El escritor ambulante

Se sabe c¨®mo empieza. Un d¨ªa un escritor recibe un correo electr¨®nico cuyo asunto reza Invitaci¨®n. Lo abre y encuentra el consabido y amable ¡°estimado fulano¡± y, despu¨¦s de unas pocas l¨ªneas introductorias el consabido y amable ¡°nos encantar¨ªa que nos acompa?ara en nuestro festival/congreso/feria entre tal fecha y tal fecha en la ciudad de¡±. El escritor, que nunca ha estado en un evento como ese, quiz¨¢s se sienta halagado, quiz¨¢s se pregunte por qu¨¦ a m¨ª. Quiz¨¢s no sienta ni se pregunte nada. En cualquier caso, responde con el consabido y amable ¡°ser¨¢ muy grato participar¡±. As¨ª empieza. Y no termina. En los ¨²ltimos a?os, la agenda de festivales literarios y ferias de libros cubre el calendario completo en Iberoam¨¦rica. El Hay festival de Espa?a, Colombia, M¨¦xico y Per¨²; el festival Puerto de Ideas en Valpara¨ªso; las ferias de Oaxaca, Guadalajara, Bogot¨¢, Lima, Buenos Aires, Madrid, Santiago de Chile; las fiestas del libro de Medell¨ªn y Quito; el festival literario de Paraty en Brasil; el FILBA en Buenos Aires y Montevideo; el Festival Gabo en Medell¨ªn; la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa en Lima; Centroam¨¦rica cuenta, en Nicaragua; los Encuentros Literarios de Formentor; el Festival de la Palabra en Puerto Rico; el Festival ? de Madrid; el Getafe negro; la Semana Negra de Gij¨®n: mes a mes, uno o varios eventos de mayor y menor antig¨¹edad re¨²nen, tan s¨®lo en el mundo de habla hispana, a cientos de autores ante miles de personas que van a ?escucharlos, verlos, pedir la firma del libro, el selfie del final?

Hoy es posible que un escritor (sin hablar de la-gama-premio-Nobel o del c¨ªrculo ¨¢ulico Rushdie-Houellebecq-etc¨¦tera) reciba entre veinte y treinta y cinco invitaciones por a?o para participar en eventos literarios de su pa¨ªs o el extranjero. Si las aceptara todas, pasar¨ªa m¨¢s de cien d¨ªas entre aviones y mesas redondas. Nadie las acepta todas pero, a veces, casi. Si un escritor es sobre todo alguien que escribe, ?cu¨¢ndo lo hace, en medio de ese movimiento? ?Contribuye o impacta en su oficio ese nomadismo intermitente? ?Qu¨¦ tensiones se mueven entre circular en p¨²blico y escribir en privado? El escritor chileno Alberto Fuguet hizo diez viajes de este tipo en 2016, y pas¨® m¨¢s de cuarenta d¨ªas fuera de su pa¨ªs. Acaba de regresar de la feria de Guadalajara, donde present¨® su novela Sudor. Estando all¨¢ le lleg¨® por twitter la foto de un papel en el que se ve¨ªa su nombre junto a unas balas, lo que atribuye al hecho de haber escrito una novela de tema gay con Carlos Fuentes al fondo. El resultado fue que la fiscal¨ªa le puso guardaespaldas.

Hoy un autor puede recibir entre 20 y 35 invitaciones por a?o para participar en eventos literarios

-Lo tom¨¦ como una se?al: viajar no es gratis, algo se debe pagar. Mis guardaespaldas me comentaron ¡°Nunca pensamos que escribir pod¨ªa ser una profesi¨®n peligrosa¡±. Les dije ¡°No lo es, lo peligroso es la promoci¨®n¡±. Quise re¨ªrme del jet lag y 2016 fue uno de mis a?os menos productivos. Creo que es casi imposible escribir en los viajes, pero a veces se me ocurren ideas. Creo que los viajes ser¨¢n el crack de la nueva generaci¨®n y algo que habr¨¢ que combatir con el sedentarismo: menos cosmos y m¨¢s hogar. Ahora ando viviendo la resaca de la gira y lleno de dudas de si ¡°vale la pena¡±. Creo que vali¨® la pena pero igual hay que ponerse l¨ªmites. Uno puede creer que viaja como premio y descanso, y puede ser. Lo que creo que es mentira es que un viaje a una feria pueda ser considerado un viaje creativo. Es un desgaste. En cada uno est¨¢ ver si ese desgaste puede ser algo simp¨¢tico, iluminador, o una dependencia patol¨®gica. Escribir es algo solitario y es bueno conectarse, pero en estos festivales uno conecta poco. Viajar para hablar de uno es muy raro. Viajar al final es escuchar, y en estas giras uno no escucha y queda af¨®nico.

-Uno elige leer primero y escribir despu¨¦s, dos actividades para las cuales ten¨¦s que estar solo ¨Cdice el escritor argentino Rodrigo Fres¨¢n-. Y que tengas que convertirte en un ser hipersocial por una vocaci¨®n por la cual lo que quer¨ªas era quedarte solo, es un poco raro. Creo que la proliferaci¨®n de festivales ha cambiado, para mal, la percepci¨®n del escritor por parte del lector. Updike dice que sospecha que la poliaparici¨®n del escritor acaba deteriorando la obra porque distrae de la obra. Y yo estoy bastante de acuerdo.

Si las primeras invitaciones se reciben con un alborozo en el que se mezcla la excitaci¨®n de conocer un sitio en el que no se ha estado nunca con la posibilidad de conocer autores a los que se admira, el alborozo empieza a desmigajarse ante algunas evidencias: el sitio en el que no se ha estado nunca sigue siendo el sitio en el que no se ha estado nunca puesto que el escritor suele pasar el tiempo entre el hotel y la feria; no todos los autores a los que se admira son tan admirables de cuerpo presente; y la fatiga de materiales se acumula cuando un viaje conecta con el pr¨®ximo en una serie interminable de aeropuertos y sonrientes conductores de taxi que esperan para llevar al autor al hotel donde se aprestar¨¢ a emprender cuatro d¨ªas de sociabilidad extrema que disfrutar¨¢ como un cerdo ¨C?todos esos amigos, todos esos lectores, todo ese hotel cinco estrellas que nunca podr¨ªa pagar!- o vivir¨¢ en modo ¡°¨¢nimo: pasar¨¢ r¨¢pido¡±.

-Como todas las primeras veces ¨Cdice Fres¨¢n- tuvo su gracia. Pero lo cierto es que enseguida empec¨¦ a sentirme como una de esas modelos de trasnoche de teletienda promocionando el libro propio. Creo que hoy no se puede ser escritor sin ir a ninguna feria, a ning¨²n viaje de promoci¨®n. Hay sitios a los que hay que ir porque es importante para tu libro. As¨ª que uno va del mismo modo en que va a los actos escolares de su hijo: por amor a la propia sangre y por amor al arte de uno, que otras personas que te quieren tuvieron el enorme detalle de apoyar. A m¨ª cada vez me gusta m¨¢s escribir y menos ser escritor como se supone que hay que serlo ahora.

La invitaci¨®n a los sitios m¨¢s prestigiosos podr¨ªa vivirse, tambi¨¦n, como una validaci¨®n solapada: el reconocimiento de que un autor forma parte de su c¨ªrculo de pares. De eso se desprender¨ªa que, a la sombra de la lista de los que van, habr¨ªa otra: la de los que no son invitados.

-Creo que la no invitaci¨®n puede derivar en formas, m¨¢s o menos grotescas, de resentimiento ¨Cdice la escritora espa?ola Marta Sanz-. Y el resentimiento o la experiencia de la exclusi¨®n pueden impregnar tambi¨¦n la escritura.

Desde que recibi¨® el premio Herralde por Far¨¢ndula, en 2015, las invitaciones le llegan en tropel, pero eso no le supone un problema porque, adem¨¢s de poder escribir en cualquier sitio, estar en su casa la distrae m¨¢s que estar fuera.

-En el ¨²ltimo a?o, pr¨¢cticamente he ido a todo: desde las invitaciones con m¨¢s glamour hasta las m¨¢s modestas. De todas he aprendido y por todas estoy agradecida. Te permiten compartir un espacio con los lectores. Sin embargo, tambi¨¦n son una exigencia del mercado: a menudo nos lleva a auto-explotarnos y a echar de menos lugares de intimidad que se identifican con unas condiciones de escritura "favorables". Aun as¨ª, pienso que las conversaciones y el ruido son inherentes a la escritura y la enriquecen. Yo tengo un oficio, sujeto a unas exigencias. A veces me incomodan; otras soy consciente de mi situaci¨®n privilegiada y procuro disfrutarla, porque sospecho que los privilegios no son para siempre. Mis necesidades econ¨®micas tambi¨¦n provocan que rechazar invitaciones me d¨¦ miedo. Porque todo lo que sube baja. Acepto porque lo necesito econ¨®micamente y porque creo que se puede cambiar el sistema desde la centralidad del sistema.

Alberto Fuguet: ¡°Quise re¨ªrme del ¡®jet lag¡¯ y 2016 fue uno de mis a?os menos productivos¡±

La escritora Sara Mesa atiende la llamada en un intervalo de su trabajo en una dependencia p¨²blica de Sevilla, donde vive. El Hay festival de Arequipa de 2016 signific¨® fue su primer viaje a Am¨¦rica, y la feria del libro de La Paz, el segundo. Las invitaciones todav¨ªa son manejables pero, aun as¨ª, ha gastado todas sus vacaciones para aceptarlas.

-Aunque yo puedo escribir en cualquier sitio, la vocaci¨®n de escribir la entiendo como algo solitario, y muchos somos como ni?os peque?os: necesitas tu rutina, tu lugar. En esos sitios est¨¢s forzando la personalidad de muchos escritores. Yo soy muy t¨ªmida y siempre pienso que lo hago fatal. Claro que tambi¨¦n estableces relaciones muy buenas. Cuando regres¨¦ de Arequipa coincid¨ª con Fernando Savater en el aeropuerto de Lima, esperamos horas, hablamos, y desde entonces nos escribimos mucho. De otra manera, no habr¨ªa hablado con ¨¦l. Pero yo estaba el a?o pasado con una novela corta, y el retomarla y volver a soltar la ha afectado mucho. Se nota una falla en el ritmo. Necesitas inmersi¨®n. Si yo tuviera el tiempo s¨®lo para escribir, hubiera acabado en cuatro meses. Pero el problema no es que tardes m¨¢s. El problema es que salga peor. Que se resienta la calidad de la escritura, y creo que se resiente.

-No hay demasiadas ocasiones para conversar de literatura: las que se ofrecen, las aprovecho. La literatura le interesa a poqu¨ªsima gente, y de pronto surge un lugar donde te vas a encontrar con cincuenta personas interesadas. A m¨ª me parece b¨¢rbaro- dice el escritor argentino Mart¨ªn Kohan-. Los viajes me dejan much¨ªsimo tiempo libre y me rinden, por los pocos requisitos que tengo para escribir o leer. En cualquier lado me acomodo. El lugar de peor concentraci¨®n es mi casa. Yo trato de decir que s¨ª siempre, porque me parece un gesto de consideraci¨®n muy grande que alguien se muestre interesado por lo que yo tengo para decir. No lo pienso en t¨¦rminos de promoci¨®n, porque no soy un promotor. Pero s¨ª me doy cuenta de que en esos sitios hay un consumo de figuras de escritor. Ver c¨®mo son, que cuenten qu¨¦ comen. Si todo eso estimula el acercamiento de la gente a los libros, est¨¢ bien. Pero mi impresi¨®n es que, a veces, lo reemplaza y ocupa el lugar de la literatura.

A Kohan lo perturba algo por lo cual muchas ferias y festivales son famosos: la fiesta del despu¨¦s. El instante en el que el escritor es invitado por los organizadores a revivir por unas horas su esp¨ªritu adolescente, beber como un cosaco y regresar al hotel con una resaca de corsario.

-Para m¨ª eso es una invitaci¨®n al infierno. Lo ¨²nico que me puede dar la sensaci¨®n de que perd¨ª el tiempo es cuando noto que la literatura es una excusa para lo que verdaderamente importa, que es ir a emborracharse con escritores. Cuando desalojan a la literatura para poner eso en el centro, se me vac¨ªa de sentido todo lo dem¨¢s. Mi fiesta es estar en una mesa redonda y hablar de literatura, sobrios y a las seis de la tarde.

En su libro La intimidad como espect¨¢culo (Fondo de Cultura Econ¨®mica, 2008) la ensayista Paula Sibilia escribe: ¡°En esta nueva generaci¨®n de eventos literarios globales que obedecen de manera expl¨ªcita a la l¨®gica de la exhibici¨®n, los principales productos en exposici¨®n y venta no son las obras, sino los mismos festivales o, incluso, los fulgurantes autores (...) Esas novedades evidencian algo que afecta a la creaci¨®n art¨ªstica contempor¨¢nea en todos sus flancos: ¡°La producci¨®n del arte gira en torno a la exposici¨®n del arte, que a su vez gira en torno a la producci¨®n de exposiciones¡±, apunta (el fil¨®sofo alem¨¢n) Peter Sloterdijk¡±.

-Somos tantos que las ausencias apenas se notan ¨Cdice el espa?ol Juan Bonilla, autor de Prohibido entrar sin pantalones, novela que gan¨® la primera Bienal de Novela Mario Vargas Llosa en 2014-. Que no viene Rushdie, traemos a Baricco, que no puede Knausgard, Martin Amis est¨¢ disponible. Lo que importan no son Fulano o Mengano, sino el evento en s¨ª, que se ha convertido en el protagonista. Contradictorio como soy, si no me convocan me sentir¨¦ desgraciado porque no cuento para nadie, y si me convocan me sentir¨¦ desgraciado porque me enfrento a incomodidades. La literatura puede que se haya vuelto el ¨²nico oficio del mundo en el que lo que cuentas sobre lo que produces te acaba rindiendo m¨¢s beneficios que lo que produces. Si uno publica una novela cada cinco a?os, puede pasar cinco a?os hablando de esa novela. Pero ?sabes cu¨¢nto vale un pasaje a Santiago de Chile o M¨¦xico, m¨¢s alojamiento? Yo me los tomo como regalos inmerecidos a cambio de los cuales debo ofrecer lo mejor.

Los criterios por los cuales un autor acepta o no invitaciones abarcan una gama amplia, que no excluye el miedo a que, si rechaza demasiadas, el tren de los festivales lo deje en el and¨¦n. Lina Meruane es chilena, profesora en la Universidad de Nueva York, donde vive, y en los ¨²ltimos tiempos se procur¨® un criterio para seleccionar las invitaciones que se multiplicaron a partir de 2012, cuando su novela Sangre en el ojo gan¨® el Premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz, que otorga la feria de Guadalajara.

-Tengo unas 25 invitaciones al a?o. Acepto no m¨¢s de cinco viajes internacionales. Hay que agradecer que te quieran escuchar, pero hay un costo no menor en cada salida. Al principio aceptaba porque eran viajes gratuitos o pensaba que ser¨ªa la ¨²nica y ¨²ltima vez. Despu¨¦s descubr¨ª que cada vez que vas a un lugar te invitan a otro. En un momento de estr¨¦s invitacional me impuse unos criterios que toman en cuenta 1) el momento: si estoy en plena escritura, no acepto, 2) si estoy presentando libro nuevo me hago el tiempo, 3) si es un lugar que quiero conocer o puede ser ¨²til para mis clases, voy 4) si me invitan de Chile, voy, porque mi pa¨ªs tiene prioridad 5) si el tema me interesa much¨ªsimo, voy.

Marta Sanz: "Pienso que las conversaciones y el ruido son inherentes a la escritura y la enriquecen"

La mayor parte de los escritores tiene, como Meruane, otros trabajos (la edici¨®n, la docencia), de modo que las tareas atrasadas al regreso resultan abrumadoras -adem¨¢s de un obst¨¢culo para retomar la escritura- y, cuando logran ponerse al d¨ªa, ya es hora de emprender el siguiente viaje. Esa vida alterada tiene efectos colaterales, como el hecho de que el escritor-viajero frecuente puede descubrir que conoce m¨¢s restaurantes o museos en otras ciudades que en la suya, y que si en el extranjero est¨¢ rodeado de gente desde el desayuno hasta la madrugada, en su casa es un ermita?o ¨¢vido de soledad.

-En un momento, toda mi diversi¨®n y mi vida social estaban afuera ¨Cdice Meruane-. Llegaba a casa a ponerme al d¨ªa con el trabajo. Todo el tiempo se estaba yendo en el viaje. Yo puedo escribir en cualquier lado, pero el flujo de lo creativo, cuando hay tanto movimiento, se me paraliza. Y tambi¨¦n hay un factor econ¨®mico. Yo eval¨²o que no termine pag¨¢ndome el viaje, porque en muchos sitios no te pagan.

-Esas invitaciones ¨Cdice la escritora mexicana Guadalupe Nettel- te seducen por el lugar, el hotel, la gente que va, pero muchas veces no te pagan. Si le dices al plomero ¡°te doy de comer pero no te pago¡± te manda a la mierda. Y nosotros trabajamos gratis. Tienes que moderar cinco paneles, leerte libros, y eso es trabajo y es tiempo que no le est¨¢s dedicando a escribir.

Desde el banco de un parque de Coyoac¨¢n, en Ciudad de M¨¦xico, donde vive, dice con un suspiro:

-Yo pienso much¨ªsimo en escritores como Montaigne, que escrib¨ªan en alg¨²n lugar apartado, y digo ¡°Qu¨¦ maravilla de vidas¡±. Pero los festivales s¨ª sirven. Si no, ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil renunciar a ellos. Yo conoc¨ª a Jorge Herralde en la FIL de Guadalajara, y a partir de una conversaci¨®n ¨¦l se volvi¨® mi editor. De todos modos, las invitaciones han aumentado much¨ªsimo. Si quiero tener una continuidad en un proyecto, tengo que estar aqu¨ª. Hay escritores que escriben en su cuarto de hotel. Yo no puedo, y me cuesta mucho reengancharme. Tengo clar¨ªsimo que es una distracci¨®n que me est¨¢ impidiendo hacer lo que quiero, que es escribir, y una forma muy atractiva de la procrastinaci¨®n. Todos tendemos a postergar, porque la introspecci¨®n que implica el trabajo de escritor es bastante angustiante y quieres evadirla. Te convences de que ir a esos sitios es trabajo, pero podr¨ªas no hacerlo. Claro que cuando llevas tres a?os sin publicar un libro ir a los festivales te permite sentir que sigues circulando y que no has muerto.

-?Hubieras escrito alguno de tus libros m¨¢s r¨¢pido sin estos viajes?

-Yo creo que s¨ª. O no s¨¦ si m¨¢s r¨¢pido, pero quiz¨¢s hubiera salido mejor. A lo mejor est¨¢ da?ando la calidad literaria toda esta viajadera. Porque te desconcentra. Salir y entrar no es lo mismo que permanecer.

Juan Gabriel V¨¢squez: "Trabajo fant¨¢sticamente en aviones y hoteles. Nunca son un padecimiento"

Se sale no s¨®lo de casa sino de la realidad: en estos mundos de ficci¨®n perfectos, las salas est¨¢n repletas de gente que hace largas colas para escuchar una ponencia sobre la novela del siglo XIX, y donde la poes¨ªa es m¨¢s relevante que la pol¨ªtica internacional. Dependiendo del talento esc¨¦nico de los autores, los asistentes r¨ªen, aplauden, se emocionan. El punto es, precisamente, ese: dependiendo del talento esc¨¦nico de los autores. Que, en su mayor¨ªa, sienten que no tienen ninguno.

-A m¨ª me cuesta trabajo hacer sociales, y en un festival tienes que encarnar un personaje y seducir al p¨²blico ¨Cdice Nettel-. Lo que quieren es que convenzas a la gente de lo maravilloso que eres.

El escritor colombiano Juan Gabriel V¨¢squez participa asiduamente de ferias y festivales, y los disfruta desde el momento mismo de armar la maleta. El encuentro con sus pares le permite retomar la larga conversaci¨®n de la amistad y sentirse parte de lo que Lina Meruane llama ¡°una comunidad flotante¡±.

-Es muy enriquecedor encontrarme con esa familia secundaria que son los escritores ¨Cdice V¨¢squez-. Me da la sensaci¨®n de pertenencia a una cofrad¨ªa, y tambi¨¦n me interesa el contacto con mis mayores, gente que ha escrito libros que yo admiro. Cuando te recuerdas encerrado en tu estudio, pensando si alguna vez vas a ser escritor, y unos a?os despu¨¦s tu libro est¨¢ circulando en esos ¨¢mbitos, acompa?ado por autores que te ayudaron a escribirlo, es muy satisfactorio.

Aunque el a?o pasado estuvo 170 d¨ªas fuera de Bogot¨¢, donde vive, los viajes no s¨®lo no afectan su escritura, sino que la enriquecen.

-Se han vuelto un ingrediente que necesito. Acepto las invitaciones porque disfruto la conversaci¨®n literaria, veo a mis amigos. Pero al mismo tiempo se han convertido en un momento de soledad privilegiada. Trabajo fant¨¢sticamente en los aviones y los hoteles. He escrito muchas p¨¢ginas de mis novelas durante esos viajes, y he le¨ªdo libros fundamentales. La concentraci¨®n y la soledad que esos viajes dan son parte de las razones por las que acepto. Nunca son un padecimiento. Si lo fueran, no lo har¨ªa, porque mi trabajo es el centro de todo.

Rodrigo Fres¨¢n: "Que tengas que convertirte en un ser hipersocial por una vocaci¨®n por la cual lo que quer¨ªas era quedarte solo es un poco raro"

?Cu¨¢nto es suficientes; es, en alg¨²n momento, demasiado: podr¨ªa un escritor empezar a ser alguien con m¨¢s millas acumuladas que escritas y por tanto quedar fuera de la mira de quienes arman las grillas de los festivales puesto que una autopista forrada en bandejas de pasta o pollo lo separa de su ¨²ltima novela, fechada diez a?os atr¨¢s?

-Para m¨ª ¨Cdice V¨¢squez- la vacuna es tener muy claro el lugar que uno quiere tener en el mundo de adentro. Esa forma de la disciplina que es la vocaci¨®n es lo que te permite hacer de todas estas cosas un alimento. Lo que s¨ª me parece grave es la exigencia de la figura p¨²blica del escritor. Hay enormes escritores que se sienten inc¨®modos frente al p¨²blico, y que sus libros sufran por eso me llena de indignaci¨®n. El sistema ha generado esa distorsi¨®n en la cual se confunde escribir con ser escritor, y se pone la escritura en segundo plano.

Para muchos, exponerse ante un auditorio es motivo de tensi¨®n. En todos los festivales puede verse a alg¨²n escritor nervios¨ªsimo escuchar, ante las puertas de la sala en la que dar¨¢ su charla, que los organizadores comentan la conferencia excepcional que acaba de hacer fulano, Gran Autor Ingenioso y Brillante, de la cual la gente sali¨® dando v¨ªtores, y el escritor nervios¨ªsimo, mirando la escu¨¢lida fila de los que esperan para verlo, le toma el peso a su fracaso anticipado, se dice que esos pocos ni siquiera est¨¢n all¨ª por inter¨¦s hacia su persona sino porque no consiguieron entradas para ver a otro Gran Autor Ingenioso y Brillante que, adem¨¢s, se hospeda en un hotel lujoso con desayuno de titanes y no en el tres estrellas del extrarradio donde lo pusieron a ¨¦l.

Sergio Ram¨ªrez: "Cuando se acerca el fin de a?o me siento agotado y quisiera excusarme de lo que me queda pendiente, pero no lo hago porque la gente que me invit¨® no tiene culpa de c¨®mo me sienta"

-Cuando vas a un concierto y no te sientas en primera fila es porque no te alcanza el dinero dice Nettel. Pero cuando no tienes la primera fila por tu trabajo, por tu escritura, es mucho m¨¢s perverso.

El nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez no puede escribir donde sea: lo hace de 8 de la ma?ana hasta el almuerzo, en su casa. El a?o pasado estuvo escribiendo una novela y entonces decidi¨® disminuir los viajes. Seg¨²n ¨¦l, dr¨¢sticamente.

-Si abandono la novela por alg¨²n tiempo, tengo que comenzar de nuevo desde el principio, porque hay que volver a meterse en la atm¨®sfera. As¨ª que reduje mi calendario a 16 compromisos, entre Buenos Aires, San Juan de Puerto Rico, San Salvador, Bucaramanga, Cali, Biarritz, Madrid, Austin, Ciudad de M¨¦xico, Cartagena de Indias, Arequipa y Guadalajara. Unas quince semanas en total. Cuando se acerca el fin de a?o me siento agotado y quisiera excusarme de lo que me queda pendiente, pero no lo hago porque la gente que me invit¨® no tiene culpa de c¨®mo me sienta. Pero en general lo disfruto. Hablar de literatura es lo que m¨¢s me gusta en el mundo, despu¨¦s de escribir y de leer.

Al cubano Leonardo Padura los viajes le suponen un atractivo extra: el yogur. Cuando regresa a su casa en La Habana despu¨¦s de un viaje por el extranjero, llega con una maleta cargada de yogur, que en Cuba no se consigue. Puede parecer banal, pero salir, ver mundo, cambiar de perspectiva, es, para muchos, un valor intangible, y muy alto, que, adem¨¢s de la conversaci¨®n literaria y el contacto con los lectores, otorgan estos festivales.

-Cuando empec¨¦ a publicar y me invitaban a alg¨²n sitio fuera de Cuba era una fiesta ¨Cdice Padura-. No viaj¨¢bamos con libertad y salir ten¨ªa una connotaci¨®n especial. Adem¨¢s, si te pagaban algo pod¨ªas comprar cosas que no ten¨ªas en Cuba. Pero ahora recibo treinta invitaciones por a?o. Me paso seis meses fuera, entonces no escribo. Aunque trabajo, y mucho. Lo llevo bien y mal. Pero asumo la promoci¨®n como parte del trabajo. Te da visibilidad y eso es importante. Y en mi caso especialmente, porque en Cuba tengo muy poca: mis libros se publican de manera aleatoria, y casi nunca me invitan a eventos.

El espa?ol Marcos Giralt Torrente estuvo fuera de casa, en festivales y ferias, un mes y medio durante 2016.

-Dos veces en Colombia, dos en M¨¦xico, una en Canad¨¢, dos en Italia, una en Gran Breta?a, otra en Bulgaria, adem¨¢s de las espa?olas. Pero no puedo decirte con seguridad porque tengo el pasaporte en la embajada India. All¨¢ voy en enero. Despu¨¦s no tengo todav¨ªa ning¨²n viaje. ?Por suerte o por desgracia? Ando acuciado con un libro y supongo, entonces, que lo primero. Durante una largu¨ªsima ¨¦poca, las invitaciones me dieron la posibilidad de viajar y conocer escritores de otros pa¨ªses. Ha sido una felicidad conocer lugares como Buenos Aires, Ciudad de M¨¦xico, Lima. Con el tiempo cada vez me da m¨¢s pereza. Tengo un hijo de siete a?os y me cuesta mucho separarme de ¨¦l. Pero lo que me atrae del viaje es la posibilidad de estar solo: el avi¨®n alternando la lectura con pel¨ªculas que nunca ver¨ªa, la habitaci¨®n de hotel. No trabajo cuando viajo. Mi vida diaria es una lucha desesperada por encontrar tiempo para escribir y el viaje representa un fracaso anticipado. Adem¨¢s, cada vez que salgo me cuesta mucho reconectar. Pero voy por el inter¨¦s de conocer a otros escritores, por agradecer la generosidad de quien me invita. Pero estar dentro de ese circuito no es s¨ªntoma de nada. Tan s¨®lo de que un programador se ha acordado de ti. Encajas en su puzle. Lo importante para los escritores no es encajar en el puzle. Somos oportunistas y aceptamos el privilegio temporal, pero nuestra mirada est¨¢ puesta en otro sitio. Creo.

Antes o despu¨¦s, casi todo escritor-viajero frecuente se despierta en un hotel de Guayaquil y no sabe si eso es Madrid o Quito, si es lunes o jueves ni d¨®nde est¨¢ el ba?o, hasta que despu¨¦s de un breve karate mental dispone cada pieza en su lugar ¨CGuayaquil, martes, ba?o a la derecha- y se dispone a seguir durmiendo. Y entonces, quiz¨¢s, un leve chisporroteo le recuerde que en tres d¨ªas m¨¢s tendr¨¢ que estar en Lima y despu¨¦s en Bogot¨¢ y luego en Barcelona, todo eso antes de volver a casa, y envuelto en las s¨¢banas de setecientos hilos podr¨ªa preguntarse, con diversos niveles de angustia o despreocupaci¨®n, ¡°?D¨®nde es casa?¡±, donde casa no significa, precisamente, un techo y unos muebles.

-Todo evento literario ayuda a promover el h¨¢bito de la lectura ¨Cdice la escritora brasile?a Andr¨¦a del Fuego-. Tengo simpat¨ªa por estos encuentros y asisto por militancia hacia la lectura. Es verdad que, para el autor, el centro gravitacional es su escritura, y que eso es algo ¨ªntimo. Pero los eventos son el alma del mercado y los autores siempre volver¨¢n a su intimidad, donde no hay ning¨²n contacto con los mecanismos de divulgaci¨®n.

Despu¨¦s, como quien sienta las bases de un credo inamovible, dice:

-Un autor con s¨®lida disciplina no encuentra, en la participaci¨®n de estos eventos, un obst¨¢culo para su escritura. No es eso lo que lo desv¨ªa de su producci¨®n. Un esp¨ªritu que no encuentra el camino a casa, a la escritura, tambi¨¦n se perder¨¢ en el supermercado de su barrio.