Vodevil de acci¨®n cu¨¢ntica

Una vieja camiseta y las ruinas del espacio que sirvi¨® de escenario al cl¨ªmax final de?Parque Jur¨¢sico (1993) sintetizaban, en?Jurassic World, la particular neurosis que define a ciertos blockbusters de ¨²ltima generaci¨®n, condenados a encontrar una esquiva identidad entre la nostalgia generacional y la refundaci¨®n seductora para atraer a nuevos incondicionales. En el fondo, la camiseta y las ruinas eran all¨ª meros elementos decorativos para enmascarar que Jurassic World no era otra cosa que m¨¢s de lo mismo con un nuevo envoltorio.?Terminator G¨¦nesis tampoco consigue construirse una identidad poderosa y diferenciada, pero el modo en que ilustra su neurosis es bastante m¨¢s interesante y proporciona abundante material para el an¨¢lisis a todo aquel fan que quiera entretenerse catalogando todos los ecos y gui?os que se concentran en su primer tramo para crear una cierta pauta de complicidad con el espectador en el resto del metraje.

Tras el pr¨®logo,?Terminator G¨¦nesis se planta en una de las secuencias emblem¨¢ticas del fundacional Terminator (1984) de James Cameron para convertirla en el punto de partida de una bienvenida excentricidad: una suerte de vodevil de acci¨®n cu¨¢ntica que anticipa que la nueva estructura narrativa va a estar puntuada por im¨¢genes ic¨®nicas de las anteriores entregas, usadas casi en calidad de samplers, est¨ªmulos para el reconocimiento directo. Alan Taylor, fiel a su largo recorrido como realizador televisivo, renuncia a todo estilo personal, limit¨¢ndose a cumplir con un relato que, a medida que avanza, parece acercarse m¨¢s a la tecnofobia de?Transcendence (2014) que a la feroz esencia apocal¨ªptica del modelo Cameron.