Amor, muerte, pasado, futuro: eternidad
Su poes¨ªa utiliza elementos del mundo exterior para llevarlos hacia la intimidad
La naturaleza narrativa de la poes¨ªa de Ernesto Cardenal, que la acerca a las fronteras de la prosa y no pocas veces traspasa esas fronteras, es lo que se ha dado en llamar exteriorismo, un t¨¦rmino que puede prestarse a confusiones pues parecer¨ªa negar la dimensi¨®n ¨ªntima que esta poes¨ªa tiene. Lo que hace es utilizar los elementos del mundo exterior, ese que creemos visible y palpable, para trasegarlos hacia la intimidad y hacer que nos hablen al o¨ªdo y nos ense?en que a¨²n lo m¨¢s prosaico posee un misterio. Una poes¨ªa, que se aleja de la abstracci¨®n para acercarnos a las emociones, y tiene una memoria visual.
Su compromiso con los pobres, y por la liberaci¨®n se expresa en su poes¨ªa, pero va m¨¢s all¨¢ de las palabras. Cuando en 1977 los guerrilleros sandinistas atacaron varios cuarteles militares, entre ellos se hallaban los muchachos de su comunidad campesina del archipi¨¦lago de Solentiname en el Gran Lago de Nicaragua, y ¨¦l mismo fue perseguido por la dictadura de Somoza.
Al triunfar la revoluci¨®n en 1979 fue nombrado Ministro de Cultura, y entr¨® en conflicto con el Vaticano. Cuando el papa Juan Pablo II visit¨® Nicaragua en 1983, se hizo c¨¦lebre la fotograf¨ªa del momento en que, con el dedo alzado en se?al de admonici¨®n, el pont¨ªfice reprende a Ernesto.
Renunci¨® al ministerio a causa de los amargos conflictos con Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. En sus memorias La revoluci¨®n perdida puede leerse su juicio, que es tambi¨¦n prof¨¦tico por implacable, sobre quienes malversaron aquel proceso en el que ¨¦l se comprometi¨® a fondo, desde su fe y desde sus convicciones espirituales.
En el C¨¢ntico C¨®smico, de su ¨²ltima etapa, alcanza las alturas de la poes¨ªa m¨ªstica, esa comunicaci¨®n solitaria con la divinidad que se convierte en una relaci¨®n de pleno erotismo, el alma que se acopla con su creador en el m¨¢s exaltado de los gozos, tal como San Juan de la Cruz y Santa Teresa.
En esta visi¨®n monumental, junto a la m¨ªstica como ¨ªntima vivencia personal, entra la exploraci¨®n cient¨ªfica de los cielos, y entran tambi¨¦n los recuerdos de su propio pasado, la vieja Granada de su infancia, las muchachas que am¨® en la adolescencia, y los episodios de su juventud.
Un gran final de fiesta que funde los misterios de la creaci¨®n y los de la existencia, el cosmos y el microcosmos, y va de los agujeros negros a la c¨¦lula, de las galaxias perdidas a los protones, y la mirada ext¨¢tica busca en el Creador la explicaci¨®n de todas las cosas, amor, muerte, poder, locura, pasado y futuro, formas todas de la eternidad.
Sergio Ram¨ªrez es escritor (Margarita, est¨¢ linda la mar; Sombras nada m¨¢s...) y fue vicepresidente de Nicaragua entre 1986 y 1990.
Babelia
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