Las conmemoraciones
De repente caigo en que en febrero de 2018 har¨¢ 30 a?os que fich¨¦ por ¨²ltima vez en una oficina lanz¨¢ndome sin red al oficio de la literatura
Estamos tan enfermos de conmemoraciones que ya hasta se conmemoran conmemoraciones anteriores. En Andaluc¨ªa, en 2017, se ha conmemorado con cierta pompa el vig¨¦simo quinto aniversario de la conmemoraci¨®n del quinto centenario de lo que antes se llamaba el descubrimiento de Am¨¦rica. Los 100 a?os de la Revoluci¨®n Rusa presentaban una ocasi¨®n irresistible para conmemorar 1917, si bien lo que se ha conmemorado no ha sido la revoluci¨®n verdadera de febrero, que derrib¨® al zarismo, sino el golpe de Estado bolchevique de octubre, que suprimi¨® de inmediato y a sangre y fuego todas las libertades reci¨¦n conquistadas. Los dirigentes sovi¨¦ticos, que se consideraban los emisarios del futuro, fueron muy pronto adictos a las conmemoraciones, y ya en el primer aniversario de su triunfo empezaron a montar aquellas ingentes coreograf¨ªas multitudinarias y cada vez m¨¢s militarizadas que iban a durar hasta la ca¨ªda del r¨¦gimen. Bajo la direcci¨®n de Vs¨¦volod Meyerhold, millares de obreros y soldados escenificaban sobre el terreno la toma del Palacio de Invierno, en montajes teatrales en los que se aspiraba a romper la distancia entre el teatro y la vida, entre los actores y los espectadores, confabulados todos en un mismo protagonismo revolucionario. La pel¨ªcula Octubre, de Eisenstein, se rod¨® tambi¨¦n con motivo de ese d¨¦cimo aniversario, y al parecer el n¨²mero de extras que participaron en ella era muy superior al de los asaltantes originales de 10 a?os atr¨¢s, y estaban mucho mejor organizados.
A una escala m¨¢s modesta, en Valencia se ha conmemorado este a?o el octog¨¦simo aniversario del Congreso de Intelectuales Antifascistas de 1937, pero, como en 1987 ya se hab¨ªa celebrado con bastante m¨¢s brillo el quincuag¨¦simo aniversario de aquel congreso, se ha aprovechado para conmemorar tambi¨¦n la propia conmemoraci¨®n. Y el a?o que viene se presenta temible: en noviembre har¨¢ 100 a?os del final de la I Guerra Mundial, pero en mayo se cumplir¨¢n los 50 del Mayo del 68, y la efem¨¦rides promete ser a¨²n m¨¢s abrumadora que las ya muy cansinas de cada uno de los decenios anteriores. Habr¨¢ que ver en 2018 qu¨¦ cara pone Donald Trump cuando le toque participar, en abril, en el cincuentenario del asesinato de Martin Luther King, y solo un poco m¨¢s tarde, a principios de junio, en el de Robert Kennedy. Sin duda pondr¨¢ m¨¢s vehemencia, en noviembre, en el recuerdo de la primera victoria de Richard Nixon, que lleg¨® a la presidencia, m¨¢s o menos como ha llegado ¨¦l, usando sin escr¨²pulo la mentira y explotando el resentimiento de lo m¨¢s atrasado de la poblaci¨®n blanca americana, que se dirige, misteriosamente, no contra los m¨¢s ricos, sino contra los pobres y los inmigrantes.
Parece que las diatribas m¨¢s apasionadas no son acerca del porvenir, sino del pasado. Se ve que el porvenir no ofrece grandes perspectivas a nadie. Dos de los grandes acontecimientos pol¨ªticos de 2017 han sido las conmemoraciones sucesivas de la legalizaci¨®n del Partido Comunista y de las primeras elecciones democr¨¢ticas. A algunos no nos hac¨ªa falta ninguna efem¨¦rides para acordarnos de la noche espantosa de enero en la que escuchamos en la radio la noticia del asesinato de los abogados laboralistas en la calle de Atocha.
Estamos tan enfermos de conmemoraciones que ya hasta se conmemoran conmemoraciones anteriores
Algo que se puede vaticinar ya sobre 2018 es que habr¨¢ grandes conmemoraciones de la Constituci¨®n que se aprob¨® hace 40 a?os. Los peri¨®dicos apuran las ¨²ltimas semanas del a?o recordando el 90? aniversario de la generaci¨®n del 27, pero resulta de nuevo que lo que se conmemora es otra conmemoraci¨®n, ya que en 1927 lo que celebraban aquellos poetas reunidos en el Ateneo de Sevilla era el tercer centenario de la muerte de Luis de G¨®ngora. Entonces la celebraci¨®n de un poeta casi olvidado de tres siglos atr¨¢s era una manera de vindicar la novedad de una literatura joven. Ahora me da la impresi¨®n de que el recuerdo del 27 es sobre todo un ejercicio de arqueolog¨ªa. Habr¨¢ que seguir la racha en 2018 y acordarse de que har¨¢ 90 a?os de la publicaci¨®n del Romancero gitano, de Lorca, y quiz¨¢ de los 120 de su nacimiento, lo cual nos llevar¨¢ sin remedio a la tabarra m¨¢s agotadora de todas, que es la de las conmemoraciones y las invocaciones de la generaci¨®n del 98.
Los calendarios atrasan, como dec¨ªa Julio Cort¨¢zar que atrasaban los espejos en la isla de Pascua. Se conmemoran hasta las cosas m¨¢s peregrinas. Estuvo bien sin duda celebrar en 2016 los 50 a?os de la publicaci¨®n de La casa verde, pero quiz¨¢ no habr¨ªa sido imprescindible organizar en 2017 un acto en conmemoraci¨®n del cincuentenario del Premio R¨®mulo Gallegos otorgado a esa misma novela. Los aficionados a la historia tenemos la cabeza llena de fechas, sobre todo si adem¨¢s fuimos ni?os antiguos empollones. En 2018 har¨¢ 90 a?os de la batalla del Ebro y del Pacto de M¨²nich, y 100 de la publicaci¨®n del primer libro bello y juvenil de Federico Garc¨ªa Lorca, y de la deslumbrante Historia del soldado, de Stravinski. Y acabo de darme cuenta de que a¨²n estoy a tiempo de celebrar el 90? aniversario de To the Lighthouse, de Virginia Woolf, que es una de las novelas de mi vida, y que no por azar se public¨® en esa d¨¦cada prodigiosa de la literatura que empieza con Ulises en 1922 y culmina en 1929 con El ruido y la furia, de William Faulkner (m¨¢s fechas f¨¦rtiles para conmemoraciones). Igual que en las biograf¨ªas privadas, en la vida p¨²blica las conmemoraciones m¨¢s sonoras no son siempre las m¨¢s merecidas, y una gran parte de lo que fue memorable o atroz cuando suced¨ªa se ha desmoronado en el olvido o es recordado en secreto por muy pocas personas, o por una sola. Las v¨ªctimas son tan propensas al recuerdo incesante como los verdugos a la amnesia.
Se va acercando el final del a?o y a uno se le agrava cada d¨ªa la congoja del tiempo, que puede asaltarlo de golpe con su cuchillada cuando suena un villancico cursi en el hilo musical del supermercado. De repente, empujando el carrito con una efusi¨®n inconfesable, caigo en la cuenta de que en 2018, un d¨ªa de febrero que ya no puedo precisar, har¨¢ 30 a?os que fich¨¦ por ¨²ltima vez al salir de una oficina, introduciendo una tarjeta de cart¨®n en un reloj arcaico, lanz¨¢ndome sin red y lleno de ilusi¨®n y muerto de miedo al oficio azaroso de la literatura.
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