¡®Un golpe maestro¡¯, el imperfecto ¡®true crime¡¯ de Netflix
Tras el ¨¦xito de 'Wild Wild Country', la plataforma apuesta ahora por el relato de un atroz atraco perpetrado por una galer¨ªa de personajes siniestros
El buen momento del que goza el true crime en su vertiente documental no parece que vaya a remitir en los tiempos venideros. Si la semana pasada HBO daba a conocer la producci¨®n (en colaboraci¨®n con Sky) de The Case Against Adnan Syed, una docuserie de cuatro cap¨ªtulos alrededor de la desaparici¨®n y asesinato de la estudiante de secundaria Hae Min Lee ¡ªel mismo caso que aup¨® a Serial como uno de los podcast m¨¢s c¨¦lebres de la historia¡ª, y a¨²n con Wild Wild Country instalada en comedores, tertulias y mentes a lo largo y ancho del planeta, adquiriendo adem¨¢s una relevancia que ha traspasado la pantalla ¨CSheela como invitada al Festival Primera Persona, por ejemplo¡ª, ya hay en Netflix a disposici¨®n del teleadicto una nueva remesa de este popular subg¨¦nero documental.
Un golpe maestro (Evil Genius en versi¨®n original) nos sit¨²a en Erie, Pensilvania, durante una ma?ana del verano de 2003 sacudida por lo impensable. Un repartidor de pizzas, con una bomba adosada a su cuello, entra en un banco con la misi¨®n de robar 250.000 d¨®lares. Sin embargo, la polic¨ªa lo pilla a la salida y el artefacto explota poco despu¨¦s. La onda expansiva de ese macabro crimen ¡ªque ha inspirado episodios de series como Mentes criminales, Ley y orden: Acci¨®n criminal o Bones¡ª seguir¨ªa resonando en las vidas de los habitantes de la zona y de parte de una sociedad estadounidense que se volc¨® en este caso conocido como el del Pizza Bomber. Durante un tiempo la inc¨®gnita sobre la identidad de los cerebros del salvaje acto inquiet¨® y preocup¨® a vecinos y a la sociedad estadounidense.
Bajo esa golosa premisa, y con un material potente a su favor, Barbara Schroeder y Trey Borzilleri indagan en los recovecos de esta historia que se presenta como un falso whodunit y que pone el foco en la villana del relato, Marjorie Diehl-Armstrong; una mujer aquejada de un trastorno de bipolaridad, gran manipuladora y con un aura diab¨®lica que transmite con un rostro de singularidad perturbadora. A priori ingredientes m¨¢s que satisfactorios para edificar otra obra de valor. Sin embargo, la docuserie producida por los hermanos Duplass tropieza con varias deficiencias.
A nivel formal, mezclando im¨¢genes de archivo, grabaciones de interrogatorios policiales, entrevistas con involucrados, agentes policiales y el FBI, Un golpe maestro se sit¨²a no demasiado lejos de la carcasa utilizada en un programa como Cr¨ªmenes imperfectos (La Sexta). Por lo que respecta al contenido, la sensaci¨®n generalizada es de haber desaprovechado una gran oportunidad: ni el retrato de los personajes es demasiado profundo, ni el trabajo de investigaci¨®n bucea entre las capas m¨¢s subterr¨¢neas que revelen algo m¨¢s que lo que se pueda extraer de un r¨¢pido vistazo a los titulares de los peri¨®dicos locales de la ¨¦poca.
En ese sentido, la serie arrastra durante demasiado minutaje las pesquisas alrededor de la identidad de los culpables (expuestas de forma muy personal por el codirector) hasta el punto de debilitar los giros guardados para el final; su efecto en el espectador es menor ya que se va desgastando en su permanente insinuaci¨®n. Tambi¨¦n cuesta entender c¨®mo los directores reh¨²yen dar una respuesta a c¨®mo una mujer atractiva de clase media-alta termina convertida en una asesina carcomida por el s¨ªndrome de Di¨®genes y rodeada de malas compa?¨ªas salidas de los arrabales del sue?o americano.
Hay as¨ª una debilidad notable en el dise?o narrativo de la propuesta que conf¨ªa en lo rocambolesco y espeluznante del relato, pero que descuida el inter¨¦s de la historia (especialmente para el espectador norteamericano familiarizado con la misma y que poco descubrir¨¢) durante, como m¨ªnimo, dos de sus cuatro cap¨ªtulos. Significativo resulta que el codirector Trey Brozilleri se vea obligado a rellenar minutaje poni¨¦ndose delante de la c¨¢mara para hablar de su relaci¨®n epistolar con Marjorie, una decisi¨®n que no solo rompe con el esquema formal de la serie, sino que ralentiza el visionado.
Taras considerables para un producto que desperdicia la acometida inicial para quedarse en un true crime convencional de excesivo metraje por lo escaso que revela. Estos d¨ªas se intentar¨¢ dar gato por liebre con esta serie documental, pero en realidad Evil Genius no es m¨¢s que metadona tras el cortocircuito cerebral provocado por el visionado de Wild Wild Country.
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