Amistad entre l¨ªneas
CentroCentro Cibeles ilustra la relaci¨®n epistolar de 25 a?os entre Zuloaga y Falla
Una vitrina con las gafas redondas y la batuta de Manuel de Falla y otra con la paleta y los pinceles de Ignacio Zuloaga representan a dos artistas que en la Espa?a de las primeras d¨¦cadas del siglo XX "lograron reconocimiento internacional y lucharon por modernizar la cultura popular del pa¨ªs para convertirla en acad¨¦mica y hacerla m¨¢s presentable al mundo", explica Jos¨¦ Vallejo, comisario junto a Pablo Melendo de la exposici¨®n Zuloaga y Falla, historia de una amistad, que puede recorrerse hasta el 31 de enero en CentroCentro Cibeles.
La muestra, de acceso gratuito, detalla por primera vez la fraternal relaci¨®n entre dos cosmopolitas que se intercambiaron 240 cartas entre 1913 y 1939. Para ilustrarlo se exhiben unas 150 piezas: fotos, carteles, partituras, manuscritos, recortes de prensa, dibujos y una treintena de ¨®leos del pintor. Zuloaga (?ibar, 1870- Madrid, 1945) y Falla (C¨¢diz, 1876- Alta Gracia, Argentina, 1946) pertenec¨ªan a la corriente regeneracionista, hu¨ªan del pesimismo del 98. Se conocieron en Par¨ªs en torno a 1910 porque all¨ª hab¨ªa llevado el m¨²sico su ¨®pera La vida breve ¨Cde la que se expone el libreto¨C para intentar que se representara. ¡°Lo que no hab¨ªa conseguido en Madrid, lo logr¨® en la capital francesa en 1913¡±, explica Vallejo. En la primera misiva que se conserva de este epistolario, Falla le pide consejo y vestuario al pintor para los figurines de esta historia que narra el desgraciado amor¨ªo entre una gitana granadina y un burgu¨¦s. Zuloaga le envi¨® un paquete con pa?uelos, trajes de gitanas...
Ambas figuras intentaban ¡°recuperar el pasado esplendor de Espa?a. En el caso de Zuloaga, eran El Greco, Goya, Vel¨¢zquez¡ en el de Falla, sobre todo El Quijote¡±. La influencia del genio de Fuendetodos en Zuloaga queda clara en uno de los espacios de la exposici¨®n. El vasco y otros artistas montaron una exhibici¨®n y con el dinero de las ventas adquirieron la casa natal de Goya en 1915 para evitar su derrumbe. Adem¨¢s, Zuloaga compr¨® varias viviendas cercanas para levantar unas escuelas p¨²blicas. Falla fue a esta inauguraci¨®n, en 1917, toc¨® el armonio en la iglesia local y la mezzosoprano rusa Aga Lahowska, que le acompa?aba, ¡°acab¨® cantando jotas en el balc¨®n del ayuntamiento¡±. Vallejo cuenta como an¨¦cdota de aquel d¨ªa que el gaditano hab¨ªa escrito una jota, pero al escucharlas en directo ¡°empez¨® a hacer anotaciones en un cuaderno porque la suya era muy acad¨¦mica. Y de ah¨ª sali¨® el ¨²ltimo n¨²mero del ballet El sombrero de tres picos¡±. Poco despu¨¦s, Zuloaga le present¨® Falla a Picasso, que cre¨® los 32 bocetos para ese ballet, que tambi¨¦n est¨¢n en CentroCentro.
El recorrido por la exposici¨®n?-organizada por CentroCentro junto al Museo Ignacio Zuloaga y el Archivo Manuel de Falla y con la colaboraci¨®n de Acci¨®n Cultural Espa?ola- se detiene en el trienio 1919-1921, cuando Zuloaga le propuso a Falla montar juntos una ¨®pera a partir de la truculenta novela La gloria de don Ramiro, de Enrique Larreta, publicada en 1908. Un proyecto que naufrag¨® porque el autor de la obra, partidario de levantar todo un drama wagneriano, no vio con buenos ojos las importantes modificaciones que le pidi¨® Falla para el libreto. ¡°Sin embargo, lejos de romperse la amistad entre ambos, se refuerza. Zuloaga empieza a viajar a la casa de Falla en Granada para idear nuevas iniciativas e incluso aconseja al m¨²sico c¨®mo decorar su hogar¡±. En esa sala de la muestra cuelgan el dulce retrato que Zuloaga pint¨® de su hija Luc¨ªa ("apenas visto porque no ha salido del ¨¢mbito familiar", apunta el comisario) y el que hizo de otro amigo, el fil¨®sofo Jos¨¦ Ortega y Gasset, obra a carboncillo y ¨®leo con El Escorial de fondo.
Concurso de flamenco
En 1922 surgen dos nuevos planes. Falla busca al pintor para organizar un concurso de flamenco en la Alhambra. Zuloaga responde entusiasmado en un telegrama como aficionado "al cante y toque jondo¡± y se ofrece para costear el premio "a la mejor siguiriya gitana que se cante". La exposici¨®n recupera la grabaci¨®n del ganador del concurso, el tocadiscos port¨¢til de Falla y el borrador de su ensayo El cante jondo, as¨ª como una caricatura del artista Antonio L¨®pez Sancho del ilustre p¨²blico que acudi¨® al evento: junto a Zuloaga y Falla, Lorca, Andr¨¦s Segovia y Ram¨®n G¨®mez de la Serna, entre otros. La segunda propuesta fue una exposici¨®n de Zuloaga en la misma ciudad para ayudar a j¨®venes pintores. De aquel evento se puede ver el impresionante cuadro El cardenal (1912), ¡°que levant¨® ampollas porque el rostro era de un pescador vasco y porque Zuloaga lo retrat¨® junto a un mant¨®n y todo ello restaba dignidad¡± a un alto cargo eclesi¨¢stico.
Durante la Guerra Civil mantuvieron la correspondencia pero apenas se dec¨ªan nada por la censura
El Retrato de Manuel Falla en negro que el pintor hizo de su amigo en 1932 (apenas expuesto y del que tambi¨¦n est¨¢ la versi¨®n sin ese fondo oscuro que elabor¨® despu¨¦s) alumbra el espacio dedicado al gran proyecto que por fin pudieron llevar a buen puerto en 1928 en la ?pera C¨®mica de Par¨ªs: la obra musical El retablo de maese Pedro, inspirado en el episodio del Quijote del retablo de las maravillas, con escenograf¨ªa, cabezudos y marionetas de Zuloaga. Estas piezas se ven por primera vez de forma conjunta.
El apartado final es para rememorar lo que ocurri¨® en la abad¨ªa de San Telmo, que el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n hab¨ªa convertido en museo. Zuloaga colg¨® all¨ª sus obras y se program¨® un concierto inaugural de la pinacoteca el 3 de septiembre de 1932 en el que se interpret¨® El retablo de maese Pedro. Y como colof¨®n a esta gran amistad, los ¨²ltimos regalos que se cruzaron: el artista le envi¨® a Granada un dibujo dedicado de una cabeza de Sancho Panza y Falla le correspondi¨® con el manuscrito del Retablo.
Vallejo a?ade que durante la Guerra Civil mantuvieron la correspondencia pero que apenas se dec¨ªan nada, conscientes de que ¡°las cartas eran abiertas por la censura¡±. Falla se autoexili¨® en Argentina y le propuso a su amigo que le siguiera, ¡°pero Zuloaga ten¨ªa 70 a?os y no quer¨ªa separarse de su familia¡±, apunta. Por eso, la ¨²ltima parada de este epistolario es una misiva de Falla del 26 de septiembre de 1939 en la que lamenta ¡°que usted haya desistido de venir¡±, le escribe y, sospechando que no volver¨¢n a encontrarse, muestra su contrariedad porque la ¨²ltima vez ¡°fuese tan breve el momento en que nos vimos¡±.
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