Un monstruo muy normal
El genio creativo de Foster Wallace se da por sentado desde la primera secuencia
¡°Leer a David Foster Wallace es sentir que alguien te abre los ojos¡±, dice el periodista de Rolling Stone David Lipsky (Jesse Eisenberg) en un acto p¨²blico de homenaje celebrado tras la inesperada muerte del escritor. Quiz¨¢ no haya manera m¨¢s sencilla y menos sofisticada, aunque precisa y verdadera, de definir la escritura de este disc¨ªpulo de John Barth, un amplificador de la herencia del posmodernismo que siempre trabaj¨® bajo la exigencia ¨¦tica de que, bajo el desbordamiento experimental de su verbo, su mirada aportase algo esencial al sujeto contempor¨¢neo.
THE END OF THE TOUR
Direcci¨®n: James Ponsoldt.
Int¨¦rpretes: Jason Segel, Jesse Eisenberg, Joan Cusack.
G¨¦nero: drama. EE UU, 105.
Duraci¨®n: 106 minutos.
La obra de David Foster Wallace convert¨ªa lo cotidiano ¡ªe incluso lo impersonal¡ª en realidad aumentada, superpoblada de detalles significativos, sostenida sobre un laberinto de notas al pie que generaban otras notas al pie conformando una enciclopedia sobre un presente marcado por el solipsismo y la adicci¨®n a la imagen.
En The End of the Tour, el director James Ponsoldt no comete la imprudencia de intentar convertir en im¨¢genes la literatura de David Foster Wallace, ambici¨®n que se dir¨ªa condenada al fracaso de entrada. El genio creativo del escritor es algo que se da por sentado desde la primera secuencia.
Tampoco hay ninguna dramatizaci¨®n potencialmente rid¨ªcula sobre el genio trabajando; ni, por fortuna, nada se acerca ni por asomo al recuerdo de esos tronchantes espect¨¢culos del narcisismo que suele bordar el c¨®mico Joaqu¨ªn Reyes con sus Celebrities. Ponsoldt utiliza el libro del escritor y periodista David Lipsky Althought of Course You End Up Becoming Yourself: A Road Trip with David Foster Wallace para proponer un acercamiento a la intimidad de un monstruo (una excepci¨®n) quiz¨¢ demasiado normal y bordear ese gran tema de peso ¡ªel cruce de caminos entre la mediocridad (Lipsky) y el genio (Foster Wallace)¡ª que, en otros registros bien distintos, tanto interes¨® al Thomas Bernhard de El malogrado como a los Coen de A prop¨®sito de Llewyn Davis (2015). Entre la complicidad y las tensiones subterr¨¢neas, tanto Jason Segel como Jesse Eisenberg logran dar verdad a sus personajes ¡ªel maestro desgarbado con el abismo interior abierto, el disc¨ªpulo capaz de amasar en su mirada el humo negro de la envidia¡ª y convertir la an¨¦cdota ¡ªla entrevista para Rolling Stone durante el tour promocional de La broma infinita¡ª en categor¨ªa.
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