De aquellos lodos, estos barros
La cer¨¢mica se ha convertido en el gran borrador donde los artistas ensayan relecturas de lo popular tensando la tradici¨®n y buscando nuevas alternativas
Es atemporal y anacr¨®nico, viejo pero nuevo, sencillo aunque sofisticado, y tiene algo de eterno retorno. Conecta igual con el tiempo geol¨®gico y las primeras construcciones f¨ªsicas y simb¨®licas del hombre como con un tiempo poshumano que escapa de nuestro control. El barro es el material d¨²ctil por excelencia, y, por lo tanto, la forma m¨¢s inmediata de acoplamiento entre la mano, el cuerpo y lo real. Un campo de fuga para cualquier pr¨¢ctica art¨ªstica. La maleabilidad que ofrece lo hace poroso a infinidad de usos y formas. He ah¨ª su poder: ser un material con la entidad suficiente como para ser tratado de t¨² a t¨² a partir de una memoria de gestos transmitidos de generaci¨®n en generaci¨®n, donde la factura t¨¦cnica vuelve a su nivel m¨¢s elemental. A una zona llena de conflictos.
La fascinaci¨®n que despierta en el arte contempor¨¢neo tiene mucho que ver con esa libertad expresiva anterior a cualquier complejo. Cada vez son m¨¢s los artistas que indagan en sus posibilidades y su relaci¨®n con el lenguaje y el pensamiento. Explorarlas exige contextualizar su significado, su lenguaje y los roles hist¨®ricos de su pr¨¢ctica formal. A priori, el barro siempre ha sido un material vulgar, discreto con las modas y m¨¢s ligado a la artesan¨ªa que al arte propiamente dicho, aunque la revalorizaci¨®n de lo esencial y la revisi¨®n del Arts & Craft lo han llevado a primera l¨ªnea de museos y mercado. Tambi¨¦n al campo editorial con vol¨²menes como Vitamin C, reci¨¦n publicado por Phaidon.
La mirada a la tradici¨®n es hoy disl¨¦xica: se ensayan otros modos de aprendizaje y otros tempos de lectura
El Premio Turner de 2004, otorgado a Grayson Perry, marc¨® un punto de inflexi¨®n a la hora de revisitar la cer¨¢mica en el conjunto de las artes visuales, y poco tardaron las galer¨ªas en asumirlo. Barbara Gladstone de Nueva York le dedic¨® en 2007 una extensa mirada con Makers and Modelers: Works in Ceramic, hoy un hito, con la participaci¨®n de muchos de los artistas fundamentales en este campo, de Urs Fischer a Anish Kapoor, de Mike Kelley a Rosemarie Trockel o de Rebecca Warren a Fischli & Weiss. Precisamente el d¨²o suizo ha contribuido lo suyo a la revalorizaci¨®n del barro con trabajos como Suddently the Overview, una serie expandida en el tiempo de m¨¢s de 200 figurillas de arcilla que vimos en la Bienal de Venecia de 2013. Una edici¨®n memorable, tambi¨¦n, por el pabell¨®n holand¨¦s de Mark Manders, abierto al di¨¢logo entre el barro, el cemento y el bronce. Hubo ah¨ª un punto de inflexi¨®n que llev¨® a los museos a las retrospectivas y las revisiones hist¨®ricas. Los dos ¨²ltimos a?os, con la cer¨¢mica instalada en las ferias, ha sido una aceleraci¨®n: Edmund de Waal fichado por Gagosian, Rachel Kneebone por White Cube, Ken Prince por Hauser & Wirth¡
El reflejo ha llegado tambi¨¦n a nuestro pa¨ªs con el rescate de un cl¨¢sico en la pr¨®xima edici¨®n de Arco, Pere Noguera y su enfangada, en el estand de Jos¨¦ de la Mano, y la apuesta por dos artistas cl¨¢sicas aunque silenciadas como Elena Basco (Alegr¨ªa) y Concha Ybarra (Luis Adelantado). Aunque el silencio mayor ha llegado estos d¨ªas con la muerte de Betty Woodman, referente ya en los cincuenta en saltarse los c¨¢nones.
En Madrid la vimos el a?o pasado en El curso natural de las cosas, la exposici¨®n comisariada por Tania Pardo en La Casa Encendida que recog¨ªa mucho de esa mirada atenta a lo elemental que tanto conecta con la artesan¨ªa y la vuelta al origen. El t¨ªtulo hac¨ªa un gui?o a Joan Mir¨®, que trabaj¨® como un hortelano hasta en el prol¨ªfico campo de la cer¨¢mica, junto a un Josep Llorens Artigas y su hijo Joan Gady, que tanto influyeron en las terras xamotadas de T¨¤pies y el uso de la terracota en las conocidas lurrak de Chillida. El di¨¢logo entre el adentro y el afuera, tan propio del escultor vasco, fluct¨²a tambi¨¦n en las obras de Elena Aitzkoa (Apodaka, 1984), que expone ahora en Cale, cale, cale! Caale!!!, una muestra pensada por Juan Canela para Tabakalera de San Sebasti¨¢n. Dice la artista que su inter¨¦s por la cer¨¢mica es redondo, como las vasijas y las figuras prehist¨®ricas. La idea de que algo se pueda llevar y vaciar mueve muchos de los porqu¨¦s de su trabajo, telas sumergidas en escayola con pigmento de color que aplica de manera tambi¨¦n circular hasta crear vol¨²menes. Incluso las telas, papel u otros materiales en crudo sin escayola los manipula con esa idea pl¨¢stica de cer¨¢mica. El barro sin cocer tambi¨¦n ocupa parte de la producci¨®n de Diego Delas (Aranda de Duero, 1982), que el pr¨®ximo 3 de febrero veremos en la galer¨ªa F2. Luego las ba?a de cera o las pinta al ¨®leo en conjuntos escult¨®ricos que rozan lo tot¨¦mico. Algo hay en sus obras que especula con la producci¨®n de objetos que tienen su origen en el universo dom¨¦stico, casi ancestral, pensados para sobrevivirnos.
Transversal es el acercamiento a la cer¨¢mica de June Crespo (Pamplona, 1982), adem¨¢s de reciente. De ella le interesan sus propiedades y estados mentales, la capacidad de mantener su car¨¢cter d¨²ctil y m¨®rbido en un estado s¨®lido. Su primer contacto fue con Kanala, proyecto comisariado por ?ngel Calvo Ulloa para el Marco de Vigo. Trabaj¨® con un artesano local y con la idea de acumulaci¨®n de gestos y de canalizaci¨®n. De ah¨ª sus elementos tubulares en diferentes escalas, acabados y modos de producci¨®n, alternando lo artesanal con lo industrial, y mezclado con otros muchos materiales, como vemos en su actual exposici¨®n en la galer¨ªa CarrerasMugica en Bilbao. Y con su versi¨®n m¨¢s el¨¢stica trabaja tambi¨¦n Teresa Solar Abboud (Madrid, 1985), como veremos el pr¨®ximo 9 de febrero en su instalaci¨®n para el espacio Abierto x Obras de Matadero. Para ella la cer¨¢mica tiene algo de fuerza tel¨²rica. A menudo compara la plasticidad del barro con la cualidad pl¨¢stica del propio cerebro, con el equilibrio de fuerzas que se genera entre ambos elementos, donde a ella le interesa hablar de peso, ductilidad, resistencia y control. Algo de energ¨ªa oculta hay tambi¨¦n en el trabajo de Jordi Mitj¨¤ (Figueras, 1970). En Moumento ind¨®mito (2015) erosion¨® un suelo de ladrillo para conseguir que el material estuviera al l¨ªmite de su resistencia y despu¨¦s cocerlo en un horno para aplacar esa acci¨®n. Desde entonces, no se ha separado del barro y la experimentaci¨®n, como vemos ahora en Bombon Projects, en Barcelona. Un camino en paralelo al que recorre Marc Larr¨¦ (Barcelona, 1978) poniendo el barro en di¨¢logo con la fotograf¨ªa y que present¨® en la Fundaci¨®n Su?ol hace unos meses.
El barro es la forma m¨¢s inmediata de acoplamiento entre la mano, el cuerpo y lo real. Campo de fuga creativo
El peso de la tradici¨®n es a menudo asumido aunque no necesariamente revisado por muchos artistas. Su aproximaci¨®n es disl¨¦xica: ensayan otros modos de aprendizaje y otro tempo de lectura, donde la cer¨¢mica conserva algo at¨¢vico ligado al tiempo, pero uno futuro. Algo as¨ª como una prehistoria contempor¨¢nea. De la v¨ªa m¨¢s popular florece el trabajo de Antonio Ballester Moreno (Madrid, 1977). El barro es tierra, dice, de donde salen las plantas que tanto pinta en sus cuadros, y desde donde piensa la cer¨¢mica. Son conocidos sus jarrones, como los que ahora expone en el Centro de Arte de Zapopan en M¨¦xico, realizados junto a la gente del municipio, as¨ª como las setas de barro que hizo en talleres con ni?os para la exposici¨®n?Vivan los campos libres de Espa?a!, tambi¨¦n en La Casa Encendida. Su proyecto para la pr¨®xima Bienal de S?o Paulo, que inaugura en septiembre, tiene mucho que ver con ella y con el ecosistema cultural y biogr¨¢fico que acompa?a su labor de alfarero.
Atado a lo vern¨¢culo est¨¢ asimismo el trabajo de Fernando Renes (Covarrubias, 1970), que trabaja la cer¨¢mica desde el lenguaje y el dibujo, y que hace unos meses trasladaba a su aut¨¦ntico lugar, las calles de Genalguacil, en M¨¢laga, dentro del festival Arte Vivo. El arraigo con el territorio y la biograf¨ªa es com¨²n en artistas como MP & MP Rosado (San Fernando, 1971), que se han despojado de sus autorretratos en terracota para entablar un lenguaje mucho m¨¢s sofisticado con la tradici¨®n de la cer¨¢mica andaluza. Tambi¨¦n ah¨ª est¨¢ Miki Leal (Sevilla, 1972), para quien la cer¨¢mica es el territorio natural hacia el que se extiende su pintura. Salir del marco y materializarse es s¨®lo uno de los objetivos. Su obra de cer¨¢mica es una cr¨ªtica a la tradici¨®n y a los l¨ªmites de lo pict¨®rico. En su ¨²ltima exposici¨®n en F2 el pasado septiembre la llev¨® a la instalaci¨®n, con una cancha de tenis con gui?os a Foster Wallace. El proyecto era notable, aunque all¨ª donde Miki Leal emociona es en el peque?o formato salpicado de enseres personales, desde el frutero con corbata al polo de los domingos, pasando por las llaves de casa petrificadas en arcilla.
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