La mente de Chema Madoz viaja a Asturias
El fot¨®grafo madrile?o recrea los paisajes del Principado en sus poemas visuales
Una manzana de la que brota un arbolito, la cola de un cet¨¢ceo que asoma entre los c¨ªrculos? conc¨¦ntricos de un tronco de madera cortado, tres pa?itos de ganchillo que, uno junto a otro, simulan las olas que mueren en la orilla¡ El autor de estas sorprendentes fotograf¨ªas en blanco y negro? emerge, con su andar y hablar pausado, de un enjambre de chavales de visita en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid, para mostrar su nuevo trabajo. Chema Madoz, premio Nacional de Fotograf¨ªa en 2000, presenta, en las 34 im¨¢genes de El viajero inm¨®vil, su particular visi¨®n de Asturias, un lugar al que ha viajado su mente para construir sus conocidos poemas visuales desde su estudio de Galapagar (Madrid).
Aunque es el Madoz fiel a su estilo, desarrollado a comienzos de los noventa ¡ªcuando dej¨® la oficina bancaria por la fotograf¨ªa¡ª, el del gusto por las im¨¢genes elementales, sobre fondos neutros, que juegan al equ¨ªvoco, reconoce que este proyecto se le hizo "cuesta arriba al principio". Quiz¨¢s porque, como declar¨® en la presentaci¨®n su habitual comisario de exposiciones, Borja Casani, en esta ocasi¨®n ha recorrido "un trayecto inverso" al que suele hacer este artista del barrio madrile?o de San Blas. "Normalmente, Chema pasea entre objetos cotidianos para elaborar sus met¨¢foras visuales. Mientras que esta vez se trataba de ver Asturias en la imaginaci¨®n y luego componer im¨¢genes que la representasen".
El viajero inm¨®vil es una iniciativa de la Fundaci¨®n Mar¨ªa Cristina Masaveu Peterson, nacida en 2006, dentro de su proyecto de mecenazgo Miradas de Asturias, en el que, cada a?o, encarga a un premio Nacional de Fotograf¨ªa que d¨¦ su visi¨®n sobre esta comunidad aut¨®noma, con el fin de atesorar un fondo de obra in¨¦dita. Madoz, cuyas fotos podr¨¢n verse del 9 de febrero hasta el 16 de abril, con entrada gratuita, para viajar en mayo al Museo de Bellas Artes de Oviedo, es el quinto autor que se ha sumado a estas Miradas de Asturias. Le precedieron Alberto Garc¨ªa-Alix, Jos¨¦ Manuel Ballester, Ouka Leele y Joan Fontcuberta.
Hasta desarrollar este viaje imaginario, el Principado era una tierra con la que Madoz (1958) solo ten¨ªa el v¨ªnculo de haber sido un lugar de vacaciones. Sin embargo, para esta propuesta de la Fundaci¨®n Masaveu, viaj¨® varias veces, con la idea de familiarizarse con el entorno. Despu¨¦s, dej¨® volar su mente para convertir la realidad contemplada en abstracciones, ese territorio movedizo en el que se encuentra tan c¨®modo. El resultado es una "Asturias latente", dice Madoz, como la de esa "barca en vertical convertida en un sagrario" o los cinco brazos de una estrella de mar recorridos por cremalleras. Su objetivo final ha sido "un retrato colectivo" de un territorio en el que domina "una naturaleza potente". El mar, las monta?as y los ¨¢rboles est¨¢n presentes. A ello ha sumado "la idiosincrasia y los usos y costumbres de sus gentes". Aunque en varias de sus instant¨¢neas hay humor, como es habitual en su obra, tambi¨¦n ha querido subrayar problemas de la comunidad, "como la incomunicaci¨®n", representada por ese trenecito que recorre una peque?a v¨ªa cuadrada.
Premio PHotoEspa?a en 2010, Madoz, al que algunos han vinculado con el surrealismo de Man Ray, fue el primer fot¨®grafo vivo al que el Reina Sof¨ªa dedic¨® una antol¨®gica, en 1999. Sus im¨¢genes, en las que invita al espectador a descubrir lo que ocultan sus objetos po¨¦ticos, se han expuesto en museos y galer¨ªas de todo el mundo.
Como novedad de esta obra, Madoz ha realizado un v¨ªdeo. En ¨¦l se ve el interior del teatro Campoamor, el mayest¨¢tico espacio en el que se entregan los premios Princesa de Asturias, en cuyo escenario mana una cascada. Casani apunta que es una met¨¢fora de "c¨®mo vemos, en la actualidad, la naturaleza, como un espect¨¢culo que, por contemplarlo con mucha gente en vez de individualmente, pierde su esencia".
Babelia
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