El Bar¨®n Rojo despega de nuevo convertido en un psic¨®pata asesino
Cerca de cumplirse el centenario de la muerte del piloto, aparece la edici¨®n integral de sus aventuras en c¨®mic, dibujadas por el espa?ol Carlos Puerta
A pocos meses de cumplirse los cien a?os de su derribo y muerte, vuelve el Bar¨®n Rojo convertido en personaje de c¨®mic y retratado como un psic¨®pata asesino: no puede decirse que sea precisamente un homenaje. Sab¨ªamos que Manfred von Richthofen, el c¨¦lebre aviador alem¨¢n de la I Guerra Mundial conocido como el Bar¨®n Rojo, el mayor as de caza de la contienda, con 80 victorias, no era un tipo lo que se dice simp¨¢tico. Las biograf¨ªas m¨¢s recientes y sus propios escritos, como El avi¨®n rojo de combate, nos muestran a un hombre fr¨ªo y calculador obsesionado con ganar prestigio y medallas (especialmente la Pour le M¨¦rite, el Blauer Max) y que consideraba la guerra en el aire una actividad cineg¨¦tica: derribar pilotos enemigos era como abatir presas de caza. Matar no le supon¨ªa ning¨²n problema, al contrario. Despiadado, arrogante y ambicioso, Von Richthofen aparece todav¨ªa peor de lo que fue en el extraordinario Bar¨®n Rojo, del guionista franc¨¦s Pierre Veys (pertinentemente nacido en Cambrai) y el dibujante madrile?o Carlos Puerta, que retratan al aviador, mezclando su vida real con la ficci¨®n, en tonos muy negros. La imagen que ofrecen del piloto ha provocado controversia pues no son pocos los que lo admiran a¨²n como un combatiente noble y caballeroso.
Norma editorial acaba de editar en un solo volumen la integral de los tres ¨¢lbumes de que consta el ins¨®lito biopic dibujado del famoso y discutido aviador que se hizo especialmente temido en los cielos de la Gran Guerra a los mandos de su Fokker triplano rojo, uno de los iconos de aquella contienda (aunque en realidad el piloto consigui¨® m¨¢s derribos volando en los Albatros). La publicaci¨®n llega ya cerca del centenario de la muerte de Von Richthofen, que se produjo, de manera a¨²n no del todo esclarecida, cuando fue abatido el 21 de abril de 1918 sobre el Somme.
Bar¨®n Rojo, dibujado de una manera impresionantemente realista, muestra todo el horror y la ¨¦pica de la lucha en el aire en los tiempos pioneros de la aviaci¨®n ¨Chac¨ªa apenas diez a?os que los Wright hab¨ªan realizado el primer vuelo- con una atenci¨®n minuciosa al dibujo de los aviones y dem¨¢s ingenios y equipo b¨¦lico (incluidos tanques, zepelines y hasta ?un submarino!), as¨ª como a los uniformes y escenarios. Se trata de una de las mejores plasmaciones jam¨¢s hechas de la guerra a¨¦rea en las vi?etas, comparable a ese otro espl¨¦ndido c¨®mic (tambi¨¦n en formato de trilog¨ªa) que es El gran duque, de Hugault/ Yann, sobre otro aviador alem¨¢n, este de ficci¨®n y en la II Guerra Mundial. Hugault y Puerta fueron dos de los invitados el pasado Sal¨®n del C¨®mic de Barcelona, dedicado a la aviaci¨®n, y protagonizaron una mesa redonda sobre los aeroplanos en las vi?etas.
Bar¨®n Rojo, compuesto por El baile de las ametralladoras, Lluvia de sangre y Torreones y dragones, empieza con un pre¨¢mbulo estremecedor en el que Von Richthofen da caza implacablemente a un Spad franc¨¦s y tras obligar a aterrizar al piloto malherido desciende ¨¦l tambi¨¦n y lo observa agonizar en la carlinga. ¡°Le he metido una bala y lo veo morir. Y para m¨ª este espect¨¢culo supone un placer extra?o¡±, monologa el as alem¨¢n mientras las vi?etas nos lo aproximan en un zoom dibujado hasta un primer plano de sus ojos de rapaz, de un gris acerado. ¡°No conozco nada mejor en el mundo. La guerra es algo fant¨¢stico¡±. El piloto alem¨¢n real sol¨ªa aterrizar junto a sus presas para obtener alg¨²n elemento del aeroplano vencido que se exhib¨ªa luego como trofeo.
El c¨®mic nos lleva a continuaci¨®n a Berl¨ªn diez a?os antes. Cuando Von Richthofen es a¨²n un estudiante. Se enfrenta a un grupo de compa?eros que le acosan por su ¨¦xito en gimnasia y su arrogancia. Y descubre que posee la facultad de prever los movimientos de sus adversarios, lo que le permite adelantarse y vencerlos. Imbuido de una sensaci¨®n de poder omn¨ªmodo, el joven Manfred disfruta viciosamente con su don, desarrollando una personalidad violenta y criminal que se deleita en matar.
Si los aeroplanos y los escenarios resultan impactantes en su realismo, no lo son menos los rostros de los personajes, especialmente los de los aviadores sometidos al estr¨¦s y el horror del combate
La historia salta al inicio de la I Guerra Mundial y podemos seguir la carrera militar de Von Richthofen desde su primer destino en los ulanos, la caballer¨ªa ligera (es cierto que su unidad ahorc¨® monjes en Lorena, lo cont¨® ¨¦l mismo), hasta su etapa de aviador, primero como observador en un aeroplano AEG, luego piloto de caza en diferentes modelos de Albatros y Fokkers, en los que va perfeccionando su instinto asesino hasta devenir el mayor as de la guerra. El que decidiera pintar sus aparatos de rojo se explica en el c¨®mic porque as¨ª despierta mejor en el rival el miedo o el odio que permiten al aviador alem¨¢n prever sus reacciones.
¡°Nos apetec¨ªa hacer algo sobre el Bar¨®n Rojo, y nadie nos hac¨ªa caso, hasta que a Pierre se le ocurri¨® que tuviera poderes sobrenaturales¡±, explica Carlos Puerta (Madrid, 1965), que ya le hab¨ªa cogido gusto a la aviaci¨®n de combate dibujando sendas historias sobre la aviadora nazi Hanna Reitsch y Godwin Brumowski , el as de caza austroh¨²ngaro coet¨¢neo de Richthofen. ¡°No quer¨ªamos una biograf¨ªa al uso as¨ª que seguimos la carrera real de Von Richthofen con la evoluci¨®n al mismo tiempo de esa caracter¨ªstica tan particular de que lo hab¨ªamos dotado, convirti¨¦ndolo en un asesino nato¡±. ?El Bar¨®n Rojo un psic¨®pata? ¡°Algo deb¨ªa tener en realidad un se?or que va a la guerra a derribar aviones y que disfruta con ello. Nuestra versi¨®n incluye cosas que obviamente nada tienen que ver con la biograf¨ªa real del personaje, inventadas, pero tambi¨¦n posee mucho rigor hist¨®rico en todo lo dem¨¢s. Esencialmente, lo que hacemos es llevar al l¨ªmite al personaje convirti¨¦ndolo en un verdadero mal nacido¡±.
La documentaci¨®n del ¨¢lbum es exhaustiva y los modelos de los aviones (aparecen una decena distintos), por ejemplo, est¨¢n impecablemente dibujados. ¡°Soy un obseso con eso, y me lo paso pipa document¨¢ndome e investigando. Me encanta que en el salpicadero los mandos e indicadores est¨¦n en su sitio exacto¡±. El dibujante, en cuya carrera figuran t¨ªtulos como La casa de Pollack Street, El Perdici¨®n o Adamson, y que ilustr¨® las aventuras del Capit¨¢n Alatriste de Arturo P¨¦rez-Reverte,? vio todas las pel¨ªculas ambientadas en la I Guerra Mundial, pero, ¡°no me fiaba de que hubieran puesto los aviones correctos, as¨ª que contact¨¦ con gente que reconstruye esos aeroplanos y luego los vuelan, y ah¨ª me nutr¨ª de detalles¡±. Algunos dibujos tuvo que corregirlos, como los del episodio de los bombarderos Gotha atacando el nudo ferroviario ruso: ¡°Me hicieron ver que los aparatos ten¨ªan que moverse de otra manera¡±. De los aviones dice que prefiere el Albatros, ¡°un puro con alas¡±, que le parece el m¨¢s bonito. El que menos le gusta es precisamente el Fokker triplano, ¡°un horror para dibujarlo¡±.
Puerta destaca que tuvo total libertad para desarrollar pl¨¢sticamente la narraci¨®n, que incluye secuencias sensacionales de una expresividad magistral, como la del duelo con el aeroplano Farman que termina estrell¨¢ndose contra una catedral (una de las escenas favoritas del propio artista, junto con el salvaje ametrallamiento desde el aire de un escuadr¨®n de cosacos). Si los aeroplanos y los escenarios resultan impactantes en su realismo, no lo son menos los rostros de los personajes, especialmente los de los aviadores sometidos al estr¨¦s y el horror del combate, y que caen envueltos en llamas, con la cabeza reventada por los disparos o quem¨¢ndose vivos. Uno casi cree percibir el hedor de beicon frito del que hablan los testimonios de la ¨¦poca. ¡°Lo m¨¢s importante es tener un espejo delante al dibujar¡±, explica Puerta de su habilidad para plasmar rostros. ¡°La gestualidad la pones t¨²¡±. El dibujante dice que para el Bar¨®n Rojo, se ha basado en los rasgos de distintos actores, entre ellos Christian Bale.
De la controversia que ha provocado el c¨®mic, Puerta se?ala que ¡°hay mucha gente indignada, igual que aplauden mi rigor al dibujar, les parece horrible que hayamos convertido al Bar¨®n Rojo en un monstruo. Y lo que m¨¢s les molesta es que lo hayamos dotado de poderes paranormales¡±.
Al final de la trilog¨ªa, Veys y Puerta hacen caer a su negro (y rojo) h¨¦roe de una manera que no es la hist¨®rica. ?Una forma de distanciarse definitivamente de su biograf¨ªa? ¡°Ese final puede no ser definitivo y abre posibilidades de recuperarlo¡±, responde Puerta, que avanza que existe el proyecto de una continuaci¨®n en la que se explicar¨¢n algunos de los secretos de su Bar¨®n Rojo...
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