La agresi¨®n independentista
En un nuevo ensayo, ¡®Contra el separatismo¡¯, el fil¨®sofo espa?ol ofrece su lectura de la crisis catalana y plantea una respuesta
Cuando le preguntaron a Frascuelo, torero muy popular en el XIX, qu¨¦ le hab¨ªa parecido Par¨ªs, su primera salida a Europa, repuso con alarma y reverencia: ¡°Aquello est¨¢ lleno de extranjeros¡±. Es verdad, el mundo est¨¢ lleno de extranjeros, es ancho y ajeno, como dijo Ciro Alegr¨ªa, de modo que es l¨®gico que amemos y protejamos lo que nos resulta m¨¢s familiar. Hasta ah¨ª el nacionalismo no tiene por qu¨¦ ser malo, aunque a veces incurra en lo que S¨¢nchez Ferlosio llam¨® una vez ¡°la moral del pedo¡±: ese h¨¢lito que no nos molesta salvo cuando es ajeno. Es verdad que freecuentemente los nacionalistas menos exaltados tambi¨¦n piensan en independizarse, pero para ellos la independencia es como para los cristianos el cielo: un lugar de perfecci¨®n y delicias al que nadie tiene prisa por llegar¡
Uno puede abominar del nacionalismo que ha ensangrentado Europa, como dijo Vargas Llosa en la gran manifestaci¨®n antiseparatista de Barcelona, y sin embargo exhibir una bandera rojigualda con toda naturalidad. La supuesta contradicci¨®n entre ambas cosas se ha reiterado en las Redes y tambi¨¦n en la prensa. ¡°Dicen que rechazan el nacionalismo y van todos con su banderita. ?Tienen una empanada!¡±, tuiteaba un tontaina, contento de s¨ª mismo. Supongo que, seg¨²n ¨¦l, los que lloraron de emoci¨®n al ver la Union Jack que mostraban las barcas y barquitos que ven¨ªan a rescatarlos en las playas de Dunkerque se pon¨ªan as¨ª al mismo nivel que los nazis que los rodeaban, esgrimiendo sus estandartes y cruces gamadas. Los que, en Barcelona, sacaron por fin a la calle la bandera constitucional espa?ola se rebelaban con ese gesto contra la imposici¨®n ideol¨®gica y la marginaci¨®n c¨ªvica que sufren desde hace a?os en la org¨ªa del separatismo obligatorio.
Las banderas que mostraron con orgullo no eran excluyentes de nadie sino inclusivas. Y, sobre todo, el suyo no fue un gesto narcisista sino una demostraci¨®n de coraje en defensa propia. Porque lo que pretende imponerse en Catalu?a no es simple nacionalismo, es decir, exaltaci¨®n y apego a lo propio, aunque sea con desmesura; es separatismo, es decir, aborrecimiento de lo espa?ol, odio feroz al no nacionalista y, sobre todo, exclusi¨®n pr¨¢ctica de quienes no comulgan con el dogma del sacrosanto pueblo catal¨¢n y subversi¨®n de cuanto representa al Estado espa?ol.
El separatismo no es una opini¨®n pol¨ªtica o un ensue?o rom¨¢ntico, como el nacionalismo, sino una agresi¨®n deliberada, calculada y coordinada contra las instituciones democr¨¢ticamente vigentes y contra los ciudadanos que las sienten como suyas sin dejar por ello de considerarse catalanes. No es un delirio m¨¢s o menos grave, sino un ataque en toda regla al n¨²cleo m¨¢s importante de nuestra garant¨ªa de ciudadan¨ªa, el Estado de derecho. Con algo de paciencia y sentido del humor se puede convivir mejor o peor con los nacionalistas; pero con los separatistas no hay m¨¢s arreglo posible que obligarlos a renunciar a sus prop¨®sitos.
El separatismo no es solamente un movimiento pol¨ªtico como tantos otros. Hay en ¨¦l algo especialmente maligno, incluso desde una perspectiva m¨ªtico-religiosa. El diablo es, etimol¨®gicamente, el separador, diabolum, el que desune y rompe los lazos establecidos. La tarea diab¨®lica es la fechor¨ªa antihumanista por excelencia, separar a los que conviven juntos y obligarlos a detestarse unos a otros, a alejarse: sembrar la discordia, el desgarro de los corazones. Es de lo m¨¢s desdichado que tantos separatismos peque?os y grandes encuentren terreno abonado en Espa?a, hasta el punto de que cualquier s¨ªmbolo regional ¡ªy si es posible excluyente¡ª sea visto como algo liberador, progresista, por la izquierda lerda y sus asimilados: es prueba de que tenemos un pa¨ªs de todos los diablos¡
En cuanto al proyecto separatista catal¨¢n: desde luego, la legislaci¨®n internacional no est¨¢ del lado diab¨®lico, y as¨ª lo demuestra la declaraci¨®n de la ONU sobre autodeterminaci¨®n unilateral (1970), la cual s¨®lo resulta comprensible en situaciones coloniales, pero nunca en casos en que el ¡°pueblo¡± que quiere emanciparse forma parte de un espacio pol¨ªtico ¡°donde no se discrimina a nadie por su raza, credo o color¡±. O sea que m¨¢s justificado estar¨ªa pedir la independencia de Alabama que la de Catalu?a, regi¨®n que ni los m¨¢s distra¨ªdos confundir¨ªan con una colonia, tanto m¨¢s cuanto que son los separatistas los que quieren introducir las discriminaciones que no existen y que ahora nadie padece salvo por su culpa (de lengua en la educaci¨®n, por ejemplo).
Pero hay un requisito que algunos juristas invocan como posible justificaci¨®n de la secesi¨®n y al que se agarran hoy los separatistas catalanes: que se diera una represi¨®n brutal, criminal y exterminadora, que no respete los derechos humanos, como la que llev¨® a cabo el ej¨¦rcito serbio de Milosevic en Kosovo o el ej¨¦rcito chino en el T¨ªbet. En Kosovo funcion¨® el invento y los expertos vieron con buenos ojos una ¡°secesi¨®n terap¨¦utica¡±, que ser¨ªa la ¨²nica formulaci¨®n mediante la cual una Catalu?a independizada unilateralmente podr¨ªa ganarse alg¨²n reconocimiento internacional.
Pero en Catalu?a no hay nada parecido a eso, de modo que no queda m¨¢s remedio que inventarlo. De ah¨ª viene el gigantesco bulo de la feroz represi¨®n violenta el 1-O, con la correspondiente trola de los 800 o 900 heridos, etc¨¦tera. Los separatistas catalanes, con astucia diab¨®lica (si no suena demasiado melodram¨¢tico), intentan hacerse pasar por kosovares o tibetanos europeos, pacientes de una represi¨®n sin mesura e indiscriminada.
Y est¨¦n seguros de que tambi¨¦n en el futuro se procurar¨¢ magnificar el uso de la fuerza leg¨ªtima de la polic¨ªa y la Guardia Civil, provoc¨¢ndola todo lo que haga falta y utilizando como carne de ca?¨®n a ni?os o ancianos, para presentarlo ante la ingenuidad (hipocres¨ªa, m¨¢s bien) de medios de comunicaci¨®n y Gobiernos extranjeros como posible legitimaci¨®n del atropello separatista. Una sat¨¢nica desverg¨¹enza. Pero recordemos que son del Mediterr¨¢neo, tralar¨¢, donde se invent¨® la Mafia, la Camorra, la ¡®Ndrangheta y otros milagros asociativos dignos de figurar en el ?mnium Cultural.
Hay esfuerzos por hacer cre¨ªble este indigesto pastel de posverdades y ellos me han motivado para escribir este panfleto. Por ejemplo, la Carta abierta sobre la represi¨®n pol¨ªtica en Catalu?a, promovida por profesores catalanes afincados en EE UU y por estadounidenses persuadidos por ellos, entre los que est¨¢ el venerable Noam Chomsky, que sabe de Catalu?a s¨®lo un poco menos que yo de gram¨¢tica generativa. El ampuloso infundio ha tenido su prolongaci¨®n en una carta abierta a la firma en Change.org, encabezada por m¨¢s acad¨¦micos catalanes seguidos de Peter Singer ¡ªtoda una recomendaci¨®n¡ª y otros miembros del resto de las universidades espa?olas. Si no fuera porque hay una mayor¨ªa de profesores espa?oles de derecho constitucional y de otras materias que han firmado escritos de muy distinto tenor, ser¨ªa el caso de repetir el aforismo de Lichtenberg que complementa al de Oscar Wilde: ¡°Debiera haber universidades para restaurar la antigua ignorancia¡±. Lo que m¨¢s me duele es que la mayor¨ªa de estos firmantes dicen ser fil¨®sofos o, al menos, profesores de filosof¨ªa. ?C¨®mo vamos a reivindicar un puesto m¨¢s destacado en el curr¨ªculo del bachillerato para la filosof¨ªa, apoy¨¢ndonos en el argumento de que refuerza el pensamiento cr¨ªtico, cuando existen tantos evidentes contraejemplos? Y, adem¨¢s, bastantes son amigos m¨ªos, de modo que su ¨²nica disculpa es que les haya pasado como a m¨ª otras veces: que hayan firmado por complacer a alguien sin leer el texto. Pero no me hago demasiadas ilusiones; los a?os de lucha en el Pa¨ªs Vasco ya me han acostumbrado a estas decepciones. Cuando era muy joven me consideraba de un pesimismo atroz porque ten¨ªa a casi todos los seres humanos en la m¨¢s baja estima y s¨®lo la cohorte dorada de mis amigos me parec¨ªa digna de aprecio; despu¨¦s, la experiencia de la vida me demostr¨® que a¨²n segu¨ªa siendo demasiado optimista¡
Extracto de ¡®Contra el separatismo¡¯, que Ariel publica el 14 de noviembre.
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