La modernidad atemporal

Hay que llamarse Wayne Shorter para encabezar un festival como el Heineken Jazzaldia tocando la m¨²sica que toca el saxofonista, porque muy pocos cabezas de cartel suministran algo tan honesto, arriesgado y sin concesiones. A sus 83 a?os, sigue estando a la vanguardia de s¨ª mismo, desafiando su edad para hacer algo tit¨¢nico: tocar m¨²sica de 2017 en 2017.

Cada concierto que ofrece con su ya legendario cuarteto es un dechado de modernidad que se barrunta atemporal, algo que se confirm¨® de nuevo anoche en San Sebasti¨¢n. Resulta dif¨ªcil creer que llegar¨¢ el d¨ªa en que la m¨²sica de Shorter suene caduca o trasnochada: los sonidos creados por el cuarteto son tan propios que, frente a ellos, uno se sabe espectador de una experiencia musical ¨²nica.

Como ocurr¨ªa con su mentor y amigo Miles Davis, la m¨²sica de Shorter es, por encima de todo, una obra colectiva en la que sus m¨²sicos juegan un papel decisivo. Al mismo tiempo, Danilo P¨¦rez, John Patitucci y Brian Blade siempre tocan diferente cuando lo hacen con el maestro, generando una energ¨ªa incontenible que se nutre de la asombrosa interacci¨®n de los cuatro m¨²sicos. En directo, el grupo de Shorter es un ente tetrac¨¦falo que crea al un¨ªsono una m¨²sica majestuosa y dif¨ªcil de describir.

Cada frase del saxofonista es una certera y misteriosa pincelada sobre el lienzo que le proporciona el tr¨ªo, en una conversaci¨®n constante en la que las ideas de unos y otros se encarrilan de forma casi m¨¢gica. Todo ello propulsado por ese portento de la naturaleza llamado Brian Blade, un baterista din¨¢mico e intuitivo que impulsa la m¨²sica del cuarteto con una inventiva fuera de lo com¨²n.

Cada vez que el saxofonista duda entre coger el saxo soprano o el tenor, y cada vez que, a punto de comenzar a tocar, algo hace que decida esperar unos segundos, contemplamos al Shorter creador, un l¨ªder que escucha su entorno antes de lanzarse a decir nada, porque cuando lo dice, siempre es algo lleno de sentido.

En San Sebasti¨¢n su repertorio se compuso de composiciones bien estructuradas, llenas de giros sorprendentes y sometidas a las el¨¢sticas modulaciones de cada uno de los int¨¦rpretes, que entran y salen del flujo musical con total libertad, pero siempre en constante armon¨ªa con el conjunto. Magia, pura magia lo que son¨® anoche en el Kursaal, en un concierto antol¨®gico que se mantuvo en progresi¨®n ascendente de principio a fin, brind¨¢ndonos algunos momentos que sin duda pasar¨¢n a los anales de la historia reciente del festival.