Kiarostami entre las olas
El entonces joven director italiano Renato De Mar¨ªa presentaba a concurso en San Sebasti¨¢n su opera prima, Hotel Paura, y estaba de los nervios porque en el jurado oficial uno de sus miembros era Abbas Kiarostami, para ¨¦l la leyenda viva del cine. Hasta el punto de que para su propia pel¨ªcula se hab¨ªa sentido inspirado por el maestro iran¨ª, no tanto en la tem¨¢tica como en su concepto ¨¦tico del realismo. Hotel Paura, desgraciadamente no vista en Espa?a, cuenta la decadencia de un ejecutivo de ¨¦xito ¨Cque tras perder su trabajo y su familia acaba mendigando en la calle¨C y lo hace con dignidad moral en la narrativa similar a la del cine de Kiarostami: ¡°la precariedad del individuo ante una estructura social llena de opacidad¡±, como se escribi¨® en Quadern de cinema.
El caso es que, nervioso ante su estreno, De Mar¨ªa salt¨® de la cama de madrugada y deambul¨® por las calles hasta salirse del casco urbano y llegar hasta el extremo rocoso de la playa. Y all¨ª vio, como una enso?aci¨®n, en contraluz, al propio Kiarostami armado con una c¨¢mara fotogr¨¢fica y observando el estruendo de las olas entre las rocas. Sobrecogido, el italiano se qued¨® admir¨¢ndole como ¡°un dios en lenguaje permanente con las aguas¡±, seg¨²n cont¨® luego, pero sin atreverse a decirle nada por ser miembro del jurado. Cuando d¨ªas despu¨¦s se le cont¨® a Kiarostami la an¨¦cdota, ¨¦l prometi¨® enviar las fotos que hab¨ªa hecho esa madrugada. Nunca lo hizo. Quiz¨¢s no pudo mandarlas desde Ir¨¢n o puede que se le olvidara.
Era Kiarostami un hombre misterioso, casi siempre callado, lo que enervaba a otros jurados, que pocas veces o¨ªan su opini¨®n sobre las pel¨ªculas que estaban viendo, ni siquiera sobre Hotel Paura. Cordial, elegante, eso s¨ª, pero ensimismado tras sus gafas oscuras, quiz¨¢s pensado en c¨®mo podr¨ªa plasmar en el cine aquellos retazos de realidad, aquel bramido de las olas. O escudri?ando a los espectadores en lugar de las pel¨ªculas, como hizo luego en Shirin, en la que s¨®lo mostraba los rostros emocionados de unas mujeres iran¨ªes mientras ve¨ªan un melodrama en la pantalla, que a los espectadores reales nunca se nos mostraba. Examinar la realidad transformada en cine era uno de sus objetivos. Lo logr¨® muchas veces.
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