Charles P¨¦pin: ¡°Todo ¨¦xito es un fracaso rectificado¡±
El autor de ¡®Las virtudes del fracaso¡¯ cree que errar es necesario para entender nuestros deseos
El fracaso ha sido, desde los albores de nuestra civilizaci¨®n, fuente de miedo y verg¨¹enza. El fil¨®sofo Charles P¨¦pin (Saint-Cloud, Francia, 1973) opina, al contrario, que experimentar el fiasco y la frustraci¨®n inherente a ¨¦l es lo que, en el fondo, nos convierte en humanos. Seg¨²n este pensador franc¨¦s, la inteligencia de un individuo se cuantifica en su capacidad para analizar y corregir sus errores. En ese sentido, equivocarse no es solo inevitable, sino necesario para entender nuestros deseos y prioridades. Profesor del Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs y solicitado conferenciante, P¨¦pin desarrolla estas tesis en Las virtudes del fracaso (Ariel), un tratado que aboga por un cambio de actitud respecto al desenga?o. En el libro, el autor elabora un listado de personajes que triunfaron despu¨¦s de fracasar, de Thomas Edison a Steve Jobs, y tambi¨¦n de inventos que surgieron a partir de sonados errores de apreciaci¨®n, como el viagra o las c¨¢psulas de caf¨¦. El objetivo de P¨¦pin, como relata en un caf¨¦ parisiense, es profundizar en un asunto que la mayor¨ªa de grandes fil¨®sofos se han obstinado en ignorar.
Pregunta. ?Por qu¨¦ el fracaso ha sido un tema tan poco tratado por su disciplina?
Respuesta. En la filosof¨ªa occidental se ha hablado poco de los aspectos concretos de la existencia. El hecho de fracasar no aparece mencionado ni en los di¨¢logos de Plat¨®n, ni en los escritos de Descartes o de Kant, ni en los tratados de los existencialistas. Existe alguna excepci¨®n, como la filosof¨ªa de los estoicos, que hablaron de la necesidad de aceptar la frustraci¨®n inherente a la vida. M¨¢s tarde, Hegel tambi¨¦n consider¨® que las experiencias negativas eran necesarias: igual que no hay tesis sin ant¨ªtesis, no existe el ¨¦xito sin el fracaso. Ya en el siglo XX, la epistemolog¨ªa reflejar¨¢ el tanteo sucesivo que es propio del m¨¦todo cient¨ªfico, que implica equivocarse sucesivamente hasta llegar a un resultado satisfactorio. Todo ¨¦xito puede considerarse, en ese sentido, un fracaso rectificado.
P. En su libro define el fracaso como problema filos¨®fico, pero tambi¨¦n social. ?Qu¨¦ nos impide aceptar, socialmente hablando, el hecho de fallar?
R. Para empezar, se suele confundir el fracaso de un proyecto determinado con el de nuestra persona en su totalidad. No conozco bien la situaci¨®n espa?ola, pero dir¨ªa que es parecida a la francesa. Nuestra sociedad est¨¢ enferma porque es incapaz de aceptar el error. Conozco a j¨®venes traumatizados por un sistema escolar que no favorece la singularidad, que les obliga a adaptarse a lo que se ha fijado como la norma. En las empresas hay muchos trabajadores marginados por haber cometido un ¨²nico desliz a lo largo de sus carreras. En Francia se castiga lo at¨ªpico para preservar un sistema muy homog¨¦neo, en el que se aspira a que todo el mundo se parezca.
P. En su libro hace un inventario de mitos franceses que resurgieron de sus cenizas tras pronunciados fracasos. Por ejemplo, casi todos los presidentes desde De Gaulle han vivido largas traves¨ªas del desierto¡
R. Una excepci¨®n es Emmanuel Macron, aunque seguro que vivi¨® alg¨²n fracaso durante su infancia. Esos suelen ser los que dejan una marca m¨¢s profunda. Como dec¨ªa, el origen del problema se encuentra en el modelo fundador de la escuela p¨²blica, que exige que todos los alumnos sean iguales. Que respondan a las mismas normas, que hablen la misma lengua, que aprendan la misma historia y luego la repitan con la misma ret¨®rica. No todo es malo en ese modelo: es el sistema en el que se fundamenta la igualdad republicana y, como tal, es intocable. Pero no hay que negar que m¨¢s del 30% de empresarios vivieron el fracaso escolar. En las carreras art¨ªsticas y en el deporte, el porcentaje es similar. Son cifras que deben llevarnos a reflexionar.
P. Frente a la rigidez europea, parece defender el modelo estadounidense, que considera m¨¢s tolerante con el fracaso. ?No era al rev¨¦s?
R. Un banco estadounidense acepta dar una oportunidad a un empresario que, en un momento determinado, haya cometido un error. En la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos te cerrar¨¢n la puerta. En Francia incluso te pon¨ªan en una lista negra cuando hab¨ªas tenido un problema econ¨®mico. Desde 2013 eso ya no es posible, pero la percepci¨®n del fracaso sigue siendo la misma. En Estados Unidos se favorece m¨¢s el esp¨ªritu aventurero a causa de su mentalidad de pioneros. El propio descubrimiento de Am¨¦rica fue un error de navegaci¨®n¡ Dicho esto, tampoco idealizo ese sistema. All¨ª todo est¨¢ pensado para que el ¨¦xito termine por llegar, tarde o temprano. Pero, en caso de que no llegue, el Estado se desentiende totalmente de ese individuo. En Europa, al contrario, siempre cuentas con una red de seguridad.
P. Hay quien interpreta sus tesis como un elogio de la mediocridad.
¡°En las empresas hay muchos trabajadores marginados por haber cometido un ¨²nico desliz a lo largo de sus carreras¡±
R. No es mi razonamiento. Yo no digo que todos los fracasos sean positivos. Lo que digo es que hay que fracasar de una forma interesante, con la voluntad de ser valiente y original. Creo que llegamos al final del ciclo de la obsesi¨®n por el ¨¦xito. Hace a?os que Michael Jordan se dedica a dar conferencias sobre los fracasos de su carrera. Y el tenista Stanislas Wawrinka lleva tatuado en el brazo una cita c¨¦lebre de Beckett, extra¨ªda de su libro Rumbo a peor: ¡°Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor¡±. De acuerdo, todav¨ªa no es una opini¨®n hegem¨®nica, pero me parece sintom¨¢tico de una erosi¨®n del modelo dominante.
P. ?En qu¨¦ momento empieza ese cambio de mentalidad?
R. La crisis financiera de la d¨¦cada pasada fue un punto de inflexi¨®n. Fue un kair¨®s, por utilizar el t¨¦rmino de los fil¨®sofos griegos, un momento oportuno para el cambio. La crisis puso en duda el sistema de valores que sustentaba la idea del ¨¦xito. Fue un momento en el que se cerraron muchas puertas, pero tambi¨¦n se abrieron algunas ventanas.
P. Su ensayo tambi¨¦n analiza el fracaso desde el punto de vista psicoanal¨ªtico. Lo define como una victoria inconsciente, ya que nos acerca hacia lo que de verdad quer¨ªamos pese a no ser conscientes de ello.
R. Lacan sol¨ªa decir que todo acto fallido esconde un discurso exitoso. Podemos utilizar el ejemplo de Nicolas Sarkozy. Cuando se retir¨® de la vida pol¨ªtica, lo primero que dijo fue que eso le permitir¨ªa cuidar m¨¢s de su familia, a la que hab¨ªa desatendido durante a?os. De forma inconsciente, vio en su fracaso electoral una oportunidad de hacer algo positivo. Es peligroso no darse cuenta de la disociaci¨®n respecto a nuestros deseos inconscientes. Muchas veces, tenemos que fracasar repetidamente hasta caer rendidos y hasta sentirnos deprimidos. Es entonces cuando entendemos que nos estamos equivocando, que eso no es lo que quer¨ªamos hacer con nuestras vidas, tanto en el plano profesional como en el sentimental. Fracasando una y otra vez nos vamos acercando, poco a poco, a la verdad.
P. ?No existe el peligro de caer en la l¨®gica del pensamiento positivo, inspirado en la filosof¨ªa de Emerson, quien consider¨® que cualquier experiencia, buena o mala, siempre termina siendo provechosa?
R. Es muy seductor pensar eso, ?pero no es lo que yo defiendo. Yo creo que todas las experiencias no son beneficiosas. La negatividad total tambi¨¦n existe. Hay fracasos de los que uno nunca se recupera, que incluso pueden conducir al suicidio. Lo que yo digo es que el fracaso es una experiencia humana. Y que llegamos m¨¢s lejos acept¨¢ndolo y corrigi¨¦ndolo que negando que exista. El fracaso nos ayuda a reorientarnos y a reinventarnos.
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