C¨¢ndida ¡®La Negra¡¯, la ¨²ltima esclava de C¨¢diz
Una nueva obra ahonda en la historia de supervivencia de C¨¢ndida Huelva, una africana llegada por mar que vivi¨® en El Puerto hasta mitad del siglo XX
C¨¢ndida ¡®La Negra¡¯ es realidad y mito a la vez. Vivi¨® entre dos mundos, naci¨® esclava en 1845 en la colonia portuguesa de Luanda y muri¨® libre 110 a?os despu¨¦s en El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz). Su tez negra en una ciudad desacostumbrada a esta raza la convirti¨® en historia viva y, a la vez, leyenda on¨ªrica para muchos ni?os que, de los a?os 20 a los 50, escuchaban a sus padres decir ¡°du¨¦rmete ya, que viene C¨¢ndida ¡®La Negra¡¯¡±. Esa anciana alta, de toquilla, mandil y cesto cargado de pic¨®n fue, con toda probabilidad, la ¨²ltima esclava de C¨¢diz. La que conoci¨® el yugo y la libertad, dos continentes y dos siglos, pero muri¨® en 1951 en la m¨¢s estricta pobreza dejando tras de s¨ª grandes inc¨®gnitas sobre su vida.
La se?ora humilde, enlutada y afable que a¨²n hoy los m¨¢s mayores de El Puerto recuerdan, en verdad, se llamaba C¨¢ndida Huelva. Ahora, una novela intenta aportar nuevas hip¨®tesis sobre su llegada a C¨¢diz, a camino entre la historia oficial y los testimonios orales. De paso, La ¨²ltima negra, del abogado y escritor Joaqu¨ªn G. Romeu (El Puerto de Santa Mar¨ªa, 1968), construye un relato de ficci¨®n en el que retrata su asentamiento como esclava negra, liberada y sin recursos, en una sociedad gaditana marcada por la pujante burgues¨ªa industrial y la ¡°doble moral de la ¨¦poca¡±.
Para cuando el historiador local Manuel Pacheco conoci¨® a C¨¢ndida, a finales de los 40, ella ya era una anciana. ?l, un ni?o impresionado por saber que la ¨²nica persona de color que viv¨ªa entonces en El Puerto era la protagonista de las advertencias nocturnas de su madre. En 2006, Pacheco fue el primero en desentra?ar ¡°los misterios que la envolv¨ªan¡± y escribir sobre su vida en el art¨ªculo de investigaci¨®n Una cara de la esclavitud: la apasionante historia de ¡®C¨¢ndida la negra¡¯. En ¨¦l, relata c¨®mo Huelva arriba a las playas de El Puerto cuando era una adolescente, a mediados del siglo XIX, n¨¢ufraga tras una tempestad que dio al traste con el barco en el que viajaba como mano de obra esclava. Un campesino anciano la encuentra y la lleva con ¨¦l a su domicilio en la calle Lecher¨ªa, 5 (actual Cervantes), donde vivir¨¢ hasta su muerte.
Un personaje propio de la intrahistoria de Unamuno
No le fue f¨¢cil a Pacheco reconstruir su venida. Recurri¨® a fuentes orales que conocieron los hechos narrados por la propia protagonista y antes de que, de anciana, decidiera no volver a hablar de ellos. En los Padrones Municipales de 1940 a 1950 queda constancia de c¨®mo ella testimoni¨® que naci¨® el 2 de mayo de 1845 en Luanda. Por aquel entonces, la actual capital de Angola todav¨ªa era un punto de comercio de esclavos. Siguiendo el atropon¨ªmico de ¨¦stos, el apellido sol¨ªa indicar etnia, procedencia o amo. En el caso de C¨¢ndida, en sus primeros a?os en El Puerto, solo figura Huelva por lo que Pacheco traza una vinculaci¨®n con las familias adineradas onubenses que a¨²n ten¨ªan esclavos.
El historiador plantea una maniobra de enajenaci¨®n, dado el valor que ten¨ªan ¡°las j¨®venes muchachas por su posibilidad de descendencia y nueva venta¡±. Pero Joaqu¨ªn G. Romeu recuerda que, desde 1837, la esclavitud estaba prohibida en Espa?a, solo consentida en sus territorios de ultramar de Cuba y Puerto Rico o en los de las colonias de la vecina Portugal. Por eso, en su novela plantea, m¨¢s bien, la vinculaci¨®n de C¨¢ndida al tr¨¢fico ilegal de esclavos que grandes navieras desarrollaban aprovechando la l¨ªnea de vapores de correos entre C¨¢diz y La Habana.
Es justo la conexi¨®n que explotaba Antonio L¨®pez, marqu¨¦s de Comillas, y actualmente puesto en solfa por ser un posible traficante negrero. Romeu cree ¡°m¨¢s factible¡± que, en una maniobra de descarga de mercanc¨ªas en El Puerto, C¨¢ndida lograse escapar para vivir como una ciudadana libre. Mas all¨¢ de una u otra hip¨®tesis, lo cierto es que la presencia de una mujer de raza negra en la ciudad no pas¨® desapercibida. Desde que la ¡®Compa?¨ªa Gaditana de Negros¡¯ comerciaba con ellos en el siglo XVIII, en El Puerto no ve¨ªan a una persona de color.
La vida de C¨¢ndida no fue f¨¢cil. Tras convivir con el anciano, se empareja con un gitano, antiguo viticultor y piconero con el que no hay constancia que tuviese hijos. Sin embargo, no se casa con ¨¦l hasta la d¨¦cada de los 40, cuando los jesuitas la obligan a bautizarse como C¨¢ndida Huelva Jim¨¦nez y a legalizar su matrimonio, tal y como aparece la uni¨®n reflejada en el padr¨®n. Para ese entonces, los portuenses ya estaban acostumbrados a ver a C¨¢ndida ir y venir por los alrededores del Mercado, vestida de negro, tapada con una toquilla, con mandil al talle y un cesto de pic¨®n apoyado en la cintura. As¨ª la inmortalizaron, acompa?ada de un vecino, en la ¨²nica foto que se conserva de ella.
Huelva se dedicaba tambi¨¦n a las faenas dom¨¦sticas en casas de familias pudientes de la ciudad, hasta que el final le lleg¨® por un accidente cuando ten¨ªa ya 110 a?os. El 22 de enero de 1951 fallece tras una larga agon¨ªa. Llevaba 20 d¨ªas ingresada en el Hospital de San Juan de Dios, despu¨¦s de quemarse las piernas y los gl¨²teos con un brasero de pic¨®n. Mor¨ªa la C¨¢ndida real, pero como reconoce el abogado, persisti¨® el mito ¡°en un personaje propio de la intrahistoria de Unamuno¡±. ¡°Es una historia que desde el prisma de hoy puede resultar reivindicativa, aunque dudo que ella misma tuviese conciencia de ello. Solo quer¨ªa sobrevivir, comer todos los d¨ªas y eso ya, en aquellos a?os, era toda una gesta¡±, remacha Romeu.
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