C¨®mo ser optimista... pero no ingenuo
Las voces que propugnan una actitud positiva y realista ante las incertidumbres del futuro ganan terreno. ?Sirve de algo pensar que todo ir¨¢ mejor?
!['El violinista alegre con un vaso de vino', de Gerrit van Honthorst, en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NTTRVOVK2IPARGUI3OT7DBQIIM.jpg?auth=3662e9b6737c1bd45f8d5456caea52d382f04c663df4e407fb2e46321f5d1e35&width=414)
Lo que vemos alrededor no inspira mucho pensamiento positivo. El cambio clim¨¢tico aumenta la temperatura de los oc¨¦anos, genera tormentas descontroladas y la subida del nivel del mar. La ¨²ltima crisis econ¨®mica puso en evidencia una desigualdad rampante en nuestras sociedades. Los reg¨ªmenes autoritarios se refuerzan como alternativa a la democracia. La avalancha de informaciones falsas, distribuidas con eficacia por las redes sociales, siembra el desconcierto. Y, cuando la incertidumbre se cierne sobre el futuro, el abatimiento suele ser la respuesta m¨¢s habitual. Porque, como advirti¨® Maquiavelo, ¡°no hay nada m¨¢s dif¨ªcil de emprender, ni m¨¢s peligroso de manejar [¡], que asumir la iniciativa de introducir un nuevo orden de cosas¡±.
?Qu¨¦ sentido tiene pensar que todo ir¨¢ mejor? Pues alguno debe tener porque lo cierto es que, ante tanta debacle, van ganando terreno las voces que propugnan el optimismo. Proclaman que solo as¨ª se puede hacer frente a un mundo cada vez m¨¢s proclive a las distop¨ªas. ?Hay razones reales para ser optimistas? ?Basta con ser positivo para mejorar las cosas? ?Es algo ingenuo e in¨²til?
El escritor y divulgador brit¨¢nico Mark Stevenson pone varios ejemplos en su ¨²ltimo libro ¡ªHacemos las cosas de otra manera (Galaxia Gutenberg)¡ª para ilustrar los beneficios que ser positivo puede reportar para solucionar un problema. Su ensayo comienza con la historia de un ingeniero de Boston que dej¨® su trabajo para tratar de encontrar una cura para la enfermedad gen¨¦tica de su hermano y acab¨® creando una red sanitaria de pacientes con la misma dolencia que result¨® ser muy ¨²til. Tambi¨¦n narra el caso de la escuela de primaria Hartsholme Academy, en Lincoln (Reino Unido), que pas¨® del fracaso escolar a la excelencia gracias al m¨¦todo de un profesor cuyas ideas no eran ni innovadoras ni tradicionales, pero que resultaron ser eficaces.
Y es que el optimismo que preconiza Stevenson se define adem¨¢s como pragm¨¢tico. ¡°Mi libro est¨¢ basado en casos reales, en gente real que ha tenido ¨¦xito porque act¨²a de otro modo. Son personas que, a pesar de que la situaci¨®n a la que se enfrentaban pintaba muy complicada, no se acobardaron y lo intentaron¡±, explica en una entrevista en Madrid.
El divulgador considera que el cinismo ¡ª¡°me refiero a la cr¨ªtica destructiva e in¨²til, no al escepticismo y al sano cuestionamiento de las cosas¡±¡ª es la epidemia de nuestro tiempo, porque resulta una actitud atractiva. En un mundo en el que nos fijamos de forma recurrente en lo negativo y en lo que va mal, sostiene Stevenson que el optimismo es una alternativa absolutamente leg¨ªtima, algo casi obligatorio como contrapeso al pesimismo desbordado. Pero no vale cualquier optimismo, debe ser un optimismo pragm¨¢tico, alejado de la excesiva credulidad y de ¡°los castillos en el aire¡±.
Ante un mundo cada vez m¨¢s c¨ªnico, el autor brit¨¢nico Mark Stevenson sostiene que el optimismo es una alternativa leg¨ªtima
El optimismo que defiende Stevenson es m¨¢s propio de un realista que de un creyente: ¡°Los 30 pr¨®ximos a?os van a ser determinantes, tenemos muchos problemas y no hay m¨¢s remedio que cambiar la forma de hacer las cosas¡±. Para ello conviene pensar que el cambio es posible.
Una idea similar ha llevado a Al Gore a pasar de ser el profeta del apocalipsis al profeta del ¡°se puede¡±. En 2006, el exvicepresidente estadounidense alert¨® en el documental Una verdad inc¨®moda sobre los efectos devastadores del cambio clim¨¢tico, y la amenaza que supone para las generaciones futuras. Su mensaje era todo menos optimista.
Hoy, la situaci¨®n es mucho peor de lo que se cre¨ªa. Los cient¨ªficos advierten de que el calentamiento global se acelera y se siguen quemando combustibles f¨®siles a un ritmo considerable. Y sin embargo, Al Gore ha envuelto ahora su discurso con un mensaje optimista. En sus charlas y entrevistas destaca que, si bien la situaci¨®n es muy complicada, se est¨¢n produciendo avances prometedores en la generaci¨®n de energ¨ªas renovables, tanto solar como e¨®lica, y en su almacenamiento a trav¨¦s de bater¨ªas cada vez m¨¢s baratas y eficientes. Es decir, las cosas van mal, pero existe una gran posibilidad de mejorar. En esta crisis tambi¨¦n hay una oportunidad, y quiz¨¢ cale m¨¢s hondo la posibilidad de revertir el rumbo que el catastrofismo irrevocable.
Entre aquellos que optan por ver el vaso medio lleno y no medio vac¨ªo ocupa un lugar destacado el profesor canadiense Steven Pinker, considerado referente de una nueva corriente de pensamiento que promueve la fe en el constante avance humano, en el progreso. Ha plasmado su credo optimista en Los ¨¢ngeles que llevamos dentro (Paid¨®s) y en el reciente Enlightenment Now (En defensa de la Ilustraci¨®n , que saldr¨¢ en Espa?a en junio). Sostiene que, si se mira con perspectiva la evoluci¨®n del mundo y se buscan tendencias a largo plazo, la humanidad nunca ha vivido tan bien como ahora. Entonces, ?a qu¨¦ viene tanto lamento y pesimismo? Sus afirmaciones, claro, son cuestionadas por otros pensadores.
M¨¢s all¨¢ de los debates te¨®ricos, la ciencia lleva a?os investigando si los mensajes optimistas sirven de algo. La neurocient¨ªfica Tali Sharot, profesora de psicolog¨ªa experimental en University College London, explica que tener perspectivas positivas suele estar relacionado con una vida mejor. En el libro The Optimism Bias: A Tour of the Irrationally Positive Brain (El sesgo optimista: un viaje por el cerebro irracionalmente positivo), la investigadora cita un experimento realizado con un grupo de estudiantes. Aquellos que fueron calificados como inteligentes y listos obtuvieron mejores resultados que los que fueron incentivados con palabras como ¡°est¨²pido¡± e ¡°ignorante¡±.
Existe un sesgo que lleva a pensar a la mayor¨ªa de las personas que el futuro ser¨¢ mejor que el presente y el pasado
?Ser optimista requiere un esfuerzo adicional? Lo cierto es que ver las cosas de forma positiva parece la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil y las investigaciones apuntan a que el optimismo puede ser algo innato. Existe un sesgo, argumenta Sharot, que lleva a pensar a la mayor¨ªa de las personas que el futuro ser¨¢ mejor que el presente y el pasado. Esto afecta a todas las razas, regiones y clases sociales, incluso a las personas mayores. Varios estudios citados en el libro muestran que la mayor¨ªa de los estudiantes suelen tener unas aspiraciones respecto del tipo de trabajo al que acceder¨¢n y al salario que recibir¨¢n mayores de lo que acaban siendo en realidad. Ese optimismo los anima a tratar de alcanzar objetivos que de otra forma no se atrever¨ªan a perseguir. Si no lo consiguen, a?ade Sharot, se frustran, pero el nivel de satisfacci¨®n es mayor entre la gente que lo intenta. As¨ª que so?ar es gratis, pero adem¨¢s puede resultar beneficioso para algunos.
?C¨®mo encaja en esto el pragmatismo? El pragmatismo fue lo que llev¨® a G¨¹ssing, un municipio de Austria, a marcarse como objetivo que el 100% de su energ¨ªa fuera renovable. Su alcalde de entonces, Peter Vadasz, fue el impulsor de esta idea cuyo objetivo no era la sostenibilidad medioambiental, sino intentar revertir la situaci¨®n de estancamiento econ¨®mico que viv¨ªa esta localidad. ¡°Los altos precios de la energ¨ªa supon¨ªan un freno para la recuperaci¨®n¡±, afirma Stevenson, que escribe sobre la transformaci¨®n de este municipio. El Ayuntamiento decidi¨® en 1992 invertir en una planta de generaci¨®n de biomasa y, gracias a los desechos generados principalmente por la industria maderera y el sector agr¨ªcola, G¨¹ssing produce su propia energ¨ªa. Esta iniciativa en la d¨¦cada de los noventa, antes de la eclosi¨®n de las renovables, parec¨ªa mucho m¨¢s osada que ahora. Aquel sue?o no fue ingenuo, sino pr¨¢ctico. Ah¨ª, confiemos, puede estar la clave.
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