El Camino, una y no m¨¢s
Paulo Coelho celebra cada san Jos¨¦ en un lugar diferente con 120 amigos
Cumplir¨¢ 68 a?os el 24 de agosto, pero nunca lo celebra. En cambio, Paulo Coelho tiene una deuda con San Jos¨¦. Por eso, cada 19 de marzo invita a 120 amigos ¡ª¡°aqu¨ª no vas a ver famosos, pero son los vips de mi vida¡±, comenta¡ª para dar gracias. Es lo que jur¨® su madre al santo cuando Paulo naci¨® muerto, con el cord¨®n umbilical atado al cuello. ¡°Incluso me bautizaron. Al final, gracias a la promesa que hizo ella, sobreviv¨ª¡±, recuerda.
Ahora que la mujer no puede ya honrar la deuda, su hijo ha tomado el relevo. Al fin y al cabo, fue en un hospital llamado San Jos¨¦, en R¨ªo de Janeiro, donde regres¨® a la vida. Lo comenta con su coleta de mohicano y su sonrisa carioca en el patio de la hoster¨ªa de los Reyes Cat¨®licos. Al sol, entre los arcos del claustro vecino a la catedral, porque ayer fue uno de los 120 d¨ªas al a?o en Santiago que habitantes y peregrinos se zafaban de la lluvia.
En el babel que se convirtieron la fiesta y la ofrenda, con ¨ªntimos que llegaron de todo el mundo, Coelho pidi¨® por quienes no tienen trabajo: ¡°San Jos¨¦ es el patr¨®n de los obreros, por eso me quiero acordar de quienes no cuentan con sustento. Pero no he venido a pedir, he venido a agradecer¡±.
?Estamos ante el papa brasile?o de la literatura global? Algo as¨ª. La ¨²ltima vez que lo encontramos en Madrid se nos plant¨® delante con unas cifras que ya ha pulverizado gracias a su m¨¢s reciente novela, Adulterio (Planeta). ¡°Eso es antiguo. Ya llevo 26 millones de seguidores en Facebook, 10 millones en Twitter¡¡±. M¨¢s del doble de los que presum¨ªa en 2012. Y ante tales muestras de designio cibernauta, ?va a rezar para que aumente o para que disminuya? ¡°Para eso no se pide¡¡±. As¨ª y todo, es el ap¨®stol de las letras mundial m¨¢s seguido en las redes sociales.
Pero no le gustan esas comparaciones. Ni que le llamen gur¨². Tampoco hablar de Dilma Rousseff, ni las protestas que encienden estos d¨ªas su pa¨ªs. ¡°Eso, hoy, no toca¡±, zanjaba quien se considera gran amigo de la presidenta. S¨ª, en cambio, mostr¨® inquietud por el fanatismo isl¨¢mico.
Su etapa punk qued¨® atr¨¢s. Los tres intentos de suicidio, narrados en algunos de sus libros a manera de memoria exorcista, las visitas al manicomio o el coqueteo con las sectas sat¨¢nicas han sido sustituidas por una esmerada diplomacia que ha arrimado a su talento para llegar a enormes masas de lectores y acercarse a los 200 millones de libros vendidos en 170 pa¨ªses y traducidos a 80 idiomas.
El escritor brasile?o tiene 26 millones de seguidores en Facebook y 10 en twitter
Ayer no escribi¨®. Ni ley¨®: ¡°?Tengo que leer algo?¡±, preguntaba intrigado. Ayer se dedic¨® a sus vips: ¡°Esta es la fiesta m¨¢s exclusiva del mundo todos los a?os¡±. Tambi¨¦n a comer bien y a pasear tras las huellas de El peregrino de Compostela, el libro que abre una carrera tard¨ªa tras vaivenes, tentativas y horas dedicadas a escribir canciones para otros.
Quien ha sido pecador, bien aprecia el beneficio de la penitencia. Cuando Coelho realiz¨® parte del Camino, entre piedras, polvo y el sutil murmullo de los r¨ªos, sinti¨® la llamada para dedicarse a la literatura. Pero no era entonces consciente de su propio embrujo para el fen¨®meno. Despu¨¦s de su peregrinaje, lleg¨® El alquimista ¡ªla obra brasile?a m¨¢s vendida de todos los tiempos¡ª y sus r¨¦cords pulverizados de autor best seller y con aguante, por ejemplo, sin caerse de las listas del New York Times durante seis a?os consecutivos. Ayer aseguraba que no volver¨¢ a recorrerlo. ¡°Hay cosas que solo se hacen una vez en la vida¡±.
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