Arte sembrado entre gr¨²as y olivos
Una de las m¨¢s sobresalientes colecciones privadas de obras contempor¨¢neas se despliega en una pedrera de Lleida
Los lugares m¨¢s excepcionales tienen naturaleza geogr¨¢fica y, seg¨²n creencias, un autor celestial o geol¨®gico. Sin embargo, muchos de los sitios m¨¢s inesperados han sido levantados por un visionario. Alguien capaz de ver porvenir donde todos los dem¨¢s ver¨ªamos polvo. Es el caso del Proyecto Planta que la Fundaci¨®n Sorigu¨¦ ha construido en La Plana del Corb, en el campo de Balaguer, a pocos kil¨®metros de Lleida. All¨ª la naturaleza convive con la industria.
Las gr¨²as est¨¢n rodeadas de campos de olivos que han curado las antiguas canteras y dibujan un horizonte frondoso y llano en claro contraste con las monta?as de ¨¢cidos de la gravera. Adem¨¢s de aceite y ¨¢ridos, la Fundaci¨®n Sorigu¨¦ ha sembrado all¨ª arte. Una colecci¨®n inesperada que convive con el silencio.
Una cabeza de bronce gigante de Antonio L¨®pez parece despertarse entre olivos. Es el rostro de Carmen despierta. Unos metros y ochocientos kilos m¨¢s all¨¢ aparece el mismo rostro dormido. Los olivos rodean tambi¨¦n la videoinstalaci¨®n The Return de Bill Viola, que asalta en el interior de un antiguo refugio antibombardeo. Bajo tierra la temperatura desciende diez o quince grados. Pero vuelve a subir en cuanto la pieza de v¨ªdeoarte se activa y hace enmudecer a los visitantes contando el l¨ªmite impreciso entre la realidad y el recuerdo, entre la vida y la muerte.
Junto al refugio huele a aceite. Anna Vall¨¦s Blasco, sobrina del fundador y actual presidenta del Grupo Sorigu¨¦, cuenta que all¨ª hubo, durante la Guerra Civil, una pista de aterrizaje, cuyo lugar ahora ocupa un mar de olivos coronados por el molino. ¡°Cuanto menos tiempo pasan las aceitunas entre el ¨¢rbol y el molino mejor es el aceite¡±, resume esta economista, sobrina del fundador de la empresa: Julio Sorigu¨¦ Zamorano.
M¨¢quinas y arte
Monta?as de ¨¢ridos y m¨¢quinas de extracci¨®n son el marco de una de las colecciones de arte contempor¨¢neo m¨¢s inesperadas y valoradas de Espa?a. La han asesorado algunos de los directores de los principales museos espa?oles: de Miguel Zugaza a Jos¨¦ Guirao, pasando por Rafael Doctor o Paloma Esteban Leal. Sus fondos: una instalaci¨®n de Doris Salcedo, la escultura Blood Cinema de Anish Kapoor, el retrato Leslie de Chuck Close, la instalaci¨®n Piggyback Sequence de Juan Mu?oz o la estrella: el pabell¨®n que contiene los tres lienzos de una instalaci¨®n de Anselm Kiefer ¡ªpor citar algunas de las 460 piezas que componen la colecci¨®n¡ª conviven con el origen de la misma: la tierra y la industria. Tambi¨¦n forman parte del futuro de la empresa: la agricultura: la recuperaci¨®n de las canteras reconvertidas en campos de olivos que la firma espera llegar a comercializar pronto.
Azota el sol junto al molino de aceite que corona las instalaciones y el fundador de este grupo ilerdense, con m¨¢s de 30 empresas nacionales y 2.000 empleados, viene a saludar. Hace pocos a?os que Julio Sorigu¨¦ (1933) se jubil¨®, pero ¨¦l y su mujer, Josefina Blasco, asisten en primera fila a los actos que organiza su fundaci¨®n. A Sorigu¨¦ le gusta esa fila. Comenz¨® a pensar en grande temprano. Ten¨ªa 21 a?os cuando consigui¨® hacerse con la adjudicaci¨®n de la carretera Bin¨¦far-Tamarite que iba a pasar frente a su casa en Huesca. Hoy, rebasados los ochenta, ha hecho su fortuna construyendo carreteras y edificios por media Espa?a. La inversi¨®n de ese dinero le ha convertido en propietario de una de las colecciones de arte m¨¢s singulares del pa¨ªs. La inici¨® de manera conservadora: coleccionando arte del XIX catal¨¢n en los a?os ochenta. Con el cambio de siglo, cambi¨® de idea. Las canteras se convirtieron en olivares y el arte figurativo en piezas de vanguardia. ?l habla de retorno. Parece un emprendedor norteamericano: repite la idea de devolver a la sociedad parte de lo que esta le ha dado.
Horizonte infinito
Uno llega al campo a perder la mirada en un horizonte infinito. A asombrarse ante lo m¨¢s antiguo que no cambia y a admirar tambi¨¦n la puesta al d¨ªa de lo legendario. Esa puesta al d¨ªa es el motor de la industria, la actualizaci¨®n continua, el no dar nada por hecho. Y esa puesta en cuesti¨®n permanente es lo que caracteriza precisamente a la vanguardia art¨ªstica: lo contrario a echar ra¨ªces. Por eso llama la atenci¨®n que el Proyecto Planta de la Fundaci¨® Sorigu¨¦ combine tres opuestos: el tiempo detenido de la tierra, el vibrante de la industria y el inesperado del arte. La uni¨®n de esos tres mundos antag¨®nicos y complementarios fructifica en Lleida como una cosecha m¨¢s. Una planta de ¨¢ridos convertida en plantaci¨®n cultural.
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