¡°Solo la fotograf¨ªa anal¨®gica puede contar la verdad¡±
Nicholas Nixon re¨²ne en Madrid sus series, incluida las de las hermanas Brown
El verano de 1975, el joven Nicholas Nixon (Detroit, 1947) fue a visitar a su novia, Beverly, en la casa familiar que los Brown pose¨ªan en el campo. Pidi¨® a las cuatro hermanas que posaran para ¨¦l y al a?o siguiente, con el pretexto de la graduaci¨®n de una de ellas, tom¨® una nueva imagen con las mujeres colocadas en el mismo orden: de izquierda a derecha, Heather, Mimi, Bebe, Laurie. Ese retrato estival se repiti¨® durante 41 a?os, tantos como im¨¢genes conforman la obra de las hermanas, una de las series m¨¢s c¨¦lebres de la historia de la fotograf¨ªa, Las hermanas Brown (1975-2016). La secuencia puede verse en la exposici¨®n antol¨®gica que la Fundaci¨®n Mapfre dedica hasta el pr¨®ximo 7 de enero al artista estadounidense.
Las 200 fotograf¨ªas que integran la muestra se adentran en sus principales series: vistas arquitect¨®nicas de Boston y Nueva York, retratos de familias pobres en barriadas de Florida y Kentucky, ancianos ingresados en residencias y hospitales, enfermos terminales de sida. Despu¨¦s de Madrid, la exposici¨®n viajar¨¢ al Centro Andaluz de la Fotograf¨ªa de Almer¨ªa, el C/O de Berl¨ªn y la Fundaci¨®n A de Bruselas.
En la v¨ªspera de la inauguraci¨®n de la exposici¨®n, Nicholas Nixon pasea junto a su esposa las dos plantas que ocupa su obra. Arrastra la pierna izquierda por un inoportuno accidente de bicicleta. Hombre de pocas palabras y expresi¨®n grave, agradece el trabajo del comisario, Carlos Gonollet, conservador de Fotograf¨ªa de la Fundaci¨®n Mapfre y, ante el muro en el que se muestran las impactantes im¨¢genes de las hermanas Brown, asegura que la serie proseguir¨¢ mientras la vida lo permita. En m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, el tiempo se deja ver en los rostros de las mujeres. Las alegres jovencitas de la primera convocatoria son ahora rostros por donde discurren los caminos de la vida. ¡°No pretendo reflexionar sobre el tiempo¡±, dice Nixon, sin embargo, sino narrar su historia sin trampas. Dejar¨¦ de hacerlo cuando me canse o ellas se aburran¡±. A?ade que en cada sesi¨®n anual tira varias tomas y entre todos eligen. Solo hubo una peque?a discrepancia en una ocasi¨®n, cuando a una de las hermanas le hab¨ªa picado un insecto en el ojo y ten¨ªa el p¨¢rpado hinchado. Las dem¨¢s le convencieron y aqu¨ª est¨¢ la foto¡±.
Para que una historia le interese solo hay una condici¨®n: que le llegue al coraz¨®n. ¡°Me interesa lo pr¨®ximo, lo cercano. Estudio si es realizable y me pongo en marcha. Para la serie sobre los enfermos de sida contact¨¦ con ellos y sus familiares y todos estuvieron de acuerdo en posar. Con los ancianos, el procedimiento fue similar. Tanto mi mujer como yo hemos trabajado siempre con organizaciones humanitarias, de manera que la aproximaci¨®n no es muy complicada¡±.
Nunca ha robado una foto ni ha hecho un montaje. Todo lo que se ve en su obra es aut¨¦ntico y consensuado con los protagonistas. Gracias a su actividad docente se ha permitido escoger los temas. ¡°Un par de veces he trabajado por encargo y fue suficiente. No va conmigo, aunque una de esas peticiones fue para poner im¨¢genes en un reportaje en The New York Times. El tema era sobre beb¨¦s. Yo me limit¨¦ a llevar un mont¨®n de fotograf¨ªas de ni?os y ellos escogieron. Ah¨ª termin¨® mi trabajo por cuenta ajena¡±.
Ajeno al mundo tecnol¨®gico, afirma rotundo que ¡°solo con la la fotograf¨ªa anal¨®gica se puede contar la verdad¡±. Todo lo dem¨¢s puede ser manipulado. Usuario en sus comienzos de una peque?a c¨¢mara Leica como las que usaban sus admirados Walker Evans o Henri Cartier Bresson, cuenta que muy pronto opt¨® por c¨¢maras 8 por 10 porque positivan el negativo al mismo tama?o y es posible ver la toma al completo. Sobre las im¨¢genes obtenidas con smartphones prefiere ni opinar, son ¡°entretenimiento, nada m¨¢s¡±. Pese a su af¨¢n por conseguir fotograf¨ªas aut¨¦nticas vinculadas a una historia, no se define como documentalista sino como un ¡°artista que cuenta la realidad¡±.
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