George Clooney: ¡°La crispaci¨®n en EE UU est¨¢ llegando a su apogeo¡±
El actor y director presenta ¡®Suburbicon¡¯ en la competici¨®n oficial y pone patas arriba el festival
George Clooney es una estrella. Eso ya se sabe. Hay muchas m¨¢s, claro. La diferencia es que, en su caso, la definici¨®n roza lo literal. Porque cuando el actor aparece, todo lo dem¨¢s orbita a su alrededor. Incluso divos como Julianne Moore y Matt Damon, protagonistas de Suburbicon, la pel¨ªcula con la que Clooney compite en Venecia como director, acaban casi en sat¨¦lites. Su fuerza gravitacional arrastra a los mejores creadores hacia sus rodajes. Y hasta se?ores en la cincuentena sienten una atracci¨®n tan inevitable como para pasarse 12 horas esperando en la alfombra roja. ¡°Cuando llega un personaje de este calibre, al nivel de Robert Redford y Jane Fonda, para verlo bien hay que venir por la ma?ana¡±, explica Giorgio Melandri, de 52 a?os, sentado ante el Palazzo del Cinema. Quiz¨¢s, en el fondo, la pareja de mitos que visit¨® la Mostra el d¨ªa anterior sea el ¨²nico t¨¦rmino de parang¨®n para el efecto Clooney. Sin ¨¢nimo de comparar carreras, el colapso de la sala de prensa registr¨® un empate.
Decenas de m¨®viles levantados. Los pasillos desbordados. Que nada se entrometa ante la llegada de Clooney. El director entr¨® entonces, elegante, risue?o y ovacionado. Hac¨ªa cuatro a?os que el Lido no le acog¨ªa. Por lo visto hoy, est¨¢ claro que le ha echado de menos.
En 2011, Clooney inaugur¨® Venecia con Los idus de marzo. Dos a?os despu¨¦s, present¨®, como actor, Gravity. Pero luego rod¨® Monument Men, un fracaso tan grande que unos emails filtrados online mostraban al propio Clooney pidiendo disculpas a los ejecutivos. As¨ª que sobre Suburbicon pend¨ªa una afilada espada de Damocles. ?Regreso a la senda del ¨¦xito u otro paso hacia las sombras? El filme s¨ª se adentra en la oscuridad, pero solo en su trama: una familia abraza la violencia, mientras todo su id¨ªlico vecindario est¨¢ mucho m¨¢s preocupado por los afroamericanos que se acaban de mudar all¨ª. La pel¨ªcula va mejorando a cada minuto, hasta acabar en delirio salvaje e hilarante y en reflexi¨®n profunda. Aunque su luz no ciegue, la estrella brilla de nuevo.
¡°Crec¨ª en los sesenta, durante los movimientos por los derechos civiles. Pens¨¢bamos que esos problemas desaparecer¨ªan, pero no ocurri¨®. Miramos en la direcci¨®n equivocada, culpamos a las minor¨ªas de nuestras crisis, aunque no tienen nada que ver con ella¡±, relat¨® el actor. Tanto que la petici¨®n que un vecino lee en el filme, para ¡°integrar a los negros, pero cuando est¨¦n listos¡±, es real, aunque proceda de los cincuenta. Entre una agresi¨®n racista de aquella ¨¦poca y el guion que los hermanos Coen escribieron en 1985 y nunca lograron filmar, Clooney ha construido un filme actual¨ªsimo. ¡°Cuando se habla de ¡®Hacer Am¨¦rica grande de nuevo¡¯ se vuelve a esos a?os. Ya se dec¨ªa con el presidente Eisenhower. No vemos los problemas reales que este pa¨ªs a¨²n tiene que afrontar, como las cuestiones raciales¡±.
Poco parece verlos, desde luego, Donald Trump. El presidente de EE UU es una pregunta fija en Venecia, m¨¢s este a?o que compiten siete filmes producidos en su pa¨ªs, y que muestran distintas visiones de c¨®mo se quebr¨® el sue?o americano. Clooney, hace un a?o, sentenci¨® que jam¨¢s ser¨ªa presidente. Su filme, por tanto, tampoco lo vio venir. ¡°No sab¨ªamos que Trump lo lograr¨ªa. Pero siempre hemos visto ciertos elementos en EE UU: cre¨ªamos que una clase media con 6.000 d¨®lares al mes pod¨ªa tener una casa grande y mandar a sus hijos a una buena escuela. Luego, nos dimos cuenta de que algunos pod¨ªan hacerlo¡±, defendi¨®.
El show de Clooney fue m¨¢s moderado de lo habitual. Brome¨® con alguna pregunta, se rio de Damon ¨C¡°Tiene una carga sexual incre¨ªble una vez. Dos, ya no¡±- y dej¨® que el actor le contestara: ¡°Es el mejor director del mundo si haces lo contrario de lo que te dice¡±. Sin embargo, el fondo de la cuesti¨®n es tan serio que los chistes apenas tuvieron cabida. ¡°Se tarda dos a?os en producir una pel¨ªcula, as¨ª que cuando se estrena lo que pretend¨ªas contar ya ha pasado. En todo caso, es arte, y nos permite ver d¨®nde est¨¢bamos. En el caso de EE UU, yo creo que la crispaci¨®n est¨¢ llegando a su apogeo¡±.
Los recientes disturbios y las marchas supremacistas en Charlottesville parecen confirmarlo. De ah¨ª que le preguntaran a Moore si las nuevas generaciones ser¨¢n m¨¢s tolerantes. ¡°Todos suelen decir que s¨ª, pero lo ser¨¢n solo si la generaci¨®n actual ya lo hace¡±, respondi¨®. Y relat¨® que est¨¢ impulsando una recogida de firmas para retirar el nombre de un general confederado de su instituto de la infancia. Clooney continu¨® su discurso: ¡°Donde me cri¨¦, se hac¨ªan recreaciones de la Guerra Civil y la gente no entend¨ªa que el Sur defend¨ªa la esclavitud. Poner la bandera confederada sobre un edificio p¨²blico es un s¨ªmbolo de odio, no se puede permitir¡±.
Muchos apuros, pocas soluciones. ?No podr¨ªa arreglarlos un Clooney en la Casa Blanca? ¡°Ahora mismo querr¨ªa que cualquiera fuera presidente¡±. ?l no, que le dejen el cine. Para que todo gire, hacen falta estrellas.
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