El talento derrota al tiempo en Venecia
Las actuaciones de Judi Dench, Helen Mirren y Donald Sutherland esconden las olvidables pel¨ªculas de Paolo Virz¨¬ y Stephen Frears
El festival de Venecia naci¨® poco antes que Judi Dench. El certamen de cine m¨¢s antiguo del mundo arranc¨® all¨¢ por 1932, en la terraza del hotel Excelsior. Dos a?os despu¨¦s, en York, Inglaterra, ve¨ªa la luz una de las mejores actrices del ¨²ltimo siglo. ¡°La vida es como una alfombra. Tejemos hacia adelante y hacia atr¨¢s para crear un dise?o¡±, se dice en La reina Victoria y Abdul, el filme por el que Dench est¨¢ hoy en La Mostra ¡ªse ver¨¢ el 22 de septiembre en Espa?a¡ª. Y lo cierto es que festival e int¨¦rprete han juntado, con sus hilos, dibujos excepcionales. De vez en cuando, hasta se han cruzado. En la ¨²ltima, hace cuatro a?os, Dench trajo a Venecia Philomena, que le vali¨® una nominaci¨®n al Oscar. Y ahora vuelve, de nuevo de la mano del director Stephen Frears, fuera de concurso. En la pantalla interpreta a la soberana, pero tambi¨¦n lo es. Su presencia enseguida manda. Si el filme merece la pena, es por Judi Dench.
Algo parecido ocurre con la nueva pel¨ªcula de Paolo Virz¨¬, The Leisure Seeker ¡ªque se estrenar¨¢ en Espa?a¡ª. Le dec¨ªa anoche un cin¨¦filo local a otro, sentado en la butaca de al lado: ¡°Entre Espa?a-Italia y un filme, me quedo con lo segundo. M¨¢s, en Venecia¡±. Visto el resultado del f¨²tbol, acert¨®. Pero, quiz¨¢s para levantar su ¨¢nimo, el p¨²blico italiano esperaba con los dedos cruzados la pel¨ªcula de su compatriota en la competici¨®n oficial. "?Forza Paolo!¡±, grit¨® alguien antes de la proyecci¨®n. Se debi¨® de llevar otro disgusto. Por lo menos, el largo s¨ª tiene un m¨¦rito: contar con dos protagonistas tan gigantes como Helen Mirren, de 72 a?os, y Donald Sutherland, de 82 (ya juntos en 1990, en Bethune: la forja de un h¨¦roe).
Quiso as¨ª la suerte, o la programaci¨®n de La Mostra, que las dos actrices brit¨¢nicas m¨¢s talentosas de su generaci¨®n y el fen¨®meno canadiense coincidieran en la misma jornada. El tiempo se rindi¨® ante el talento eterno. Hasta la memoria se puso a sus ¨®rdenes: era verlos y la reciente decepci¨®n de sus filmes se hac¨ªa recuerdo lejano.
Hubo incluso quien se puso de pie para acoger a Mirren y Sutherland en la sala de prensa. ¡°Veros actuar sirve como una lecci¨®n¡±, les dijo un redactor. Ambos se pasaron un buen rato pele¨¢ndose por qui¨¦n contestar¨ªa antes a una pregunta. Solo por eso, m¨¢s aplausos. Al final gan¨® Mirren. ¡°Este personaje es un reflejo de c¨®mo esperaba vivir, espero mantener el placer por la vida hasta el final. Quiero que mi muerte est¨¦ llena de risas¡±, afirm¨®.
Varias preguntas indagaron sobre la relaci¨®n de Sutherland y Mirren con Italia y su cine. Ella cont¨® que La aventura, de Michelangelo Antonioni, fue la primera pel¨ªcula que le impact¨®. ¡°Anna Magnani es mi mayor divinidad¡±, continu¨®. Y ¨¦l asegur¨® que nunca percibi¨® a Virz¨¬ como un director local, sino ¡°una persona universal, con una visi¨®n extraordinaria de la verdad¡±. A lo que Mirren a?adi¨® su homenaje al cineasta: ¡°Paolo mira siempre con un ojo que ama. Todo empieza y comienza con el director. Lo que hacemos nosotros en el medio es tratar de dar una contribuci¨®n, completar su visi¨®n. Pero los visionarios son los cineastas¡±.
Virz¨¬, en concreto, concibe The Leisure Seeker como una especie de secuela de Locas de alegr¨ªas. Pero la comparaci¨®n entre sus dos ¨²ltimos hijos es da?ina para el reci¨¦n nacido. La fuga ca¨®tica de dos mujeres de un centro para enfermas mentales le trajo premios, aplausos y sonrisas. La ¨²ltima escapada en la carretera de una pareja de ancianos estadounidenses enfermos, en cambio, puede darle alg¨²n quebradero de cabeza: sus sellos est¨¢n all¨ª (humanidad, iron¨ªa, ternura, tragicomedia) pero al irse a rodar al otro lado del oc¨¦ano Virz¨¬ se dej¨® atr¨¢s la frescura y la espontaneidad. A saber si tiene que ver con su primer filme en ingl¨¦s. ?l mismo admiti¨® que no estaba convencido. Pidi¨® fichar a Sutherland y Mirren, para que su no tumbara el proyecto. Ambos, para su sorpresa, dijeron s¨ª enseguida. ¡°Parec¨ªa la mejor idea del mundo¡±, relat¨® Sutherland.
Para Dench, en cambio, la sorpresa fue su rol. ¡°Nunca pens¨¦ que retomar¨ªa este papel [ya la interpret¨® en la premiada Su Majestad, Mrs. Brown]. Le ten¨ªa mucho cari?o, en el fondo hasta entonces no hab¨ªa tenido apenas una carrera cinematogr¨¢fica¡±, explic¨® Dench. Entre su enorme curr¨ªculo, un personaje ya estudiado y otra reina que llev¨® a la pantalla (fue Isabel en Shakespeare in Love), el rol pod¨ªa resultarle c¨®mod¨ªsimo. Pero, m¨¢s all¨¢ de las infinitas prendas que hab¨ªa de llevar, la actriz explic¨® que ¡°cada papel requiere una concentraci¨®n enorme¡±. ¡°Nunca he tenido un personaje donde no hab¨ªa que hacer mucho trabajo¡±, agreg¨®.
Por eso, entre mil razones, Frears lo dej¨® claro al parecer desde el primer instante: ¡°Har¨¦ la pel¨ªcula solo si puedo contar con Judi¡±. No era para menos. Por lo dem¨¢s, el relato, inspirado en hechos reales, de la relaci¨®n cada vez m¨¢s ¨ªntima entre la reina Victoria de Inglaterra y su sirviente indiano, recuerda a las ceremonias que se celebran en la Corte Real. Est¨¦tica y apariencia lucen impecables. El contenido, como muestra el filme, puede aburrir hasta a la propia reina.
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