Generosidad de mujer contestona
Alguien es el intenso relato de una vida que se vive con sensibilidad e inteligencia, con atenci¨®n a los detalles
¡°Y a m¨ª, ?qui¨¦n me va a querer?¡±, pregunta Marie Commeford, la narradora de Alguien. Su hermano Gabe, exsacerdote, responde: ¡°Alguien, alguien te querr¨¢¡±. En esa respuesta se resumen los ejes tem¨¢ticos ¡ªun indefinido, el amor¡ª de una novela que me ha hecho debatir entre la sensaci¨®n de que me estaba gustando mucho y a la vez hab¨ªa algo amable, complaciente, literariamente muy profesional, que me molestaba. Entre el ¨¢ngel y el demonio ha vencido el ¨¢ngel. La contraposici¨®n ¨¢ngel-diablo viene a cuento porque McDermott relata la historia de una mujer, de origen irland¨¦s, nacida en Brooklyn: hogar, familia y religi¨®n son fundamentales en el crecimiento de un personaje que deja de ser una ¡°peque?a pagana¡± para convertirse en ama de casa. Despu¨¦s de resistirse a aprender a cocinar, desobedecer, negarse a trabajar fuera de Brooklyn, Marie contrae matrimonio con un inclusero excombatiente, cuida de sus ancestros y no quiere tiranizar a sus cuatro hijos cuando alcanza la vejez. Asistencia, fraternidad, ayuda mutua son conceptos que, en Alguien, exceden los l¨ªmites del conservadurismo y los c¨®digos religiosos ¡ª¡°La Iglesia est¨¢ ciega ante la vida¡±, se dice¡ª para referirse a algo consustancial a la naturaleza humana: perpetuaci¨®n de la especie, impulso gregario, deseo de pertenencia a la comunidad. Eso s¨ª, todo en el seno familiar y poniendo el foco en el papel, ¨¦pico e ¨ªntimo, de las mujeres. En la at¨¢vica generosidad que neutraliza la rebeld¨ªa de las contestonas y me hace evocar a Alice Munro en versi¨®n morigerada.
El sentimiento amoroso ¡ªfraterno, conyugal, maternal¡ª define la organizaci¨®n celular de los grupos. Da forma a la estructura de cada copo de nieve. Sin embargo, la novela reh¨²ye el sentimentalismo; desde la ni?ez, Marie teme que todo acabe mal. De hecho, todo acaba mal sencillamente porque acaba. Sus presentimientos son im¨¢genes: ni?as que act¨²an como madrecitas, parturientas muertas, una delgadez extrema, alcohol en el aliento, suicido, guerra, tullidos, la locura que se cierne sobre Lucy o sobre Gabe que, en la sumisi¨®n a las normas, reprime sus instintos y es devorado por las contradicciones y la culpa. Gabe pronuncia las palabras m¨¢gicas ¡ª¡°Alguien, alguien te querr¨¢¡±¡ª y el indefinido¡ªAlguien¡ª remite a la complejidad de lo simple. De la anonimia. En el gineceo de la se?ora Fagin las historias encuentran su perfil grandilocuente y s¨®rdido: murmuraciones, incestos, enga?os como el que sufri¨® la pobre Dora Ryan que se cas¨® sin saberlo con una mujer disfrazada de hombre. Los sobredimensionados relatos del gineceo act¨²an como contrapunto a la seductora mediocridad de la historia de Marie, de alguien: al fin y al cabo, todos tenemos un padre bebedor o un pariente que muri¨® de pestilente enfermedad. El intenso relato de una vida que se vive con sensibilidad e inteligencia, con atenci¨®n a las peque?as cosas, se sobrepone a la murmuraci¨®n deformante. Esa es quiz¨¢ la lecci¨®n metaliteraria de una novela que no lo es en absoluto.
La escatolog¨ªa de McDermott, su atenci¨®n a un principio y un fin que constituyen los minutos estelares de la vida de los alguien, no podr¨ªa entenderse sin el contexto hist¨®rico del Nueva York anterior y posterior a la Segunda Guerra Mundial, sin los or¨ªgenes irlandeses y cat¨®licos de un personaje en el que la necesidad de arraigo del inmigrante se funde con las represiones, la fuerza y un instinto ag¨®nico que no se interpreta ¨¦picamente, sino dentro del curso natural de las cosas. Marie trabaja en la funeraria de Fagin; all¨ª la muerte se normaliza y ella descubre que, aunque jam¨¢s prepare a los cad¨¢veres, su presencia es imprescindible para que los familiares de las difuntas se sientan tranquilos al imaginar los momentos de intimidad con los cuerpos de las muertas. La voz, a medida que crece, pierde rebeld¨ªa, pero gana un sentido del humor que act¨²a como coraza protectora; avanza hacia la ceguera pero gana en perspicacia. McDermott deambula con soltura a trav¨¦s del tiempo de la biograf¨ªa de Marie usando el olfato como sentido dominante en la configuraci¨®n de su mundo: el agradable olor a alcohol en el aliento de un padre cari?oso tiene otra acepci¨®n para la Marie madura que para la ni?a-Electra. El lenguaje es f¨ªsico, sobre todo cuando delinea el ¨¢mbito de las mujeres: bodegones de la domesticidad, cocinas, el retrato de la embarazada se?ora Hanson, nudos de delantal. Maternidad, sexo, trabajo y culpa perfilan un cuerpo de sangre y venas. El de Marie pasa por dos momentos cumbre: un despertar sexual en el que un novio le deja morado el pez¨®n a dentelladas y un parto asistido por un militar que insiste en que las mujeres deber¨ªan aguantar m¨¢s. Tras el parto, Marie recibe la extremaunci¨®n. Su madre golpea al sacerdote con su bolso porque quiere que la hija se aferre a la vida. Pese a todos los dolores, Marie resiste. No muere.
Alguien. Alice McDermott. Traducci¨®n de Vanesa Casanova. Libros del Asteroide. Barcelona, 2015. 312 p¨¢ginas. 19,95 euros.
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