El pop de la Revoluci¨®n de los claveles
La Fundaci¨®n Gulbenkian revive la influencia del movimiento art¨ªstico en los a?os setenta en Portugal. Hoy se cumplen 44 a?os del movimiento que llev¨® la democracia al pa¨ªs
1965-75, la vida en Portugal -en la pen¨ªnsula- era gris, pero hab¨ªa movimiento para pintarla de colores aqu¨ª y en el mundo. Los artistas portugueses viajaban a Londres con becas de la Gulbenkian para empaparse del Pop Art, en Par¨ªs arrancaban adoquines, en San Francisco quemaban banderas contra la guerra de Vietnam, bailaban los jipis en Berkeley al ritmo de Hair (1968), la apolog¨ªa del amor libre contra el poder instituido y la deshumanizaci¨®n de la sociedad. Por otra parte, ni cambiando de siglo, nada nuevo bajo el sol ¨Cincluso el musical fue censurado¨C.
La Fundaci¨®n Gulbenkian de Lisboa?recuerda aquella d¨¦cada portuguesa alrededor del Pop Art, nacido en los a?os 50, aunque en los pa¨ªses cenicientos tuvo su reflejo una d¨¦cada despu¨¦s. Varias centenas de obras se re¨²nen en P¨®s Pop, Fuera del Lugar Com¨²n, la corriente portuguesa de este movimiento que rein¨® en Inglaterra y Estados Unidos mientras Portugal estaba bajo la dictadura de Salazar.
¡°La vida era muy gris; yo no lo era, pero me ten¨ªa que esforzar mucho para pintar con colores. Nuestras vidas hu¨ªan del color¡±, cuenta Teresa Magalh?es (1944), que se encuentra en la exposici¨®n con obras que ni recordaba, aunque s¨ª el que abre boca. ¡°Esa soy yo bajando de un mini que conduje de Lisboa a Torremolinos¡±. La ciudad malague?a era lo m¨¢s, como plasm¨® en 1971 James Michener.
La vida era muy gris; yo no lo era, pero me ten¨ªa que esforzar mucho para pintar con colores
¡°El pop es una reflexi¨®n de la vida cotidiana que, en este caso, hemos querido acotar en la d¨¦cada de las guerras coloniales y la revoluci¨®n de los claveles¡±, explica la directora muse¨ªstica de la Gulbenkian, Pen¨¦lope Curtis.
Junto a obras de los portugueses como Lourdes Castro, F¨¢tima Vaz, Ruy Leit?o, Jo?o Cutileiro, haya otras de los brit¨¢nicos Peter Blake, Tom Philips, Bernard Cohen, Allen Jones, diversas en estilos pero unidas por el color y la trasgresi¨®n. Sin embargo, la pintura solo explica una peque?a parte de aquel movimiento de luz y colores. Se intuye que hab¨ªa algo m¨¢s en la sociedad de la d¨¦cada, si no por qu¨¦ esa fascinaci¨®n del artista para pintar mujeres en bikini, mujeres con las piernas al aire, mujeres bailando que llenan la primera parte de la muestra.
Las comisarias tienen el acierto de crear habitaciones privadas donde repasar revistas ye-y¨¦s, o i¨¦-i¨¦s, concursos de minifaldas en la televisi¨®n p¨²blica, el erotismo de la ¨¦poca, el agit prop de aquel largo verano caliente donde todo estaba en causa.
El pl¨¢stico, el plexigl¨¢s, el PVC se incorporan a la ropa, sobre todo a los accesorios, las gafas como soles, aquellas botas para no caminar; incluso el drama es de colores, como el Retrato de familia, de Jos¨¦ de Guimar?es, un mont¨®n de cajas de madera, s¨ªmbolo de la salida precipitada de Angola de las familias portuguesas.
Si el pop art se identifica con alguna guerra es con la del gusto, el combate a la est¨¦tica elitista, pues no alter¨® los valores imperantes en Portugal; fue un movimiento irreverente m¨¢s que pol¨ªtico. ¡°No hay una contestaci¨®n declarada, sistem¨¢tica, de los artistas portugueses contra el r¨¦gimen¡±, se?ala la comisaria Patricia Rosas.
Ya en 1957, Richard Hamilton puso al Pop Art en su sitio: ¡°Popular, ef¨ªmero, prescindible, barato, fabricado en serie, dirigido al joven, espiritual, sexi, atractivo, deslumbrante; un gran negocio¡±. No es el caso de los pop artistas portugueses que ahora redescubren sus obras. Guimar?es recuerda que su Retrato de familia descans¨® 30 a?os en el almac¨¦n; Teresa Magalh?es ha evolucionado del ic¨®nico Photoquick al abstracto, aunque sigue en colores. ¡°Me hart¨¦ de las im¨¢genes que yo misma creaba¡±.
En abril de 1974 explotaron los claveles y las colonias comenzaron a dejar de serlo; la dictadura se resquebrajaba y los artistas dieron rienda suelta a lo que ten¨ªan reprimido. Clara Men¨¦res evoca dram¨¢ticamente la guerra con el cuerpo de un soldado muerto en Yace muerto y se enfr¨ªa el ni?o de su mam¨¢; la fuerza de Paula Rego pinta Maniobras militares; Nikias Skapinakis edulcora su 25 de abril en Atenas y Ant¨®nio Palolo el nuevo amanecer. Todo a colores, como debe ser en el pop de los claveles.
Babelia
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