Aut¨¦ntica puerta grande para L¨®pez Sim¨®n

?As¨ª se viene a Madrid! Con la verdad por delante, con la heroicidad por bandera, dispuesto a jugarse la vida sin cuento¡­ As¨ª vino Alberto L¨®pez Sim¨®n y sali¨® a hombros por la puerta grande.

Discutir se puede si su toreo tuvo calibre o no para gozar de la gloria; pero lo que es indiscutible es que es un torero valent¨ªsimo, que le funciona la cabeza, y que tiene metido en el seso las cuatro reglas del toreo. Esas tan b¨¢sicas que casi nadie las cumple porque exige colocarse donde los toros cogen, situarse en el pit¨®n contrario, muy cruzado, para torear en redondo, ce?id¨ªsimo, y sentir la respiraci¨®n del animal y, en la piel, la rozadura caliente de la pala del pit¨®n. Y esa experiencia tan ¨ªntima y personal se traslada como un cohete a los tendidos, que notan al instante la tensi¨®n.

Ese fue L¨®pez Sim¨®n, que se entretuvo en dictar una lecci¨®n magistral de c¨®mo hay que colocarse en la cara de los toros, de lo que significa cruzarse y c¨®mo se gesta la emoci¨®n en una plaza.

Es este un torero con apariencia de frialdad ¡ªrecuerda en sus formas a Talavante¡ª, que planta las zapatillas en la arena y los muletazos surgen ce?id¨ªsimos y aut¨¦nticos. Por ajustados estatuarios comenz¨® su primera faena, conjuntados con otro del desprecio, dos remates y uno de pecho que sirvieron de esperanzada carta de presentaci¨®n. Aprovech¨® la casta mansa del toro para prenderlo en la muleta y lucirse por ambas manos. Tan ce?ido estaba en una de las tandas que se qued¨® sin espacio para el remate y fue arrollado sin consecuencias. De diferente condici¨®n era el sexto, suelto en el caballo, con la cara por las nubes, sin clase y aviesa condici¨®n. Pero L¨®pez Sim¨®n ten¨ªa en la mente la puerta grande, se meti¨® entre los pitones, aguant¨® ga?afones, le oblig¨® a embestir y gan¨® la pelea. No fue una faena de muletazos limpios y ligados, sino la lucha (lidia) entre un valiente y un toro con genio. Pinch¨® antes de la estocada, pero la verdad, esa que tan poco se prodiga, tiene su premio. El 2 de mayo no pudo salir a hombros porque tuvo una cita en la enfermer¨ªa, pero esta noche toc¨® la gloria con sus dedos.

Valientes y afanosos, tambi¨¦n, sus compa?eros. Galv¨¢n tiene buen trazo, destac¨® ante el muy noble y flojo primero; y aburri¨® ante el soso cuarto. Barrio lo intent¨® de veras, pero le pueden los vicios de la modernidad. Ojal¨¢ aprendiera que el toreo verdadero es el de L¨®pez Sim¨®n y no el suyo.