Anna Bella Geiger conquista su lugar en el mapa
Una exposici¨®n en La Casa Encendida re¨²ne un centenar de obras de la artista brasile?a que cuestiona el poder a trav¨¦s de sus cartograf¨ªas
La fascinaci¨®n por los mapas en inherente al ser humano. ?Qui¨¦n no se ha perdido fantaseando delante de un mapamundi o de un globo terr¨¢queo? Marcando los lugares que se han visitado o los que quedan pendientes, descubriendo pa¨ªses o islas rec¨®nditas, fronteras con formas curiosas¡ Ese im¨¢n que poseen los mapas uni¨® a la artistas brasile?a Anna Bella Geiger y a Estrella de Diego, catedr¨¢tica de Arte Contempor¨¢neo de la Universidad Complutense de Madrid ¡ªy autora, entre m¨²ltiples publicaciones, de Contra el mapa (Siruela, 2008)¡ª que comisar¨ªa la muestra Geograf¨ªa f¨ªsica y humana, recopilaci¨®n de un centenar de piezas entre objetos, dibujos, v¨ªdeos y grabados de la creadora que se puede ver en La Casa Encendida de Madrid hasta el 7 de enero.
La complicidad que se ha creado entre estas dos mujeres es la que esta muestra requiere al visitante: el espectador ha de ser c¨®mplice de Geiger, su obra lo consigue. Observar a trav¨¦s de los ojos de esta artista nacida en R¨ªo de Janeiro en 1933. La mirada de una joven brasile?a de familia de jud¨ªos polacos que huyeron de Europa. Iba a clases de Arte a escondidas de su madre que quer¨ªa que estudiara en la universidad porque "el arte no es una profesi¨®n", le dec¨ªa. Unos ojos que viajaron a Nueva York en 1954 y que se abrieron "a todo lo que no se pod¨ªa encontrar en ninguna otra parte del mundo", recuerda. Rememora algunos episodios neoyorquinos de esos momentos como si los estuviera viviendo: "Una tarde entr¨¦ en una tienda, en una mesa hab¨ªa algunos libros de segunda mano y un mont¨®n de papeles. ?Eran grabados japoneses aut¨¦nticos de los siglos XVIII y XIX! [ukiyo-e]". Aunque, en principio, parezca que esto no tiene gran relaci¨®n con su obra, con sus mapas intervenidos y rele¨ªdos o con sus v¨ªdeos, basta darse una vuelta por la primera sala para encontrar la famosa ola de Hokusai como fondo de uno de sus trabajos.
El fetiche de sus trabajos actuales
A sus 84 a?os, Anna Bella Geiger sigue creando. Antes de su visita a Madrid hab¨ªa estado acabando las tres obras que ir¨¢n a la Frieze de Londres, feria que se inaugura el 5 de octubre. Ha trabajado con uno de sus tesoros m¨¢s preciados: el pigmento original del azul Klein. Cuenta con entusiasmo como en una bienal internacional un asistente del artista franc¨¦s le regal¨® un saco de cinco kilos. Lo tuvo mucho tiempo guardado sin tocar, como un tesoro, preserv¨¢ndolo de la humedad de R¨ªo de Janeiro. Hace 15 a?os empez¨® a usarlo, ese azul cobalto de algunas de sus obras, es en realidad el aut¨¦ntico azul Klein. Lo dosifica tanto que todav¨ªa le queda. "?No hay cosa m¨¢s linda que ese pigmento!", asegura.
Geiger traza el mapa de su vida cuando habla. No explica sus creaciones, explica donde estudiaba o donde daba clases, lo que que hac¨ªan sus padres, sus hijos o su marido y todas las piezas van encajando. Como artista mujer ten¨ªa que ser multitarea, el tener un taller ¡ªun estudio¡ª estaba reservado para creadores (masculino). Le es inevitable nombrar a su padre, "artesano del cuero", delante de las banderas que ella ha cosido y que cuelgan del techo de la sala, o de los collages fotogr¨¢ficos, los asimila con los recortes del material que trabajaba su padre. La costura tambi¨¦n le lleva al momento en que confeccionaba la ropa de sus cuatro hijos, refleja tiempos de penuria econ¨®mica, "de sus funciones como mujer y madre", y eso est¨¢ en el alma de su obra, en su proceso de ejecuci¨®n: peque?os formatos, piezas sutiles, aparentemente sencillas pero con gran carga conceptual. "Aprend¨ª a trabajar a base de anotaciones", explica. Una serie de v¨ªdeos en los que se la ve de espaldas, sin ropa, dibujando un mapa, son la prueba de c¨®mo aprovecha los momentos de intimidad, de soledad, para crear antes de que se levanten los ni?os o despu¨¦s de que se acuesten.
Ya que no tiene un cuarto propio, busca un momento propio. Est¨¢n presentes los ukiyo-e, pero tambi¨¦n est¨¢ Virginia Woolf, y, apurando, hasta el ensayo de Remedios Zafra Un cuarto propio conectado. (Ciber)espacio y (auto)gesti¨®n del yo. Si bien, el ciber sobra en una mujer que no tiene m¨®vil, el espacio y la gesti¨®n del yo son sus elementos de trabajo. Ella es centro de sus im¨¢genes. Interviene el espacio constantemente en sus peque?os mapas, "todo apretado", dice Mapas elementales, una de sus series de v¨ªdeos muestra de esa ausencia de espacio propio. Buscaba cualquier rinc¨®n para cuestionar lo impuesto, y eso se traduce en sus ecuaciones en las que la suma de las dos Am¨¦ricas (Norte y Sur) no da una, en las conchas de moluscos o gavetas en las que encaja sus mapas, la frontera dentro de otra frontera. Para encerrar el poder y desmontarlo solo necesita un l¨¢piz y un papel para lanzar trazos reivindicativos.
Una reivindicaci¨®n que aparentemente no lleva por fuera esta creadora ¡ªsimp¨¢tica y risue?a¡ª que explica todo con la naturalidad de lo que ha sido y es su vida, sin grandilocuencias. Una pionera en el uso del v¨ªdeo entre los artistas brasile?os. Cumple todos los requisitos para estar en la periferia de la periferia del mundo de la creaci¨®n: mujer y latinoamericana, pero en los ¨²ltimos a?os est¨¢ tomando su lugar, su obra est¨¢ en los fondos de MoMA, del Pompidou, del Reina Sof¨ªa... Estos m¨¢rgenes le interesan a la comisaria, ah¨ª pone el foco. Geiger sabe que ha tenido que luchar por trabajar m¨¢s que cualquier hombre pero no lo plasma en su actitud, est¨¢ en su obra, preciocista, delicada. Hace pol¨ªtica a trav¨¦s de la po¨¦tica, solo son dos letras las que diferencian estas palabras, como apunt¨® el artista belga Marcel Broodthaers (1924-1976) en su mapar pol¨ªtico (po¨¦tico) del mundo o Am¨¦rica invertida (1943), dibujo de Torres Garc¨ªa. Dos n(h)ombres (re)conocidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.