Los nacionalismos que envenenaron Europa
La inclusi¨®n de todos los ciudadanos en un mismo Estado ha logrado solucionar problemas que parec¨ªan imposibles
Toda la historia de Europa discurre en un sentido: la construcci¨®n de Estados donde los derechos sean pol¨ªticos y, por lo tanto, correspondan a todos los ciudadanos, frente a aquellas naciones en las que los derechos dependen de la pertenencia a una idea, etnia, lengua o religi¨®n. Y no ha sido f¨¢cil llegar hasta aqu¨ª. El camino ha superado una larga sucesi¨®n de desastres y cataclismos, desde las guerras de religi¨®n en los siglos XVI y XVII hasta los conflictos que provocaron cientos de miles de muertos en la antigua Yugoslavia en los a?os noventa del siglo pasado. La Europa actual tiene muchos problemas, algunos con tantos ecos en el pasado como los efectos de la crisis econ¨®mica o el resurgir de la ultraderecha, pero la inclusi¨®n de todos los ciudadanos en un mismo modelo ha logrado apagar conflictos que parec¨ªan imposibles de resolver.
El mundo de ayer (Acantilado), las memorias del escritor jud¨ªo vien¨¦s Stefan Zweig, se ha convertido en el equivalente literario al Himno a la alegr¨ªa, de Beethoven, un canto inagotable a la sabidur¨ªa de este continente, pero tambi¨¦n una advertencia sobre la fragilidad de sus logros. Zweig se suicid¨® en Brasil en 1942 cuando pensaba que ya no exist¨ªa ninguna esperanza para Europa y que el triunfo de Hitler era inevitable. Esto es lo que escribe sobre el nacionalismo: ¡°Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del apocalipsis, la revoluci¨®n y el hambre, la inflaci¨®n y el terror, las epidemias y la emigraci¨®n; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideolog¨ªas de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea¡±.
La frase de Zweig debe ser aplicada con cautela a la situaci¨®n actual: no nos encontramos ante un asalto contra la raz¨®n y la sociedad similar al que representaron los grandes totalitarismos, no hay en Europa nada parecido a Hitler o Stalin. Pero cuando el escritor sit¨²a el nacionalismo como el peor de los males, como un veneno, se refiere a la exclusi¨®n que representa para todos los que se quedan fuera. Su idealizaci¨®n del Imperio Austroh¨²ngaro se debe a que fue una entidad en la que pudieron vivir bajo una misma ley y unos mismos derechos pueblos, lenguas y religiones totalmente diferentes.
El derrumbe de aquel Imperio provoc¨® el levantamiento de fronteras que siempre dejaban fuera a alguien, porque si se trazan los l¨ªmites bas¨¢ndose en imaginarios derechos nacionales siempre hay alguien excluido ¡ªlos h¨²ngaros de Ruman¨ªa o los rumanos de Hungr¨ªa, los italianos y los eslovenos de Trieste y as¨ª hasta el infinito¡ª. No hay naciones uniformes. El gran escritor austriaco era plenamente consciente de ello y por eso ve¨ªa con tanto pesimismo la evoluci¨®n que vivi¨® Europa en los a?os treinta.
Cuando se independiz¨®, Eslovenia borr¨® a 18.000 ciudadanos porque no hab¨ªan nacido en esta antigua rep¨²blica yugoslava
Como la de Zweig, la peripecia personal del soci¨®logo alem¨¢n Norbert Elias puede servir para resumir el siglo XX: veterano de la Primera Guerra Mundial, huy¨® de Alemania por ser jud¨ªo ¡ªsu madre no consigui¨® escapar y fue asesinada en Auschwitz¡ª, vivi¨® en Inglaterra, donde fue deportado a la isla de Man por ser alem¨¢n, y luego trabaj¨® en universidades de Alemania y Holanda. Escribi¨® un libro muy influyente, El proceso de civilizaci¨®n (FCE), sobre la cimentaci¨®n del Estado en Occidente y la protecci¨®n que, al final, daba el Estado-Leviat¨¢n a los individuos. Esta obra sirvi¨® de inspiraci¨®n a Steven Pinker para escribir Los ¨¢ngeles que llevamos dentro (Paid¨®s), un ensayo que da una visi¨®n profundamente optimista del presente ya que, mantiene, vivimos en el momento menos violento de la historia. Elias explica que Europa en el siglo XV ten¨ªa 5.000 unidades pol¨ªticas independientes, la mayor¨ªa baron¨ªas; 500 a principios del siglo XVII; 200 en la ¨¦poca de Napole¨®n, a principios del siglo XIX; y menos de 30 en 1953.
Estos datos representan un resumen perfecto de lo que ha ocurrido en el continente desde que Zweig escribi¨® sus memorias: menos Estados como soluci¨®n a los conflictos nacionales. La UE naci¨® con el prop¨®sito de compartir los recursos ¡ªel carb¨®n y el acero¡ª, pero r¨¢pidamente cuaj¨® como algo mucho m¨¢s ambicioso: crear una estructura inclusiva, en la que est¨¦n representados los pa¨ªses, las naciones y sus diferencias, pero sobre todo los ciudadanos. La historia de Europa es tan intrincada que no hay otra forma de resolver conflictos milenarios. En su libro L¡¯invention de l¡¯Europe, el dem¨®grafo franc¨¦s Emmanuel Todd explica que ¡°la civilizaci¨®n europea actual es el producto de una s¨ªntesis, lenta y trabajosa¡± porque ¡°sus pasiones, religiosas o econ¨®micas, est¨¢n inscritas en el espacio¡±. Darle un nuevo sentido a ese espacio, que sea de todos los ciudadanos sin que importen sus pasiones (porque, no lo olvidemos, el nacionalismo es una pasi¨®n, no una realidad), es el gran logro de la UE. Y dar marcha atr¨¢s ser¨ªa un error gigantesco.
Alg¨²n pol¨ªtico insensato ha hablado de algo as¨ª como el ¡°modelo esloveno¡± para el desaf¨ªo separatista de Catalu?a. Incluso obviando datos que no se deber¨ªan obviar ¡ªuna guerra de 10 d¨ªas, 70 muertos, el principio de la cat¨¢strofe yugoslava, la peor que ha sufrido Europa desde el final de la II Guerra Mundial¡ª, es interesante recordar un fleco de aquella independencia, que refleja lo que ocurre cuando se crean Estados basados en la naci¨®n: los llamados ¡°borrados¡±. Cuando Eslovenia se independiz¨®, un 10% de la poblaci¨®n (200.000 de dos millones) era de origen yugoslavo, se hab¨ªa instalado en la Rep¨²blica m¨¢s rica, pero no hab¨ªa nacido all¨ª, aunque estaban integrados. Primero se les oblig¨® a regularizarse (?en el pa¨ªs en el que llevaban viviendo desde hac¨ªa d¨¦cadas!) y 18.000 de ellos fueron ¡°borrados¡±, eliminados de los registros como si nunca hubiesen existido. Era una conclusi¨®n l¨®gica: en el Estado de los eslovenos, los que no lo son no tiene cabida. En un Estado plurinacional, ese problema no existe. ?Cu¨¢ndo se solucion¨®? Despu¨¦s de que Eslovenia entrase en la UE y Bruselas le obligase a arreglar tan feo asunto.
El fin de semana del refer¨¦ndum ilegal, visit¨® Espa?a un escritor bosnio llamado Velibor Colic, autor de un libro, lleno de humor, sobre la dificultad de empezar de cero en otro pa¨ªs, Manual de exilio (Perif¨¦rica). Bosnio de origen croata, desert¨® durante la guerra, estuvo en un campo de concentraci¨®n del que se fug¨® y se exili¨® en Francia. Aprendi¨® el idioma y acab¨® convertido en un escritor de ¨¦xito. Ahora vive en Estrasburgo, trabaja con inmigrantes (50 nacionalidades conviven en la ciudad) y contemplaba con una mezcla de preocupaci¨®n e incredulidad lo que ocurr¨ªa en Catalu?a. Colic dec¨ªa que los referendos nacionalistas los carga el diablo. Y no paraba de bromear con que su siguiente exilio ser¨ªa el m¨¢s c¨®modo y barato, porque un tranv¨ªa une Estrasburgo con Khel, en Alemania. Se inaugur¨® el 24 de abril y cruza, por 1,40 euros, una frontera que provoc¨® tres guerras entre 1870 y 1945. Aquel exiliado bosnio no pod¨ªa entender que alguien quisiese bajarse de ese tranv¨ªa que cruza fronteras y deja atr¨¢s para siempre una triste historia.
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