"Cr¨¦eme que estoy enfermo de amor"
?C¨®mo fue la relaci¨®n epistolar de los grandes compositores con sus musas y amantes?
"Rezo cada d¨ªa para que tu esposo fallezca¡±. He aqu¨ª un pasaje de la ins¨®lita carta de amor que Joseph Haydn??(1732-1809) escribe a la cantante Luigia Polzelli. Se hab¨ªa enamorado de ella hasta el extremo de implorar la muerte de su esposo. O hasta el punto de caricaturizarlo como a una ¡°pesada carga¡±. Un hombre mayor y achacoso, a quien m¨¢s le convendr¨ªa un pasaporte a la eternidad que ¡°permanecer como un in¨²til sobre la tierra¡±.
Cuesta trabajo relacionar el refinamiento y los modales de Haydn?con estos arrebatos homicidas, pero el intercambio epistolar del compositor austriaco y Polzelli forma parte del proceso desmitificador con que el music¨®logo y director Kurt Pahlen (1907-20013)??hizo acopio e inventario de las relaciones amorosas que conmovieron a los grandes maestros. No porque pretendiera trivializarlos o despojarlos del vuelo de sus obras, sino para exponer las dudas y pasiones que identifican a cualquier humano atribulado, apasionado o desenga?ado en su convulsi¨®n sentimental.
El compendio ha sido reunido en una esmerada iniciativa de la editorial Turner. Y representa un cat¨¢logo de emociones que comprende la superficialidad y la hondura, la ligereza y el dolor, pero que tambi¨¦n aspira a auscultar el coraz¨®n de los artistas sensibles. ?Cu¨¢nto influy¨® el amor y la forma de vivirlo en sus obras? Beethoven?(1770-1827) se recrea en el registro verbal del claro de luna para cortejar a Amalia Sebald, mientras que Mozart (1756-1791), autor de Don Giovanni, juguetea con su esposa desprovisto de todo dramatismo.
Mozart llama ratoncilla a Konstanze Weber. Le cuenta que lleva consigo su retrato. Y que invoca a Dios para que la proteja. ¡°Si pudiera contarte todo lo que hago con tu querido retrato, sin duda te reir¨ªas a menudo¡±, escribe a su mujer desde una despreocupaci¨®n que parece prevenirse de las pasiones m¨¢s dolorosas. Todo lo contrario de cuanto desprende el tri¨¢ngulo entre Robert Schumann?(1810-1856), su esposa, Clara, y Johannes Brahms.
Las cartas aqu¨ª reunidas no permiten concluir que hubiera un adulterio, pero airean la inestabilidad emocional de Schumann, sus feroces crisis psiqui¨¢tricas y la manera en que Clara y el joven Brahms encontraron en la relaci¨®n epistolar el embri¨®n de su posterior v¨ªnculo sentimental.
Kurt Pahlen detalla la locura y la agon¨ªa de Schumann. Lo describe atado a una cama, desnutrido, aislado. Y contrapone la desesperaci¨®n del compositor al ¨¦nfasis rom¨¢ntico de las primeras cartas. Llama Clarita a Clara y escribe su Carnaval partiendo de cuatro notas que representan el acr¨®nimo de la ciudad natal de su amada, Asch (Bohemia).
Reviste inter¨¦s el hallazgo porque Schumann le escribe a Clara las cartas y la m¨²sica desdibujando las fronteras entre aqu¨¦llas y ¨¦sta. Y demostrando el grado de rec¨ªproca porosidad del papel en blanco y el pentagrama desnudo.
Giuseppe Verdi (1813-1901), acaso, nunca hubiera escrito La Traviata ?si no hubiera sido para exorcizar el moralismo con que la sociedad contempor¨¢nea le afeaba su relaci¨®n con una cantante divorciada. Se llamaba Giuseppina Strepponi y aparece en el libro de Kurt Pahlen firmando una misiva pudorosa, entra?able y bastante ir¨®nica: ¡°Te dir¨¦ en bajito lo mucho que te amo y te admiro (¡). Intenta planificar tu vida de tal modo que llegues a ser tan viejo como Matusal¨¦n, para la alegr¨ªa de la persona que te ama y el disgusto de los m¨²sicos franceses¡±.
Se peleaba ?con ellos Richard Wagner (1813-1883) despu¨¦s de los inconvenientes que rodearon la versi¨®n parisiense de Tannh?user, aunque es Trist¨¢n e Isolda la partitura que amortigua y sublima sus amores intensos, felices, imposibles y frustrantes con Mathilde Wesendock: una mujer casada, como casado estaba ¨¦l, y un episodio esencial entre los 27 cap¨ªtulos que desglosan "Cartas de amor a los m¨²sicos" (Turner).?
¡°Eres demasiado amable¡±, escribe Wagner a su clandestina amada, ¡°y yo me consumo en el temor. Tambi¨¦n mis l¨¢grimas fluyen. Si no tuviera tantos males casi de cada lado hacia el que miro, me entregar¨ªa exclusivamente a este dolor (¡). Te amo profundamente. D¨¦jalo. Orgullo. Fuera las l¨¢grimas de los ojos: eres m¨ªa. Todo lo dem¨¢s se solucionar¨¢¡±.
Tristan e Isolda es la respuesta metaf¨ªsica al amor imposible sobre la tierra. Wagner tiene que buscarla fuera del tiempo y del espacio. Y escribe el desenlace sublime del ?liebestod, muerte de amor, fuego en el agua, pasaje inici¨¢tico con que finaliza la ¨®pera y empieza la revoluci¨®n de la m¨²sica contempor¨¢nea, dilat¨¢ndose el l¨ªmite de la tonalidad: ¡°En el fluctuante torrente, en la resonancia armoniosa, en el infinito h¨¢lito del alma universal, en el gran Todo¡, perderse, sumergirse¡ sin conciencia¡, ?supremo deleite!¡±.
Fue Kurt Pahlen, compilador de esta colecci¨®n de ep¨ªstolas, un gran divulgador y autor prolijo. Naci¨® en Viena. Muri¨® en Suiza. Recorri¨® el mundo como un misionero. Fue director del Teatro Col¨®n de Buenos Aires. Y mantuvo una estrecha amistad con Manuel de Falla, aunque es Enrique Granados (1867-1916) el ¨²nico compositor espa?ol que aparece en este follet¨®n de amores y desamores; se airea su relaci¨®n sentimental con su mujer, Amparo Gal, alias Tit¨ªn. ¡°Tuyo hasta morir¡±, finaliza varias de sus cartas el maestro catal¨¢n. E introduce sin pretenderlo una fatal premonici¨®n. Murieron juntos a bordo del Sussex. La Armada alemana torpede¨® la nave en un episodio dram¨¢tico de la I Guerra Mundial.
¡°Si sintieras lo que yo siento dentro de m¨ª, ver¨ªas lo delicioso que es quererte como te quiero (¡). Me tienes robado el coraz¨®n, vidita m¨ªa (¡). Voy a gastar tu retratito de tanto mirarlo¡¡±, escribe Granados reiterando los diminutivos. ?l no esperaba que el intim¨ªsimo epistolario fuera a trascender. Ni que lo hiciera junto las intimidades de sus colegas como ocurre en este volumen.
Aqu¨ª tambi¨¦n est¨¢ incluido Gustav Mahler (1860-1911)?, cuya relaci¨®n pasional, atribulada con Alma se extiende en uno de los pasajes m¨¢s intensos del libro, sobre todo en cuanto concierne a la relaci¨®n de dependencia que parec¨ªa urgirlo y atormentarlo: ¡°Cr¨¦eme que estoy enfermo de amor. Desde el s¨¢bado a la una ya no vivo. Gracias a Dios acabo de recibir tus cartitas. Ahora ya puedo respirar. Durante media hora fui feliz. Pero ahora ya no aguanto m¨¢s. Si est¨¢s fuera toda una semana, me muero (¡). Ay, qu¨¦ maravilloso es amar. Y s¨®lo ahora s¨¦ lo que significa. El dolor ha perdido sus fuerzas, y la muerte, sus espinas¡±.
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