Coetzee: ¡°No me gusta que el ingl¨¦s se haya apoderado del mundo¡±
El nobel sudafricano publica primero en espa?ol ¡®Siete cuentos morales¡¯, libro sobre la familia y los derechos de los animales donde reaparece Elizabeth Costello
¡ªSe?or Coetzee, ?podr¨ªa responder a unas preguntas?
Conseguir una entrevista con el Nobel de Literatura 2003 es casi tan dif¨ªcil como ganar el Gordo. Puedes haber comprado decenas de d¨¦cimos ¡ªhaberle abordado, buscado la intermediaci¨®n de su editora, de un amigo, del festival en el que participa, en este caso el Hay de Cartagena de Indias (Colombia)¡ª que el tambi¨¦n cr¨ªtico sudafricano (Ciudad del Cabo, 1940), con su enfermiza timidez y su legendaria aversi¨®n a los medios, ser¨¢ inflexible en su negativa. Con fortuna, el autor, primero en ganar dos veces el Booker, el gran galard¨®n literario en ingl¨¦s, acceder¨¢ a contestar a unas preguntas por e-mail concediendo una suerte de segundo premio.
Coetzee habr¨ªa pasado por ser uno m¨¢s del p¨²blico del festival Hay de Cartagena -al que este peri¨®dico ha sido invitado- si no fuera porque, a cada paso, le guste o no, debe pararse a firmar libros o conversar con los lectores. Ha asistido a charlas sobre el futuro de la edici¨®n, curioseado el puesto de la librer¨ªa Nacional en el hotel Santa Clara, paseado por el casco hist¨®rico de la ciudad... Y se le ve m¨¢s c¨®modo en ese papel que en el de conferenciante-lector con el que cautiv¨® el s¨¢bado a su audiencia.
El Nobel, traje oscuro y camisa blanca, compareci¨® con su habitual semblante serio y una carpeta en la mano. Estaba previsto que hablara con su editora argentina sobre las literaturas del Sur. Y eso hizo. Glos¨® el trabajo que ha desarrollado en los ¨²ltimos a?os desde su c¨¢tedra en la Universidad de San Mart¨ªn en Buenos Aires para crear v¨ªnculos entre escritores e intelectuales de Am¨¦rica Latina, por una parte, y de Australia y Sud¨¢frica, por otra. "Son pa¨ªses del sur geogr¨¢fico con caracter¨ªsticas comunes de clima y fauna y flora, pero tambi¨¦n, m¨¢s importante a¨²n, con historias de colonialismo detr¨¢s de ellos, y con sus propias variedades de cultura de asentamiento".
Pero la entrevista-conversaci¨®n que mantuvieron fue mucho m¨¢s all¨¢ de las literaturas del Sur. Eso s¨ª con un guion r¨ªgido y preestablecido, que ambos leyeron sin disimulo. "No soy un ¨¢gil conferenciante", admiti¨® el escritor con honradez.
Coetzee ley¨® El perro, uno de los relatos de Siete cuentos morales; anunci¨® que hay sobre la mesa dos proyectos, a¨²n en estado embrionario, para llevar obras suyas al cine -Esperando a los b¨¢rbaros, por el colombiano Ciro Guerra, y La infancia de Jes¨²s y Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela por el argentino Trist¨¢n Bauer-; habl¨® del conflicto entre Israel y Palestina y de la inutilidad de utilizar t¨¦rminos como apartheid "porque no contribuyen a nada positivo". Y carg¨® contra la globalizaci¨®n: "Tiene una visi¨®n muy empobrecedora de los seres humanos", sentenci¨®. "Pero no quiero perder el tiempo criticando el neoliberalismo, quiero dedicar el tiempo que me queda a proyectos m¨¢s constructivos". En eso est¨¢.
No son a¨²n las seis de la ma?ana del domingo en Cartagena cuando al refrescar el tel¨¦fono se ilumina el nombre de J. M. Coetzee y su mensaje madrugador. El cuestionario planteado, centrado en su carrera y su ¨²ltimo libro ¡ªcuyas galeradas facilit¨® a este peri¨®dico dos d¨ªas antes¡ª era extenso pero el Nobel, afincado en Australia desde 2002, se limita pr¨¢cticamente a reproducir en el documento adjunto las palabras que pronunci¨® la v¨ªspera en el Centro de Convenciones, donde mantuvo una interesante conversaci¨®n con su editora argentina, Soledad Costantini. Ante un abarrotado auditorio al que segu¨ªa llegando gente 10 minutos despu¨¦s de iniciado el acto, anunci¨® p¨²blicamente que en marzo publicar¨¢, antes en espa?ol que en ingl¨¦s, Siete cuentos morales (El Hilo de Ariadna), una obra sobre la familia, la vejez, la infidelidad y los derechos de los animales en la que el lector reconocer¨¢ la poderosa figura de la escritora sudafricana Elizabeth Costello, alter ego femenina y una de los m¨²ltiples dobles del autor. ¡°No me importa que mis libros no aparezcan primero en ingl¨¦s. No me gusta que el ingl¨¦s se haya apoderado del mundo. Hago lo que puedo para resistirme a ese predominio¡±, dijo tras reconocer que, con todo, es una lengua a la que debe su ¡°liberaci¨®n del estrecho mundo del afrik¨¢ner¡±.
Deberes con los padres
En Siete cuentos morales ¡ªtraducidos por Elena Marengo¡ª Coetzee sit¨²a a la escritora a las puertas de la dependencia. Vive en un pueblo de Catalu?a, donde lleva una existencia cada vez m¨¢s aislada. Sus hijos intentan persuadirle de que se mude a vivir con uno de ellos o a una residencia de ancianos. ¡°Varias de las piezas del libro surgen de esta lucha entre la madre y sus hijos, una lucha que es cada vez m¨¢s com¨²n en el mundo moderno, donde las familias son peque?as y es inusual que un padre vaya a vivir con uno de sus hijos cuando se hace mayor¡±, explica. ¡°Los llamo Siete cuentos morales porque giran en torno a cuestiones morales que considero importantes. ?Qu¨¦ deberes tienen los adultos con su padre o madre, particularmente cuando es, a sus ojos, dif¨ªcil o irracional?¡±.
Padre de dos hijos ¡ªel var¨®n muri¨® con 22 a?os en 1989 tras caer de un und¨¦cimo piso¡ª, brillante autor de novelas (Desgracia, Vida y ¨¦poca de Michael K.), autoficciones (Infancia, Juventud, Verano) y ensayos (Las vidas de los animales, Contra la censura), Coetzee no ha frecuentado mucho el g¨¦nero del cuento. Esta colecci¨®n de historias, en su mayor¨ªa in¨¦ditas y escritas entre 2003 y 2017, es su segunda incursi¨®n y muestra evidente de la hondura de su pensamiento. En ella vuelve sobre cuestiones que ya ha abordado antes a lo largo de su prol¨ªfica trayectoria; la fidelidad conyugal y las relaciones entre los seres humanos y los animales. ¡°En particular¡±, matiza, ¡°la cuesti¨®n de qu¨¦ deberes, si acaso, los seres humanos tenemos con los animales. ?Tienen una existencia completamente fuera del ¨¢mbito moral, como si fueran objetos como paraguas o bicicletas, o podemos ir tan lejos como para defender que deber¨ªan tener derechos como los humanos?¡±.
Con los a?os, el lenguaje de Coetzee, se ha vuelto m¨¢s abstracto. Lo admite en su correo. Y, en gran parte, esa transformaci¨®n tiene que ver con la compleja relaci¨®n que mantiene con la lengua en la que vive y en la que creci¨® como escritor a caballo entre Londres, EE UU y la Sud¨¢frica del apartheid y el posapartheid que ha retratado en algunos de sus libros. ¡°He perdido inter¨¦s en explorar las potencialidades creativas del ingl¨¦s de la manera que deber¨ªa hacerlo un poeta¡±, confiesa. Eso, por una parte. Pero hay m¨¢s motivos. ¡°Una de las razones es que ha crecido mi inter¨¦s por preguntas que son dif¨ªciles de tratar en el campo de la ficci¨®n y, por lo tanto, suelo abordarlas en el lenguaje t¨¦cnico de la filosof¨ªa. Por ejemplo, ciertos conceptos matem¨¢ticos planteados en las novelas recientes La infancia de Jes¨²s y Los d¨ªas de Jes¨²s en la escuela¡±.
El Nobel, licenciado en matem¨¢ticas y doctorado en ling¨¹¨ªstica computacional; de ni?o, amante de la fotograf¨ªa ¡ªinstal¨® un cuarto oscuro en su casa¡ª; de joven, programador inform¨¢tico; de adulto, novelista, ensayista, profesor universitario, cr¨ªtico... es un prodigio de lucidez. L¨¢stima que no se prodigue m¨¢s en p¨²blico. L¨¢stima que conseguir una entrevista en persona con ¨¦l sea tan dif¨ªcil como que te toque el Gordo de la loter¨ªa. Aunque un segundo premio es todo un regalo.
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