Los cuadernos del agente secreto
El nuevo libro del escritor jienense tiene tanto de urgencia terap¨¦utica como de canto de amor a su mujer, celebraci¨®n de la literatura y repudio del azar del ¨¦xito
Este libro tiene tanto de urgencia terap¨¦utica y morosa como de ratificaci¨®n literaria; de canto de amor a su mujer, Elvira Lindo, como de expiaci¨®n de culpa inmotivada; tiene tanto de celebraci¨®n de la literatura como de repudio del azar del ¨¦xito y la fama. Lo que sigue igual a s¨ª mismo es la prosa hipnotizante de Mu?oz Molina, la propensi¨®n solemnizadora que anida en su minuciosidad, esta vez fragmentada en un libro mosaico, un libro collage, un libro rompecabezas. La estructura m¨¢s visible de la novela es el diario personal, el cuaderno de campo donde el antrop¨®logo registra lo que ve y lo que escucha, lo que siente y lo que necesita para la ulterior elaboraci¨®n de sus investigaciones.
Por eso el grueso libro va mechado de ilustraciones procedentes de los archivos del propio Mu?oz Molina ¡ªrecortes, fotos, noticias¡ª en sus funciones de esp¨ªa callejero, de agente secreto de las vidas ajenas. Buena parte de sus materiales son transcripciones elaboradas, levemente artificiosas a veces, muy literarias otras, de las voces, los ecos, los rumores y las angustias de la poblaci¨®n ordinaria de Madrid, de Lisboa, de Par¨ªs y de Nueva York. El m¨®vil con la grabadora activada en el bolsillo registra gritos, interjecciones, vocer¨ªo en una caminata que llevar¨¢ a un yo del escritor desde el caf¨¦ Comercial de Madrid hasta la ¨²ltima residencia estable de Edgar Allan Poe, al final del libro, mientras la oficina port¨¢til de Mu?oz Molina transcribe en cuadernos y a l¨¢piz esos retales grabados, con sus sacapuntas a cuestas y sus l¨¢pices de colores siempre a mano. Son las ciudades las que pautan este libro y es la vivencia de esas ciudades lo que lo impregna de una populosidad salm¨®dica. El recurso de transcribir una y otra vez noticias y esl¨®ganes publicitarios contagia al libro de una lentitud peligrosa, como si la saturaci¨®n de nimiedades no contuviese ya un alto riesgo de enfriamiento narrativo, de ralentizaci¨®n a veces exasperante del tempo de lectura. Sugiero a contracor que una poda en¨¦rgica de p¨¢ginas hubiese ayudado al libro a ce?irse a s¨ª mismo y a atraer a un lector af¨ªn, dispuesto a seguir su ruta de deambulador profesional por las vidas de los dem¨¢s y por la suya propia de escritor, a ratos descarnadamente expuesta.
Este libro cuenta esta historia ¨ªntima sobre el doble fondo de escritores con vidas arruinadas y literatura trascendente
Las mejores p¨¢ginas proceden de dos fuentes de inter¨¦s en torno a las cuales pivota de veras su trama profunda y m¨¢s valiosa. La primera tiene que ver con las crisis agudas de des¨¢nimo y de escritura, los miedos s¨²bitos del escritor a la par¨¢lisis y la esterilidad: miedos inasibles y difusos pero cl¨ªnicamente turbadores. El segundo eje sumerge al escritor bien en las peripecias humanas, biogr¨¢ficas y casi siempre derrotadas de un pu?ado de escritores singulares, bien en el magma del anonimato y la vida com¨²n de la inmensa mayor¨ªa. Son dos formas de ba?ar el ¨¢nimo en experiencias enteramente ajenas a uno mismo y ambas son formas de nutrir el libro y la propia vida con lo ajeno para escapar al miedo: v¨ªas para reactivar la curiosidad y la laboriosidad, la disciplina y la curiosidad vital.
La portada despista con un Fernando Pessoa ic¨®nico que, sin embargo, es poco relevante en la trama del libro, aunque el Libro del desasosiego sea parte de su est¨ªmulo. Tanto Edgar Allan Poe como Thomas de Quincey, tanto Melville como Stevenson, tanto Baudelaire como Walter Benjamin fueron escritores desestimados por su tiempo y su ¨¦poca, olvidados, autodestruidos, vencidos por el roedor depresivo o por la coyuntura adversa. La lista es can¨®nica, previsible y popular, pero tambi¨¦n es conmovedora: hacen el papel de casos cl¨ªnicos de genialidad visionaria no integrada, no aclimatada, derrotada por un tiempo m¨¢s anodino y vulgar que ellos. Sus vidas pespuntean el libro atravesado por las calles de Par¨ªs o de Nueva York, a la vez que restallan como iconos de la modernidad consagrados celeb¨¦rrimamente de forma p¨®stuma. Par¨ªs es el clima y la atm¨®sfera que recorre Mu?oz Molina (o su narrador: el libro persigue la identificaci¨®n entre escritor y narradores) en busca de sus pasos, como lo es en el caso de Nueva York.
El cord¨®n que lo une todo es la batalla contra la angustia y una epifan¨ªa moral que culmina en las p¨¢ginas finales. El lector de este peri¨®dico (y de muchos otros) sabe que Mu?oz Molina vivi¨® una justa consagraci¨®n temprana desde sus primeros libros ¡ªuna poderosa novela como Beatus Ille, su Robinson urbano, su Diario del Nautilus¡ª, pero nada protege al escritor de las murrias de la inseguridad y los v¨¦rtigos del miedo, de las neurosis y las obsesiones paralizantes. Este libro cuenta esta historia ¨ªntima sobre el doble fondo de escritores con vidas arruinadas y literatura trascendente, a un lado, y la populosidad enigm¨¢tica, selv¨¢tica, intimidatoria del mundo real, al otro.
En su fondo m¨¢s ¨ªntimo hay una apertura en crudo a la vida de las personas normales, un intento de restituir a la literatura retirada y neur¨®tica del escritor la dimensi¨®n plural de la vulgaridad cotidiana, la brutalidad y la tiran¨ªa consumista del mundo occidental. Detr¨¢s de este libro existe un aliento moralizante disfrazado de inmersi¨®n antropol¨®gica, casi de zoolog¨ªa humana, como espacio de escape a la carcoma que acecha al escritor: nada ni nadie le blinda contra la sospecha del sinsentido de su oficio ni contra el narcisismo ensimismado.
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