Las ¡®noches¡¯ perdidas de Manuel de Falla
Una pianista halla en una biblioteca suiza el manuscrito original de una de las grandes obras del compositor, que se daba por desaparecido desde hace casi un siglo
Isabel Puente no es una investigadora ni se ha pasado la vida en bibliotecas, por eso no se crey¨® lo que ten¨ªa entre manos cuando ley¨® en una carta del 28 de mayo de 1926 que el compositor Manuel de Falla le dec¨ªa a un mecenas suizo que le iba a regalar la partitura original de Noches en los Jardines de Espa?a, una de sus m¨¢s grandes obras. Porque, seg¨²n hab¨ªa le¨ªdo mil veces, se daba por perdida y su paradero era un misterio. Pero Falla dec¨ªa bien claro: ¡°En cuanto al manuscrito lo llevar¨¦ conmigo, y con placer¡±. Falla se fue el mes siguiente a Z¨²rich en tren desde Granada, invitado al festival de m¨²sica cl¨¢sica m¨¢s prestigioso de la ¨¦poca y, por lo que dec¨ªa, se hab¨ªa llevado ese documento. Un preciado regalo para Werner Reinhart, importante benefactor de artistas, amigo de Rilke y Stravinsky, con el vicio de coleccionar partituras originales. Isabel Puente, reputada pianista y profesora del Real Conservatorio de Madrid, se qued¨® de piedra en su casa delante del ordenador, ante una copia de la carta escaneada que le acababan de mandar, al pensar que quiz¨¢ la partitura a¨²n estar¨ªa all¨ª, en Suiza. ¡°Me qued¨¦ sobrecogida, me di cuenta de inmediato de que era algo muy importante¡±, relata. Localiz¨® la biblioteca que conservaba el legado de Reinhart, en la ciudad de Winterthur, y se lo confirmaron por tel¨¦fono, pero como la cosa m¨¢s normal del mundo. Llevaba all¨ª 90 a?os. Solo que en Espa?a nadie lo sab¨ªa.
Pocos d¨ªas despu¨¦s Puente se cogi¨® un avi¨®n a Z¨²rich con su marido, el compostitor Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez-Verd¨², y su hijo. Luego un tren y a mediod¨ªa, ansiosos, ya estaban en la Stadbibliothek de Winterthur. En un ambiente sorprendentemente familiar, con ni?os jugando por ah¨ª, un se?or muy amable les trajo un mont¨®n de carpetas y les dej¨® curiosear todo lo que quisieran. ¡°Disfrutad¡±, les dijo, y se larg¨®. Entre muchas joyas, partituras originales de Mozart, Schubert, Haydn, Liszt, Debussy, Stravinsky, encontraron la de Falla. Estuvieron siete horas devorando papeles como ni?os en una tienda de caramelos. Ni pararon a comer. A su hijo le dejaron hacerlo all¨ª sin problemas, entre obras maestras, y se pas¨® la tarde leyendo tebeos.
La "mala conciencia" del Teatro Real con el compositor
Noches en los Jardines de Espa?a se estren¨® en el Teatro Real de Madrid hace ahora cien a?os, el 9 de abril de 1916. Es un dato que, en el bicentenario de la fundaci¨®n de la entidad, recuerda que no solo acogi¨® estrenos de ¨®pera, sino tambi¨¦n sinf¨®nicos, menos conocidos. Por ejemplo, de Turina, Alb¨¦niz, Ernesto Halffter, Bret¨®n, Del Campo¡ y a partir de los sesenta, toda la vanguardia espa?ola. No obstante, la relaci¨®n del Teatro Real y Falla es peculiar y est¨¢ marcada por un punto de partida desgraciado: el ente le rechaz¨® a Falla el estreno de su ¨®pera La Vida Breve, que finalmente fue interpretada por primera vez en Niza en 1913.? "M¨¢s bien fueron la comisi¨®n de Bellas Artes y el ministerio encargado, que eleg¨ªan cada a?o una ¨®pera espa?ola para estrenar en el teatro, que entonces era privado", comenta Joaqu¨ªn Turina, periodista y experto en la historia de la instituci¨®n madrile?a, adem¨¢s de nieto del compositor del mismo nombre. Apunta que este incidente dej¨® una cierta "mala conciencia" en el Teatro Real, aunque Falla no manifest¨® nunca la menor queja, que luego llev¨® a una presencia constante en la programaci¨®n y a que obras suyas protagonizaran cada reapertura solemne del edificio, en 1966 y en 1997.
El pasado mes de enero comenzaron los tres a?os, de 2016 a 2018, de actos conmemorativos del Teatro Real para celebrar tanto los 200 a?os de su fundaci¨®n, en 1818, por el rey Fernando VII, como los 20 a?os de su reapertura, en 1997, tras una rehabilitaci¨®n que devolvi¨® la ¨®pera a Madrid tras 72 a?os de ausencia. En aquella ocasi¨®n, el 11 de octubre de 1997, se inaugur¨® con dos obras de Falla: la ¨®pera La vida breve y el ballet El sombrero de tres picos, dirigidas por el maestro Garc¨ªa Navarro.
El manuscrito, 106 p¨¢ginas de gran tama?o, se conservaba perfectamente, estaba escrito a l¨¢piz y lleno de detalles interesantes, como apuntes de directores de orquesta que lo utilizaron. La firma era de 1915, un a?o antes de lo que se pensaba. No es todo: la biblioteca atesoraba otro manuscrito original, el de Homenaje, en este caso escrito con tinta. ¡°Ha sido todo de pel¨ªcula, una historia muy bonita¡±, confiesa Elena Garc¨ªa de Paredes, descendiente del artista ¨Ces hija de su sobrina Maribel¨C y que es la responsable del Archivo Manuel de Falla en Granada. Del manuscrito a ella le emociona ¡°la suciedad en la esquinita de abajo, de pasar la hoja¡±. Subraya la excepcionalidad de este episodio de la vida de Falla, porque "regalaba muy pocos manuscritos, solo a Ignacio Zuloaga le dio el del Retablo de Maese Pedro".
Esta historia comenz¨® cuando Isabel Puente comenz¨® a leer sobre Falla para su tesis doctoral y se centr¨® en Noches en los Jardines de Espa?a. El pasado mes de enero empez¨® a bucear en el apabullante Archivo Manuel de Falla ¨Csolo de correspondencia hay 23.000 cartas- y el ¨²ltimo d¨ªa, cuando ya se iba, apareci¨® entre los papeles una extra?a carpeta donde alguien hab¨ªa escrito ¡°Winterthur¡±. ¡°Dentro hab¨ªa como unas fotocopias de partituras, escritas a mano, y me di cuenta de que era Noches en los Jardines de Espa?a, porque me la s¨¦ de memoria, y parec¨ªa la escritura de Falla¡±, recuerda. Es decir, hab¨ªa una pista para resolver este misterio, aunque de origen incierto. Nadie sabe c¨®mo lleg¨® all¨ª, aunque Elena Garc¨ªa de Paredes cree que ser¨ªa un microfilme enviado por la biblioteca suiza en alg¨²n momento y nadie le prest¨® atenci¨®n. ¡°Estoy segura de que este archivo sigue guardando historias escondidas, porque su gran virtud, que es complet¨ªsimo, es casi un defecto, hay miles de documentos. Si hay un investigador curioso y h¨¢bil que tire de un hilo puede encontrar un fil¨®n¡±, explica.
En este caso el hilo era una palabra, Winterthur, que a nadie le dec¨ªa nada. Puente investig¨® sobre ello ¨C¡°en fin, mir¨¦ en Google¡±, confiesa- y en las referencias de esta ciudad suiza enseguida vio menciones a Weiner Reinhart. Ella no ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era este se?or, pero descubri¨® un personaje apasionante. Clarinetista, amigo y mecenas de los m¨¢s grandes artistas de la ¨¦poca. Puente tuvo una intuici¨®n y pregunt¨® en el archivo si guardaban cartas entre ¨¦l y Falla. Hab¨ªa 16. Escritas a m¨¢quina, en franc¨¦s. All¨ª estaba la clave. La primera, del 23 de septiembre de 1925, es de Reinhart, que le escribe para invitarle a Z¨²rich. Falla tard¨® tres meses en responder. Ya en la siguiente misiva el mecenas le cuenta, muy educadamente, que tiene una colecci¨®n de manuscritos y le encantar¨ªa tener uno suyo. En su siguiente respuesta Falla le envi¨® directamente, doblada en el sobre, la partitura de Homenaje. Reinhart qued¨® muy impresionado, y m¨¢s a¨²n cuando en otra carta del 2 de marzo de 1916 el autor espa?ol le adelantaba que podr¨ªa regalarle el manuscrito de Noches. En la ¨²ltima, antes de partir a Z¨²rich, le confirma que lo lleva con ¨¦l.
La verdad es que de ese modo el manuscrito por fin descans¨® tranquilo, porque tras su estreno pas¨® ocho a?os dando tumbos por el mundo. Puede resultar incre¨ªble, pero no se edit¨® hasta 1923. Es decir, no hab¨ªa m¨¢s copias y hasta entonces en todos los conciertos, de Ginebra a Buenos Aires, se utiliz¨® la partitura original a l¨¢piz, que viajaba de aqu¨ª para all¨¢. Por eso ahora se han descubierto tantas anotaciones, cada director iba a?adiendo sus apuntes. De hecho, hay cartas de Falla, muy preocupado por si se perd¨ªa el original, reclamando que se la devolvieran por valija diplom¨¢tica.
¡°Esta noticia me alegra much¨ªsimo¡±, dice Jes¨²s L¨®pez Cobos al tel¨¦fono desde Suiza. El prestigioso director, premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes, es uno de los mayores conocedores de esta pieza, que ha interpretado en numerosas ocasiones. ¡°Me ha acompa?ado toda mi vida. La primera vez que la dirig¨ª fue hace 41 a?os, con Alicia de Larrocha¡±. La gran pianista le confesaba que ¡°era inc¨®moda de tocar¡±. ¡°Es una obra maravillosa, de un lenguaje sofisticado, pinta esos paisajes de los jardines de Espa?a, pero no es de ¨¦xito f¨¢cil", evoca. "No es agradecida para un pianista, acaba en un pianissimo, sin que nadie se lo espere, y requiere bastante estudio para el resultado que obtienes. Tiene que haber un entendimiento perfecto y profundo con el pianista, porque la orquesta no acompa?a simplemente. Si el pianista no es consciente de que es parte de la orquesta la obra no funciona¡±.
L¨®pez Cobos apunta que era extra?o que la partitura no apareciera, ¡°sobre todo sabiendo los grandes esfuerzos de su familia, que se ha ocupado siempre much¨ªsimo de su legado¡±. Ahora queda a la espera de una nueva edici¨®n seg¨²n el manuscrito, con correcciones, que prev¨¦ ¡°muy interesante¡±. Puente, encargada por el Archivo de la revisi¨®n de la obra, confirma que, de forma sorprendente, ha encontrado ya varias erratas. ¡°Es una obra muy novedosa para su tiempo, muy org¨¢nica, muy refinada, muy amada por los pianistas¡±, opina ella.
Elena Garc¨ªa de Paredes recuerda que esta pieza es decisiva en la trayectoria de Falla y llega acompa?ada de su deseo de irse a vivir a Granada, donde hizo mucha amistad con Federico Garc¨ªa Lorca: ¡°En 1916 particip¨® en el concierto de Noches en los Jardines de Espa?a en el Palacio de Carlos V, en la Alhambra, y por el silencio del lugar, su enso?aci¨®n, yo creo que ah¨ª fue donde dijo: quiero vivir aqu¨ª¡±. Vivi¨® en Granada hasta su exilio. Tras la Guerra Civil se fue a Argentina, donde muri¨® en 1946.
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