado de Roberto Saviano, el ya nonagenario Rosi contaba por qu¨¦ en la ya m¨ªtica Le mani sulla citt¨¤ no aparec¨ªa todav¨ªa la palabra Camorra ¡ªla mafia napolitana¡ª: "Por aquel tiempo la Camorra no era todav¨ªa, a diferencia de la mafia siciliana, una industria sanguinaria. Era m¨¢s un fen¨®meno de provincia, como ya hab¨ªa contado en mi primera pel¨ªcula, La sfida, sobre el control que ejerc¨ªa la peque?a criminalidad. Ha hecho falta tiempo para que la Camorra se convirtiese en lo que hoy es. Entonces no era percibida como un peligro real, no se mov¨ªa todav¨ªa en un mundo tan cruel y despiadado. El cine, la literatura e incluso el periodismo se ocupaban de ella de un modo superficial, como si se tratara de un fen¨®meno pintoresco, sin entrar en el fondo". Rosi, en cambio, supo verlo, filmarlo y mostr¨¢rselo a los italianos. La muerte lo alcanz¨® mientras dorm¨ªa, satisfecho de haber buscado a trav¨¦s de sus pel¨ªculas la verdad y la belleza.
Babelia
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