¡®Rattle and hum¡¯, un ¡®collage¡¯ del a?o m¨¢s glorioso
Temas propios y ajenos, en estudio o en directo, invitados ilustres y un documental ca¨®tico. As¨ª fue el ascenso de U2 al olimpo
Nunca ha habido un trabajo tan caleidosc¨®pico en la discograf¨ªa de U2 como Rattle and hum, el doble ¨¢lbum que document¨® la apote¨®sica gira de presentaci¨®n de The Joshua tree por Estados Unidos y sirvi¨® como banda sonora del ca¨®tico documental que en octubre de 1988 lleg¨® a los cines de medio mundo. Nunca Bono y los suyos fueron a la vez tan dispersos y ambiciosos, circunstancia que se tradujo tanto en unas ventas nuevamente estratosf¨¦ricas (14 millones de ejemplares) como en una necesaria recapitulaci¨®n final: tras cerrar los ochenta como la banda de rock m¨¢s poderosa del mundo, el cuarteto tard¨® tres a?os en regresar al estudio y emprender¨ªa la nueva d¨¦cada con el sonido reinventado de Achtung baby (1991).
Estos 72 minutos alternaban piezas en estudio y en directo, versiones de temas propios y ajenos, desde Helter skelter (The Beatles) a All along the watchtower, de Bob Dylan. El mism¨ªsimo trovador de Minnesota se corresponsabilizaba de Love rescue me mientras When love comes to town serv¨ªa para invitar al ilustre B.B. King y la espl¨¦ndida Angel of Harlem, con su radiante sonido de Memphis, testimoniaba la admiraci¨®n de los irlandeses por¡ ?Billie Holiday!?
Puede que el tsunami de The Joshua tree fuera tan virulento como para que nadie, ni siquiera el visionario Bono, supiera predecir sus dimensiones. Por eso las presentaciones norteamericanas hubieron de reubicarse apresuradamente en grandes estadios y solo as¨ª se explica que U2 escogiera a un ignoto realizador de 25 a?os, Phil Joanou, para dirigir un documental deslavazado que se reformulaba de un d¨ªa para otro y acabar¨ªa cuadriplicando su presupuesto original. Frente a los bandazos log¨ªsticos, empero, los dublineses pod¨ªan esgrimir su estado de gracia art¨ªstico a la hora de asumir y fagocitar el gran legado yanqui. As¨ª, el espectacular primer sencillo, Desire, interiorizaba los ritmos de guitarra del bluesman Bo Diddley, mientras que Hawkmoon 269 beb¨ªa en el rhythm & blues cl¨¢sico. El n¨²mero del t¨ªtulo, por cierto, hace referencia a las mezclas necesarias hasta acertar con la versi¨®n definitiva, puesto que la banda invirti¨® tres semanas de trabajo solo en este corte.
No existen muchos ejemplos de discos que agrupen piezas en directo y nuevas grabaciones de estudio, pero U2 pudo inspirarse en el ejemplo de Wheels of fire (Cream) para convencerse de que aquella no ten¨ªa por qu¨¦ ser una mala idea. Claro que el grupo de Eric Clapton, Ginger Baker y Jack Bruce se tambaleaba en 1968 en un inestable equilibrio de egos, mientras que Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen comenzaban a gestionar en 1988 su flamante ascenso al olimpo. Honrando a Dylan o a Lennon/McCartney se retrataban impl¨ªcitamente como la siguiente generaci¨®n de prohombres en la historia de la m¨²sica popular. Y en ning¨²n momento lleg¨® tan lejos ese prop¨®sito de autoafirmaci¨®n como con God Part II, la pieza que Bono concibi¨® como prolongaci¨®n de aquel God de Lennon en solitario.
La est¨¦tica del blanco y negro perdura en este disco, igual que los sombreros vaqueros sobre las melenas de The Edge y Bono simbolizaban la admiraci¨®n por los westerns o el Hollywood cl¨¢sico. El heterog¨¦neo collage resultante sigue siendo hoy susceptible de redescubrimientos. Hagan la prueba con Heartland, una rareza que se remonta a los a?os de The unforgeattable fire (1984) y que hoy despunta como una de las grandes joyas ocultas en el cancionero de estos chicos.
Este domingo, nueva entrega de la U2 Kiosk Collection, Rattle and hum, por 9,95 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.